El anuncio con menos efecto sorpresa era al tiempo el más esperado. Yolanda Díaz se había comprometido desde enero a anunciar su candidatura a la presidencia del Gobierno antes de Semana Santa y solo quedaba el primer fin de semana de abril. Había otras opciones. Al margen de las presiones, parte de su entorno recomendaba llevar el anuncio a después del 28-M, esperar a los resultados de Podemos y negociar con más fuerza si no son buenos. La idea de erigirse en Ave Fénix tenía el riesgo de debilitar su perfil por no hacerse cargo del proceso, por esperar en el banquillo de diciembre mientras el resto toman posiciones y se dejan la piel por el camino. En el corto plazo, el anuncio de la candidatura resuelve poco. ¿Quién le acompañará en el acto del próximo día 2 de abril en Madrid? En la foto no estará Podemos. No hay voluntad ni condiciones para sellar un acuerdo bilateral, ni reuniones agendadas para entenderse de aquí a esa fecha. 

Para Podemos, las condiciones de esa fotografía de unidad pasan por haber resuelto el acuerdo de unas primarias que definan la candidatura y el peso de cada fuerza política dentro del espacio. En definitiva, cuántos diputados encabezan las listas a las generales. Un control que los morados expresan sin rodeos mientras Díaz defiende un espacio con una quincena de marcas políticas que no puede resolverse con la fórmula de militante un voto. Habrá primarias, dice la vicepresidenta, pero no como exigen los de Iglesias.

El último CIS daba a los socialistas motivos para el optimismo y para la cautela. El PSOE fideliza su voto y frena el trasvase al PP

Sin foto, lo fundamental está por resolver. ¿Cómo se integrará Podemos en Sumar? De momento, los morados creen que la incógnita puede arrastrarse hasta septiembre. Unos tiempos con el riesgo de acabar como en Andalucía, un matrimonio forzoso de último minuto. La siguiente pregunta en el tiempo: ¿Yolanda Díaz hará campaña? Sí, pero no está decidido ni dónde ni cómo. Díaz estudiará las candidaturas y las opciones, en muchos casos complejos. La narrativa de Sumar apuesta por una unidad que no se refleja en las coaliciones de las autonómicas. Hay decenas de candidaturas en las que Podemos, Más País, IU y las marcas territoriales se configuran en cada ayuntamiento o provincia de manera distinta. En València, Compromís va por un lado, Podemos e IU juntos por otro. El escenario se repite en Madrid. En ambos, la pelea está por llegar a un 5% de voto que les permita entrar y tener posibilidad de formar gobierno. Así que Díaz no hará campaña por candidaturas que compliquen a otros partidos integrarse en Sumar tras el 28-M, pero tendrá que jugar en algunas plazas en un contexto fraccionado, sin el viento de 2015 a favor. 

Pedro Sánchez cuidará a Yolanda Díaz en los próximos meses. Empezando por la moción de censura, donde dará un discurso más allá de las claves como ministra al frente de Trabajo y más en calidad de vicepresidenta del Gobierno. En paralelo, con la confluencia sin resolver, asistimos al movimiento contrario en las filas de la izquierda. En su momento álgido, Podemos optó por la transversalidad, sumar mayorías y ser una amenaza para el PSOE. Ahora, representa una amenaza existencial para el gobierno por motivos contrarios, ni están en la articulación de las mayorías ni por superar el bloque tradicional a la izquierda de los socialistas.

Mientras la izquierda se recoloca con dificultades para reeditar gobierno, la derecha se recompone por la vía subterránea. El PP de Alberto Núñez-Feijóo apuesta por la vía Merkel, con propuestas conservadoras en lugar de reaccionarias. En medio de la moción de censura estridente de Vox, la desdiabolización de la ultraderecha pasa por mensajes menos duros que no se aprecian tras el telón del ridículo de presentar a un candidato a la moción que no comulga con la formación de Santiago Abascal.

El último CIS daba a los socialistas motivos para el optimismo y para la cautela. El PSOE fideliza su voto y frena el trasvase al PP. Al mismo tiempo, Pedro Sánchez despierta menos entusiasmo que la marca PSOE, al contrario de 2019. El contexto —político y económico— es volátil, así que habrá partido. Y por el perfil de Pedro Sánchez, en las antípodas de Yolanda Díaz, hasta que sus rivales no le hayan derrotado, le seguirán temiendo.