¿Soy yo y mis idealizaciones del pasado o antes vivíamos en una sociedad con un nivel intelectual mucho más elevado que el actual? Tengo la triste sensación de que hemos retrocedido hasta la era de los Australopithecus (¡oye!, no tengo nada en contra de los Australopithecus, seguro que eran unos homínidos muy agradables). No sé si os habéis fijado, pero ahora se habla mucho de niños con altas capacidades o superdotados, se dice que se detectan muchos; yo creo que lo que realmente detectan son las reminiscencias de un pasado en el que se apostaba por el conocimiento y no por la estupidez y la infantilización de la población adulta. Recuerdo que, no hace muchos años, se respetaban las personas adultas; incluso me atrevería a decir que los admirabas por los conocimientos que ellos tenían y tú no. Tenías la esperanza y la ilusión de que algún día conseguirías emularlos.

Los adultos son considerados boomers aburridos, y los adolescentes son los que han cogido el mando de la sociedad.

Ahora, todo ha cambiado mucho, los adultos son considerados boomers aburridos, y los adolescentes son los que han cogido el mando de la sociedad. ¿Qué puede salir mal? Pues todo. El cerebro de un adolescente aún no ha madurado lo suficiente para poder guiar a una sociedad, y ahora estamos viendo algunas de las consecuencias: políticos que actúan como adolescentes para obtener votos (Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, haciendo TikToks o el mismo presidente de la Generalitat y su mujer grabándose con una cámara giratoria mientras bailan por Sant Jordi); vas a un bar y te puedes pasar media hora sentado, esperando a que salga el camarero a pedirte qué quieres tomar (y cruza los dedos para que te lleve al menos una de las cosas que le has pedido sin equivocarse y te limpie la mesa antes de servirte); las empresas están dirigidas por personas que han hecho cursos de autoayuda para motivar a sus trabajadores; muchos padres viven sometidos a hijos tiránicos y narcisistas, porque no les pusieron límite alguno cuando tocaba, y han de salir en los TikToks de sus hijos porque es la tendencia del momento (no es que quieran pasar más tiempo con ellos, no nos confundamos, es que han perdido absolutamente el control de sus hijos y hacen lo que pueden y lo que estos les ordenan); vas a la universidad y tienes la sensación de estar en una clase de P3 (solo les falta jugar a aquí te pillo, aquí te mato); a muchos jóvenes les cuesta hacer frases subordinadas, entender las ironías y conjugar los verbos en tiempos verbales que no sean el presente de indicativo... Y esto es solo la punta del iceberg.

Otro cambio que he notado es que la gente ahora no se compromete. Nunca. Antes, si pactabas algo, si quedabas con alguien; la gente cumplía su palabra. Ahora, te dicen algo y cinco minutos después ya han cambiado de idea. Supongo que tener móvil lo hace todo más volátil.

En mi opinión, este declive intelectual empezó a engendrarse a finales de los años noventa del siglo pasado, cuando se implantó la ESO en el Estado español. A partir de aquí, el nivel cultural empezó a descender en picado hasta llegar al punto de estupidez e infantilización actuales. El paso del BUP a la ESO significó una pérdida de conocimiento colosal. Conozco a personas, que tienen grados y másteres, que escriben el catalán con unas faltas de ortografía que, si fuera hace unos años, no les habrían dejado pasar de la educación primaria (escriben haver con be, confunden el pronombre débil em con el auxiliar verbal hem, te sueltan un n’hi ha persones...). Pronto no sabremos ni de dónde sale la leche y, mucho menos, cómo se hace una casa; pero no pasa nada, siempre podremos vivir debajo de un puente y dar Coca-Cola a los recién nacidos. Con esto no estoy diciendo que antes todo fuera mucho mejor —ahora no sabría deciros exactamente qué cosas han mejorado, pero seguro que hay muchas—, de hecho, la inteligencia humana tampoco lo es todo, hay cosas mucho más importantes.