Pues sí, Valtonyc se ha largado. Vaya, que se ha esfumado. En lenguaje rapero y en el idioma del Estado del Llarenismo constitucional, Valtonyc ha hecho un "me las piro, vampiro". Y con un estilo más castizo, "Valtonyc, todo entero, ha tomado las de Villadiego".

Alguna cosa, y no precisamente positiva, tiene que estar pasando en España cuando políticos y raperos tienen que huir para protegerse y para denunciar las decisiones decididamente mejorables de la justicia. De la "Marca España" hemos pasado a "Marcha de España".

La opinión pública europea asiste boquiabierta a esta huida de Egipto en versión transpirenaica. Y entiendo que no deben entender nada, pero no cuesta mucho entender que esto no ayuda a la imagen internacional de este Estado que se ha descarado descaradamente en el recorte de los derechos que tendrían que ser básicos en una democracia que forma parte de la Unión Europea.

Cuando un señor de Frankfurt que se llama Günter, una señora de Leicester que se llama Betty y una chica de Besiers que se llama Magdeleine observan lo qué sucede en España sólo pueden llegar a una misma conclusión: la situación no es muy normal. Y no lo es porque ni Günter, ni Betty ni Magdeleine han visto que de ninguno de sus respectivos países se tenga que marchar nadie en busca de una justicia que los proteja.

He escrito otras veces que no me gustan las letras de Valtonyc, pero enviarlo tres años y medio a uno prisión por las cosas que dice es como sentar a Figo en la silla de presidencia del palco del Camp Nou el día de un Barça-Madrid y hacerle un arrocito de bogavante. O sea, que no, que lo que no puede ser no puede ser y además es imposible.

Y es tan imposible que la respuesta de la sociedad ha sido SEN-SA-CI-O-NAL. Gente que no había oído un rap en su vida, pero que está harta de mucho, se ha pasado al Valtonyquismo. Como forma de protesta. Para denunciar el despropósito y la desproporción. Y es así como hemos visto abuelas que antes de ir al dominical ballada de sardanas posterior a la misa de once, removían el móvil buscando en youtube alguna de las piezas del mallorquín ahora belga.

Políticos y raperos huyen de España para encomendarse a una justicia europea apolítica y homologable a un estándar presentable, pero la justicia de la que huyen queda. Como el chiste de Capri: el amor se va, pero ella se queda. Y mañana nos puede tocar a usted o a mí (la justicia, no el amor). Por el artículo 69, el 155, o el "quemerote". Y una de dos, o alguien detiene eso o en España pronto sólo quedarán los partidarios del llarenismo constitucional, que no son pocos, pero que no son todos. El resto acabaremos de vecinos de Günter, la Betty y la Magdeleine. Y componiendo rap.