Los nuevos crematorios que se construyan en el País Valencià tendrán que situarse en suelo industrial (preferentemente) y a más de 200 metros de viviendas o de zonas vulnerables como centros sanitarios, colegios, parques o instalaciones deportivas.

Así lo propone la Conselleria de Sanitat de la Generalitat Valenciana en su nueva orden sobre funcionamiento de hornos crematorios y que actualiza los requisitos sanitarios que se les va a pedir a estas infraestructuras, como un informe con los niveles de emisión de toxinas que se actualizará anualmente, según una información publicada por Levante.

Una de las medidas más llamativas de la nueva normativa es la prohibición expresa de incinerar a personas con obesidad mórbida. Fuentes de la Conselleria de Sanitat explican los motivos: "La necesidad de controlar la emisión de sustancias tóxicas"

Según la Generalitat, para incinerar un cuerpo de este volumen "se necesita una cantidad muy elevada de combustible", lo que comporta un aumento "considerable de contaminación sobrepasando el umbral permitido". Por este motivo, la incineración queda vetada para las personas con sobrepeso extremo.

Tampoco personas con tratamientos oncológicos radiactivos

Además, las medidas para reducir al mínimo la emisión de dioxinas y otras partículas contaminantes pasan por evitar la cremación de elementos metálicos (especialmente los fabricados con plomo o cinc) o los que contengan resinas o plásticos. La antigua norma del 2005 (modificada en el 2009) ya preveía retirar, por ejemplo, las herramientas metálicas de los féretros.

La nueva norma da un paso más y veta que los cadáveres que tengan que ser incinerados lleven ropa o abalorios con elementos metálicos, "así como resinas o plásticos". Tampoco la ropa de los cadáveres tiene que contener elementos "susceptibles de formar compuestos organoclorados" o que sean tóxicos para la combustión, para lo cual se propone utilizar sudarios de materiales biodegradables.

Además, se mantiene la prohibición de incinerar cadáveres de personas que hubieran recibido tratamientos oncológicos radiactivos.

El objetivo, según justifican, es reducir el impacto sobre la salud de esta actividad después de confirmar que los crematorios pueden liberar sustancias contaminantes como las dioxinas o el mercurio por la propia combustión de los cadáveres y de algunos plásticos.