Como Vox ha logrado imponer su agenda y, después de enseñar la patita y de una gran campaña ideológica, ha dado gratis ―de momento― el gobierno de Andalucía al PP (y a Ciudadanos), ahora todos los medios están obsesionados con el nuevo juguete. Lo tienen todo para ser carne de show matinal. Ponen en cuestión el feminismo, les gustan los toros y la España una y no 51. El españolismo más rancio. Estos negacionistas ocupan ahora los minutos de las teles privadas por las mañanas y los titulares de los diarios digitales, como hasta ahora lo hacía la cosa catalana. Sobre todo cuando se podían hacer los indignados y montar mentiras sin tener ningún tipo de escrúpulo sobre las repercusiones personales que esto podía tener. Y uno de los casos más escandalosos, hirientes, y ahora olvidados, es el de Josep Lluís Trapero y la cúpula de los Mossos.

Ahora, se ha archivado la causa que hace más de un año provocó 17 denuncias y, sobre todo, informaciones falsas contra los Mossos. La justicia considera que no hubo espionaje político por parte del cuerpo. Resulta que el 26 de octubre del 2017 los Mossos llevaron unas cajas de documentación interna a incinerar, como manda el protocolo. Pero, en lugar de eso, la policía española, que por entonces invadía Catalunya con sus barcos con dibujitos, las intervino, las analizó y las hizo llegar a la jueza Carmen Lamela para que construyese una instrucción acusatoria contra Josep Lluís Trapero y la cúpula del cuerpo. Y sirvió también para que la prensa española (y parte de la catalana) difamara, que algo queda. Porque aquella documentación interna se terminó haciendo pública de manera parcial, manipulada e interesada.

El juzgado de instrucción número 22 de Barcelona concluye que el jefe de la Comisaría de Información de los Mossos, el comisario Manel Castellví, "ha ofrecido una explicación precisa sobre las razones de cada actuación, distinguiendo lo que es una información de lo que es una investigación". El juez Juan Emilio Vilá Mayo considera que "la actuación policial" consistente en investigaciones que afectaban a personas de diversa orientación sociopolítica "está prevista en la ley, persigue la finalidad legítima de garantizar el orden público ante posibles alteraciones y es necesaria en una sociedad democrática". Un poco de sentido común dentro de la surrealista obra literaria que es la macrocausa contra el procés, que se debería juzgar políticamente y no judicialmente.

Su persecución política, mediática y judicial y los errores propios del cuerpo y del gobierno de Catalunya han llevado a los Mossos a una situación de estrés muy delicada

La pregunta pertinente es a quién se debería denunciar por haber filtrado y por haber publicado esa documentación. La respuesta da igual, porque no pasará nada. Los titulares de la noticia del archivo no ocupan el mismo espacio que ocuparon los titulares acusatorios. Pero esto siempre es así. Siempre pasa igual. Ahora están ocupados con Vox. Pero si no lo estuvieran, tampoco lo harían.

Ahora bien, sí que el archivo debe servir para algo mucho más importante. Para que se desinfle hasta el desinflado final, la causa contra el major Trapero. El hombre que consiguió que los Mossos no sólo fueran respetados, sino incluso queridos. Su persecución política, mediática y judicial y los errores propios del cuerpo y del gobierno de Catalunya han llevado a los Mossos a una situación de estrés muy delicada. Hablamos mucho, y lo tenemos que hacer, de la injusta prisión preventiva de los políticos y activistas independentistas. Hablamos mucho, y lo tenemos que hacer, de la injusticia del exilio del resto del Govern, de activistas y raperos. Y hablamos menos, pero no debemos dejar de hacerlo, de la injusticia que un profesional como Trapero sea acusado de sedición y organización criminal por haber hecho un trabajo impecable el 20 de septiembre y el 1 de octubre.