Después del brillante éxito del Estado Mayor, que tenía que llevar la tribu a la liberación en 2017, es del todo lógico que el diputado republicano Sergi Sabrià quiera repetir el invento y, según leo en este querido diario mío, "constituir una dirección colegiada del independentismo" que se inspire de forma "autónoma, aunque formalmente funcione bajo el paraguas del Consell per la República." De hecho, en su previo acuerdo de investidura, ERC y la CUP ya habían pactado una "mesa de negociación estratégica" del independentismo que pretendía evocar el Estado Mayor con el que Puigdemont y Junqueras habían organizado sotto voce el referéndum del 1-O. En esta nueva etapa "mobiliaria" de la política catalana, ya lo veis, cualquier iniciativa exige su mesa, pues es de sobras conocido que no hay consejo de sabios que pueda reunirse de pie o sólo en una triste, pobre y desdichada silla.

Catalunya tiene una mesa montada con Pedro Sánchez; la mesa de "negociación estratégica" y la mesa del Consell. El tablón de la liberación tendrá tres mesillas y quien diga que la cosa es complicada es porque le falta un hervor o tiene moral derrotista

¡Catalunya tiene una mesa montada con Pedro Sánchez, que es uno de aquellos trastos extensibles que guardamos en la buhardilla y solo desempolvamos cuando el cuñado amenaza con su presencia navideña (¡gracias, Covid-19!). También está la mesa de "negociación estratégica", que suena más a pupitre que habría que complementar con una pizarra y unos rotuladores fosforescentes. Y finalmente la mesa del Consell que es bicéfala, con sede en Catalunya y con un paraguas made in Waterloo. El tablón de la liberación, así pues, tendrá tres mesillas y quien diga que la cosa es complicada es porque le falta un hervor o tiene moral derrotista. Por si no se ha entendido, Sabrià dice que la última mesa –que no es, insisto, ni la del diálogo con el enemigo, ni la de estrategia entre convencidos– será autónoma en el marco de un Consell "reformado para que todas las organizaciones adheridas se sientan cómodas".

Tengo que aplaudir nuevamente al amigo Sabrià que, con estas sutilidades, sigue afirmándose como uno de los mejores filósofos del secesionismo. Volvamos, que no ha estado nada. El independentismo tiene tres mesas y eso está tan jodidamente claro como que Dios es una cosa y tres a la vez. ¿Vale? Una, dos y tres mesas. Continuamos. La tercera es una mesa que te cagas, perdonad la expresión, porque no sólo tiene que reunir al President en el exilio, al Espíritu Santo de Lledoners, y a sus respectivos partidos, sino también a las organizaciones de aquello que denominamos “sociedad civil” (suponemos que ANC y Òmnium). Yo pondría también alguna asociación de encajeros o remolones, que siempre es de buen ver. Que tanta gente se sienta cómodo en una misma mesa, incluso que alguien pueda intervenir más de un minuto, tendrá mérito, pero ya sabéis que cuando los catalanes queremos llenar una reunión de afecto, no tenemos fucking rival en el mundo.

¿Todavía no os ha quedado claro? Pues no os preocupéis, que Sabrià os lo acabará de empaquetar para regalo: "Que nadie confunda la dirección del Consell per la República con la dirección colegiada del independentismo". ¡Claro, Sergi! ¡No fastidiemos, ya sabemos que son dos mesas diferentes, una sirve para emprender e implementar y la otra para que todo dios se sienta cómodo y Lluís Llach haga alguna tarea de coordinación! Ya me dirás si se pueden confundir si las dos mesas. ¡Madre mía, si son como el aceite y el agua! ¡Y todo esto, sólo faltaría, son mesas que complementan la madre de todas las mesas, que es la del Govern de la Generalitat y la del futuro presidente Aragonès! Ya tenemos cuatro, ay de mí. Pero ya se sabe que esta es mucho más que un mueble, porque la mesa donde el Molt Honorable que nos hemos dado entre todos y amén firma decretos, es como un altar desde el cual se hace santa misa.

¿Quién no ha cedido el poder delante de tres mesas como las que os describo, queridos lectores? ¿Quién osaría mantener España unida ante una nación que tiene la inaudita capacidad mobiliaria de los catalanes?

Si hay alguna cosa clara es que con esta colección de mesas y con el nuevo Estado Mayor ya podremos eliminar la mesa de diálogo. Pues cuando Madrid nos vea irrumpir en el espacio internacional con las tres mesas, tres, y las respectivas sillas de cargos cívicos y electos que no ha votado ni dios, creo yo que se pondrán a temblar como cachorros rodeados de lobos. ¿Quién no ha cedido el poder ante tres mesas como las que os describo, queridos lectores? ¿Quién osaría mantener España unida ante una nación que tiene la inaudita capacidad mobiliaria de los catalanes? Entiendo que Sabrià y el independentismo quieran controlar todo eso con unos sabios que hagan honor al Estado Mayor y que sean dignos sucesores del Olimpo de 2017. Sus ilustres integrantes tienen que ser fuego nuevo, con lo cual tendremos que encontrar cuatro o cinco hombres y mujeres con espíritu de césar, con voluntad hercúlea y paciencia de santo.

Sean quienes sean los escogidos, yo ya puedo cantar ¡"Viva el Estado Mayor"! Y desde mi humilde poltrona de opinador propongo que este Estado Mayor, y todas sus mesas, se reúnan en Waterloo lo antes posible y que estén el tiempo que haga falta. De hecho, lo más deseable no sería un encuentro de días, ni de semanas, ni de meses. ¡No, que estén unos cuantos años, si hace falta uno o dos lustros! Y si necesitan más mesas ya las pagaremos, que con el fin de no verlos una temporadita yo sería capaz de vaciar el Ikea.