Poco a poco, a medida que la política se estanca, vamos volviendo al principio de la historia. Los mismos partidos que pusieron trabas a la celebración de las consultas populares del 2009, se afanan ahora por volver al autonomismo, con la esperanza de ganarse la clemencia de Madrid.

Devorados por sus propias mentiras, los partidos que se pusieron al frente del independentismo, necesitan parar máquinas y formar gobierno. Como han agotado casi todas las excusas, parecen el PSC de hace unos años, cuando el partido de Iceta empezó a caer en contradicciones presionado por las órdenes de Madrid.

Los chicos de ERC y PDeCAT hacen pensar en los jóvenes socialistas de la generación de Toni Comín, que pasaron de prometer mucho a no contar por nada a causa del poco margen que tenían para interpretar un discurso creíble. El gobierno del PP recuerda al último gobierno de Zapatero, cuándo España empezaba a pagar, entre sorpresa e irritada, las facturas de la política propagandística de la Moncloa.

Utilizar a los presos políticos para justificar la debilidad de formar gobierno, ha sido una jugada desesperada que sólo contribuirá a poner de manifiesto que el rey va desnudo. En Madrid y en Barcelona todavía no han entendido que el referéndum destruyó la cultura de los virreyes. El país ya no responde a las viejas pulsiones del pujolismo.

Los intentos de construir mártires políticos para dominar el país, han fallado todos, últimamente. Oriol Junqueras no ha hecho otra cosa que perder prestigio desde que está en la prisión. Al independentista medio le puede saber mal que las chironas españolas se llenen de políticos, pero no comulgará con ruedas de molino, como en los tiempos de Tarradellas y de Pujol. Enric Millo ha envejecido tanto o más el astuto Artur Mas, desde que es el portavoz del 155.

Ahora que ETA se ha disuelto, el Estado verá cómo la democracia se le acaba de girar en contra. No es lo mismo ir de víctima de TV3 con los terroristas en activo, que con los partidos vascos pidiendo la autodeterminación. Pronto se verá que ETA ha perdido la guerra, pero que tiene muchas posibilidades de ganar el relato —si no es que España se pone a respetar las urnas de repente y regenera la justícia.

La declaración de independencia sólo fue simbólica para los políticos que viven de la autonomía. Para el Estado, y para los electores sin intereses en la administración, fue tan real que haría falta un descalabro para poder volver atrás. Que tú necesites un trabajo no quiere decir que Catalunya necesite un gobierno que deslegitime el Parlamento y que disimule las miserias españolas.

La comedia autonómica se acabó el día que las empresas del Ibex se marcharon y la economía del país siguió funcionando. El problema es que los políticos son humanos. Como la mayoría de personas, prefieren hacer sacrificios para evitar el dolor que no para buscar el placer y así, a base de tiempo, van perdiendo la lucidez y la capacidad de reacción.