Arrancamos después de las vacaciones: comienza el colegio, volvemos al trabajo, y lo hacemos en un ambiente donde las medidas restrictivas por la pandemia parecen haber quedado atrás y la crisis económica sobrevuela nuestras cabezas. 

Son tiempos de cambio, en los que lo recomendable es estar informados, desde todas las fuentes posibles; ser prudentes y asumir que muy probablemente nos va a tocar cambiar nuestro enfoque y nuestra manera de vivir en distintos ámbitos. 

Esta semana ha sido el estreno para muchos alumnos de distintos territorios y la escena de mamás y papás emocionados, al ver cómo recuperábamos espacios, rutinas y abrazos se ha repetido en muchos colegios. 

Este nuevo curso recuperamos las caras descubiertas, las aulas ventiladas pero sin tener que pasar frío, los patios compartidos, los juegos entre amigos de distintos cursos y, sobre todo, sin miedo. 

Tardaremos tiempo en ver cuánto de lo vivido durante los últimos años de pandemia ha quedado marcado para siempre en nuestras vidas y en las de los más pequeños. Sin duda, habrá costumbres, incluso manías, que llegaron para quedarse. Saber ponderar, y aprender de la experiencia debería servirnos tanto a nivel individual como social para mejorar y estar preparados ante lo que pueda venir. 

No todo lo que hemos vivido en tiempos de pandemia tiene que ser necesariamente malo: hay medidas que deberíamos asumir como buenas costumbres. Sin duda, ahora, eso de ir a trabajar estando enfermo (una gripe, por ejemplo) ya no se mirará como antes, cuando era común coincidir con algún compañero que, mientras aguantase, compartiría sus virus con toda la oficina. Afortunadamente, la concienciación sobre la responsabilidad cuando uno puede contagiar a los demás espero que haya llegado para quedarse. 

En China se dice que los tiempos de crisis son tiempos de oportunidad

Se avecinan también nuevas costumbres, y ya se empieza a ver cómo hay más gente que decide ir caminando a los lugares donde antes, por pereza, iba en coche. Se comienza a notar mayor presencia de bicicletas y de quienes apuestan por destinar un poquito más de tiempo, pero moverse de una manera que les permita no gastar tanto y, de paso, hacer un poquito de ejercicio. 

Este año serán más las familias que acudan al cole caminando. Una manera de ahorrar combustible, estrés y de animarnos a tener una vida más sana. 

También habrá mucha más gente que comience a utilizar el transporte público, por la misma razón: los sueldos no aumentan, pero llenar un depósito del coche está suponiendo un buen bocado para los bolsillos de las clases trabajadoras. 

Planificarse y dedicar más tiempo a llegar y volver del trabajo va a ser una decisión compartida por miles de personas. El precio del gasóleo y gasolina hace inviable para muchos bolsillos asumir el coste que supondrá. La gratuidad de algunos transportes públicos sin duda hace que se plantee una opción que también puede resultar positiva. 

Habrá que destinar más tiempo seguramente para moverse de un lado a otro, pero bien puede convertirse en un tiempo que puede emplearse en leer, estudiar, adelantar trabajo o en descansar y relajarse. No todo tiene que ser, necesariamente, negativo. 

Si te toca cambiar tu coche por transporte público para evitar gastos elevados (y tienes la posibilidad de hacerlo), se puede enfocar como un tiempo que ganas en lugar de un tiempo que pierdes, pues mientras conduces hay muchas cosas que no puedes hacer, te gastas muchísimo más dinero y, además, es un factor que introduce un estrés tremendo en nuestras vidas. 

Ahora bien: si se quiere que la población en general haga un mayor uso de medios de transporte, lógicamente con ofrecer bonos gratuitos no es suficiente. Una mayor flota, con mayores horarios y, sobre todo, con una red más extensa de transportes públicos (especialmente en las zonas tan olvidadas de distintos territorios de España), es fundamental. Si de verdad se quiere concienciar sobre las bondades de olvidarse del coche, es imprescindible que haya opciones reales, que faciliten la vida de los usuarios. 

Las nuevas costumbres también llegan en la cesta de la compra. Adquirir productos de proximidad, tomándonos quizás más tiempo en el día a día, nos ayudará a gastar menos y a ser más conscientes de lo que consumimos. La subida de los precios debido a la inflación hará también que prestemos más atención a los productos de temporada, y seguramente en muchos hogares se animen a elegir frutas, verduras, legumbres, que son alimentos más sanos y económicos en comparación con comidas ya preparadas. 

Comprar poquito a poco, como se hacía hace años, parece que va a imponerse como la manera más sostenible. Puede que, de esta manera, también recuperemos los comercios de barrio, las tiendas pequeñas, especializadas, donde te ofrecen un producto más cuidado que en las grandes superficies. Si apostamos por productos de proximidad, por comprarlos y consumirlos frescos, estaremos contribuyendo a recuperar la vida en los barrios y en las localidades donde esas grandes superficies llegaron para, supuestamente, facilitarnos la vida y terminaron haciéndonos consumir de manera poco sostenible y saludable. 

Se supone que también cambiaremos nuestras costumbres con el uso de la energía. Se supone, porque por el momento, las ayudas para poder renovar los sistemas que nos permitan calentar nuestros hogares y el agua que necesitamos, no son lo suficientemente eficaces. Si una familia quiere olvidarse de gas, y se quiere plantear instalar sistemas que permitan un consumo sostenible, debe prepararse para una inversión que, en estos momentos, la gran mayoría no puede afrontar. En lugar de apretarnos con medidas como las que vienen de Bruselas, sería el momento de apostar por ayudas directas a las familias que quieran dar el paso hacia las energías renovables. 

En China se dice que los tiempos de crisis son tiempos de oportunidad. Cuanto antes nos mentalicemos de los cambios que están al alcance de nuestra mano, y que nos pueden venir bien, más sencillo y menos doloroso nos resultará poder adaptarnos a estos nuevos tiempos, esta nueva “normalidad” que nos obligará, sin duda.