Hablamos siempre de Vox como concepto o como mucho de su líder Santiago Abascal y de Javier Ortega Smith, acusación en el proceso al “procés”. Pero el cabeza de lista en Andalucía se llama Francisco Serrano y es juez en excedencia. Pues bien, como ustedes saben, el señor juez en excedencia ha tuiteado que Vox no aceptará acuerdos firmados entre el PP y Ciudadanos para impulsar leyes de género en Andalucía. Bienvenidos al fascismo. Les presentamos un juez español. "Sumisión" a "mandamientos de la dictadura de género", dice el personaje. Y el partido añade que todo es cosa de las "asociaciones feministas podemitas radicales". Eso sí, como Butano cuando decía que amaba Catalunya porque su mujer se llamaba Montserrat, después Serrano dijo que "nadie condena más que Vox las agresiones a mujeres". Pero de feminismo "supremacista" nada. Qué manía con el supremacismo...

De hecho, lo que ha dicho el tal Serrano no debería sorprender a nadie porque ya fue el impulsor de la campaña Mujer sé honesta, denuncia cuando se deba y no cuando convenga. La puso en marcha después de ser condenado a 10 años de inhabilitación por prevaricación por haber sentenciado el alargamiento de dos días de la custodia de un padre para que el niño pudiera salir como paje en la cofradía de Semana Santa de Sevilla. La madre lo denunció, claro.

Hacer estas afirmaciones ante una cuestión de derechos humanos debería haber comportado la salida en bloque de todos los dirigentes del PP y Ciudadanos. Pero pusieron sordina. Antes el poder que la ética. La cuenta de Twitter de Inés Arrimadas, aparte de un tuit fijado el 12 de diciembre en que dice que "Torra" es un peligro para la convivencia, su siguiente preocupación es un retuit con la imagen de un elefante recogiendo un papel del suelo con la trompa. Ciertamente, preocuparse por el civismo de los que ensucian la selva es muy loable. Nada que decir, Inés. Carlos Carrizosa, a su vez, denuncia ataques del "fascismo separatista" ―este sí― en Vila-seca (unas pintadas) y Besalú (unos muñecos colgados boca abajo). Nada que decir, tampoco. Por fin llego a Albert Rivera, quien, más ágil, denuncia que luchar contra la violencia machista con recursos y medidas es una obligación. Y el pacto de Estado que firmó Ciudadanos, dice, se aplicará también en Andalucía. Contundente y elegante. Sí. Me gusta el estilo. Nada que ver con la agresividad que gasta en cada opinión sobre soberanistas y podemitas. ¿Y Juan Marín? Pues el candidato a vicepresidente de la Junta (otro a quien nadie conoce) se limitó a retuitear al jefe, como hizo después Arrimadas. Marín sólo tiene opinión propia sobre las pintadas de Vila-seca.

¿Qué pretenden el PP y Ciudadanos? ¿Que Vox firme un cheque en blanco? Al fin y al cabo, Vox defiende sus ideas. Y ya las conocían antes de negociar

¿Y Pablo Casado? Pues les ha dicho lo que son. Radicales, egoístas, xenófobos, identitarios e ilegales. Ah, no... Esto lo dijo de los independentistas. Y después (o antes, es igual) pidió más control fronterizo para que no llegue "esa gente". Que no son los catalanes, por cierto, son personas que se juegan la vida (por diversión, como sabe todo el mundo) para llegar a Europa. Sobre Vox sólo habló Javier Maroto, vicesecretario de Organización, que pidió "altura de miras" y que no se pongan "líneas rojas". Ah, aquí hemos llegado, por fin, a la madre del cordero. ¿Qué pretenden el PP y Ciudadanos? ¿Que Vox firme un cheque en blanco? Al fin y al cabo, Vox defiende sus ideas. Y ya las conocían antes de negociar. ¿Qué pensaban? ¿Qué monstruo se piensan que han creado? Y, por cierto, Maroto, casado con José Manuel Rodríguez gracias a una ley del PSOE, no dijo nada de defender los derechos del colectivo LGTBI, como prevé el pacto. Y nos queda Juanma Moreno. ¿Quién es? El futuro presidente de la Junta, se supone. ¿Y qué ha escrito a la hora de enviar este artículo el supuesto futuro presidente de la Junta? Pues "feliz 2019".

No soy partidario, de entrada, de los cordones sanitarios. Pero si no pueden hacer un pacto que evite las tesis ultraderechistas, entonces no lo hagan. Vayan a elecciones. Ni que sea para hablar un poquito más de Catalunya, que ya lo echamos de menos. Si no, no se quejen de que les digan lo de trifachito.