El cambio de gobierno ocurrido en España no ha necesitado de una costosa y larga campaña electoral ni tampoco se ha jugado en los medios de comunicación ni en la calle. La batalla puede haberse dado en el cerebro de 180 representantes de la soberanía popular que, como personas, en apenas cinco días, recuperaron mensajes archivados, los reinterpretaron y, en muchos casos, hasta los modificaron propiciando esta nueva realidad parlamentaria.

Esta podría ser la explicación a un proceso que ni los propios impulsores de la moción de censura dicen saber por qué ha sucedido. En España siempre hay algún problema que resolver. Ahora, está inmersa en una campaña electoral continua, que tendrá una nueva parada en 2019, y cuya batalla se dará en el cerebro, entonces seguro que sí, de la ciudadanía. Quienes dirigen las campañas electorales, parece que desconocen las leyes del funcionamiento la mente humana.

Francisco Santolaya Ochando es doctor en Psicología, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos de España y especialista en temas de patología esquizofrénica y trastornos bipolares. Si el cerebro humano es el campo de batalla de toda campaña electoral, entonces aplicar los conocimientos de la psicología política pasa a ser un elemento estratégico en la definición de la elección. De eso se trata.

Usted es un experto en el análisis de la conducta humana, ¿es sencillo o complejo influir en la mente de alguien a quien no conoces hasta conseguir reorientar sus opiniones o convicciones?
La mente humana funciona de una manera muy curiosa. Hace dos tipos de proceso: por una parte, tiende a confirmar datos e información y, por otra, tiende a negar esos mismos datos. En general, las personas, con mucha frecuencia, tendemos a confirmar cosas. Por ejemplo, si uno analiza a una persona que tenga un tipo paranóico, observará que, lo que le ocurre a este sujeto es que tiene un tipo de percepción que le hace ver únicamente aquellos datos que confirman el miedo que él tiene y aquellos datos que le contradicen. Y eso puede ser extensible a todo.

Un líder a quien su grupo no le dice en qué se equivoca, termina cayendo

¿Y cómo funciona a nivel político?
A nivel político lo que suele ocurrir es que cuando se lanza una información y esta es repetitiva, va calando en distintos personajes tanto del mundo de la política como del tejido social. Esas personas  se convierten, a la vez, en replicantes de esa información. ¿Qué es lo que ocurre?, que cuanto más figuras de autoridad o más replicantes hay, al final el ciudadano recibe la información desde distintos ámbitos, de manera reiterativa, con lo cual, acaba confirmado, o estando de acuerdo con esa información. Aunque objetivamente, uno podría haber analizado los pros y contras y haber decidido.

Muchas veces el proceso de decisión es más emocional que el racional. En definitiva el ser humano funciona con las creencias que tiene, racionales o irracionales, que se han ido perfilando a lo largo de su vida. Con sus experiencias o creencias que ha aprendido en el seno familiar. Eso perfila una tendencia; y sobre ella pueden haber distintas influencias que permitan una mayor apertura o no.

 Cuando frente a las creencias hay mucha información, de muy diversos puntos y coincidente con algo, las personas acaban yendo a eso. Es muy curioso lo que pasa en los grupos. Los distintos individuos de un grupo, pueden tener un reparto de roles; ser equidistantes. Pero cuando eligen a un líder, automáticamente este pasa a tener una capacidad de seducción frente al resto del grupo. Todos los miembros del grupo le atribuyen más prerrogativas y capacidad de influencia. Se percibe que tiene mayor nivel de análisis o inteligencia…

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¿Cómo se derrota a un líder que está cómodamente asentado en el poder?
Hay un momento en el que uno se da cuenta que tiene mucha información que le hace variar su opinión o que le hace dudar de los principios básicos de la sociedad. Temas como la equidad, la justicia, la honradez, el compromiso, la solidaridad. Cuanto más se nombran, a veces, no van en esa dirección. En ese sentido, los líderes políticos y corporativos, tienen una responsabilidad muy importante de representar esos valores y no caer en la contradicción.

Si uno lanza una información de que esa persona está acabada, posiblemente, al principio no cale. Pero conforme se va repitiendo, la gente percibe más lo negativo que lo positivo y se crea una conciencia de que ese líder está fuera de lugar. Si ese momento coincide con una variable externa o dentro de la dinámica que haga, un chasquido, todos se ponen de acuerdo en eliminar a ese líder. Eso es un proceso que se va gestionando hasta que el propio grupo decide que el líder que les representa ya no debe seguir.

Con estrategia se puede conseguir trasladar los apoyos de un líder a otro

Por lo que usted dice, las personas almacenamos en nuestro cerebro la información durante mucho tiempo y en un momento determinado tomamos una decisión que puede ser contraria a la que hemos mantenido durante años.
Los seres humanos somos muy emocionales pero también tenemos un buen nivel de estrategia y las personas que se dedican a liderar detectan cuándo puede darse un cambio. Las posturas ideológicas pueden estar apoyadas por distintas variables que hacen que se mantengan:  por buenos resultados, por que hay beneficios para el grupo o por que no hay ninguna alternativa a esa posición. Y, aunque la haya, se cree que hay pocas posibilidades de que se configure. Pero si con el paso del tiempo el liderazgo alternativo va subiendo, aún sin posibilidades, y en el otro lado las variables que lo sostienen bajan, en ese momento se produce un gradiente de velocidad que hace que todos los apoyos se trasladen.

Son los líderes lo suficientemente maduros y conscientes del papel que se atribuyen y el mensaje que están trasladando a la sociedad?
Ese es el gran problema, no sólo de España. Muchas veces los líderes, o a quienes se les considera líderes, no tienen bastante formación en principios sociales, que tienen que prevalecer sobre otros más personales.

¿Cómo se configura un líder?
Por la influencia que ejerce sobre los demás, por un poder coercitivo que tenga, por que es capaz de manejar o manipular las emociones de otras personas… Son distintos caminos.

La política debe ser una vocación de servicio a los demás

¿Y cuál es el camino más adecuado?
El camino que deberían recorrer es que exista un sentido vocacional de servicio a los demás. La política es el arte de resolver problemas, aunque muchas veces tengamos la sensación que es el arte de crear problemas. Los líderes deben tener formación, competencias, habilidades y unos valores lo suficientemente consistentes como para que puedan transmitirlo a la sociedad.

¿Está hablando usted de autoridad?
La palabra autoridad, en sentido primitivo, era la autoridad moral. Eso es lo que se ha perdido en la sociedad actual. Y hay otro aspecto muy complejo: muchas veces la sociedad Española, en lugar de reconocer los esfuerzos y los logros de los demás, nos fijamos en los posibles fracasos. Eso al final hace que quien está en esa posición de liderazgo, se plantee que da igual que se esfuerce, o no, en hacer bien las cosas, si no tiene el refuerzo social. Cuando eso ocurre, la persona se refugia en el grupo del que es líder para que le refuerce sus acciones. Se produce una tautología en el sentido que, el líder se está equivocando, pero nadie se lo dice.

Vuelvo al concepto antiguo de autoridad, como respeto y reconocimiento a esa persona que sabe y tiene un valor de autoridad moral. Eso se ha perdido. Otro aspecto importante es que en un mundo con tanta información que no es verídica es fácil deteriorar la imagen de los líderes.

Una de las maneras de protestar de los españoles es hacer chascarrillos sobre las personas. Eso, puede parecer irónico, pero va calando y deteriorando. Si uno no tiene “autoritas” en cuanto a la consistencia interna, y hay muchas variables que  te van golpeando  eso hace que baje la probabilidad de que uno se mantenga.

Hay psicópatas en todos los estamentos de la política, la universidad y liderando grupos sociales

¿Quién no está cualificado para ser un buen líder político?
Las personas con conductas de tipo psicopático. El opuesto teórico de personas que tiene autoridad moral es el psicópata. Al hablar de psicópatas, la gente piensa en asesinos en serie, que existen: pero la realidad es que hay un porcentaje importante de personas que tiene características psicopáticas en el sentido de que no existe el otro o no les importa. Esas personas es difícil que vayan a la cárcel, que asesine a alguien, pero se encargan de hacer la vida imposible a las personas que tienen a su alrededor. Si esa persona es tu igual puedes huir, pero si está por encima de ti ¿cómo se huye?

Este tipo de personas, pueden ser, de entrada, encantadoras y de muy buen trato. Pero emocionalmente, su situación no es buena. Hay personas con esos perfiles que están instaladas en los estamentos políticos, empresariales, asociativos o de grupos pequeños. Utilizan mecanismos de control nefastos.

Este perfil llevado al terreno político lo protagonizan aquellos que no reconocen ni con datos verídicos ni sentencias judiciales que han hecho mal las cosas..
Claro, pero más que creerse su propia mentira, sencillamente es que tienen otra manera de ver las cosas. Por ejemplo si usted o yo vemos una paloma, podemos fijarnos en su belleza; un psicopático, cuando ve esa misma paloma lo que está pensando es en cogerla y retorcerle el cuello. Para ellos el concepto básico del otro, no existe como tal. Una persona con valores no ignorará que alguien le diga que le está haciendo daño, en cambio una persona así puede reírse y decirte ¿de qué te estás quejando?

¿Pero eso se puede evitar en el proceso de querer llegar a ser un líder?
Para ello es importante la educación en valores. El tener conocimientos, apertura de mente, haber vivido experiencias que te permitan ver cómo funcionan las sociedades, la flexibilidad y respeto al otro per el hecho de serlo y no por que te interese. Y el valor de reconocer que uno está equivocado.

¿Y dialogar?
Los humanos tenemos la voz para dialogar. Pero a veces cuando dos no dialogan deberíamos pensar que igual tienen beneficios personales o estructurales.. Hay que saber distinguir entre un buen político  que es aquel que consigue volver a ganar en las elecciones, y un buen estadista que es el que prevé que va a pasar en su país dentro de cincuenta años.

Hay culturas que lo son de lectura. Y otras que lo son de lo visual o de lo auditivo. En España no se lee. El español se fía más de los comentarios que de lo que lee. Si uno lee y se cultiva, en un debate originado en una tertulia de bar, siempre habrá alguien del grupo que reirá. Es el propio grupo quien regula el flujo de conocimientos. Si eso lo proyectamos a una sociedad donde el flujo de información es reverberante, uno termina por creerse todo lo que le dicen.

Deberían existir canales fidedignos de la información

¿Cómo puede formarse una persona un sentido crítico de la información?
Cuando uno busca la base de la información se percata que, muchas veces, hay un punto de información que se distribuye a varios replicadores de la información que convencen a la gente.

¿Está usted señalando la parte de responsabilidad de los medios de comunicación?
Sí. Vivimos en un mundo tan corrido que la gente coge dos o tres cositas para poder construir algo. Eso pasa en todos los ámbitos, políticos, universitario, colegial… y de los medios de comunicación. Uno, con lo que tiene, construye algo. Eso antiguamente pasaba también, pero había un sentido más crítico. Hoy como esa información se repite 24 horas al día por todo tipo de canales, acaba siendo verdad. Alguien puede lanzar una idea, del tipo que sea, en las redes sociales y las buenas personas la van replicando.

Debería existir canales fidedignos de información. Pero como eso es imposible, la responsabilidad máxima es de los órganos de gobierno. Estos deberían procurar una buena educación crítica de los ciudadanos; que se enseñe a pensar. Eso se puede hacer.