Decir Génova 13, es decir PP. Como Ferraz es sinónimo de PSOE. No es el domicilo, es la dirección. Las sedes imprimen carácter. Y al revés. Durante 38 años, decir Nicaragua era decir PSC. Ahora no es palabra de moda, pero allí estaba el aparato. Admirado y temido. La vida les ha llevado ahora a Poblenou, donde todavía tienen que crear el aura, pero donde ya han celebrado la primera victoria. De una antigua fábrica de componentes mecánicos a una de componentes electrónicos. También entrar en la sede de ICV en la calle Ciutat por aquel patio interior tenía la mística del PSUC. Ahora el Rellotge marca otro tiempo. Y si hablaran las paredes del piso de Travessera de Gràcia donde pasó años Unió o las del entresuelo de ERC en Villaroel, podríamos rodar muchas docuseries. Los republicanos se hicieron mayores en Calabria y ahora son vecinos del PDeCAT porque CDC vendió los dominios de Còrsega, comprados a Enher en 1998, perseguida por el caso Palau. Los convergentes siempre defendieron que no tenía nada que ver. No es el caso del PP. El PP deja Génova 13 explícitamente por el caso Gürtel. Pablo Casado no quiere oír nunca más decir que las obras de reforma de donde trabaja se pagaron en negro.

Un arquitecto les dirá que la propia casa afecta el estado anímico del que allí vive. Los espacios, la luz, la distribución, los pequeños detalles... todo ello nos influye. Qué les tengo que decir, ahora que han pasado más tiempo que nunca en casa. Y la arquitectura tiene historia y tiene memoria, connotaciones de momentos, recuerdos que nos afectan, queramos o no. Y si, allí dentro, Casado veía el fantasma de Luis Bárcenas, de nada servía redecorar la casa. Pero, sobre todo, si la gente, fuera, veía un inmenso fajo de billetes de 500, antes llamados Bin Laden, poco más podía hacer.

La arquitectura tiene historia y tiene memoria, connotaciones de momentos, recuerdos que nos afectan, queramos o no. Y si, allí dentro, Casado veía el fantasma de Luis Bárcenas, de nada servía redecorar la casa

Pero a ver dónde va ahora el PP. Porque así como el espacio nos afecta, también nuestra personalidad condiciona nuestro hogar. Jan Baca es un arquitecto de éxito. Y como hombre reservado, hace casas cerradas en sí mismas. Lástima que su mejor obra ya no esté. Sólo se veía el tejado. Bueno, pues, la personalidad del PP también condicionó la casa que eligió en 1983. Un edificio esquinero para marcar territorio, construido en los años setenta, época de oficinas con muro cortina, que poco a poco se han ido renovando para dar un toque de modernidad. Génova 13 recuerda mucho a lo más parecido a El Corte Inglés que ha habido nunca en Terrassa: Europrix. Lo promovió Banca Catalana y dentro, por cierto, estava Radio Club 25. Aquello quebró y en 2005 se reformó superponiendo a la fachada otra estructura de cristal oscuro. Se bautizó como edificio Gutemberg de oficinas.

Pues bien, Génova 13 aún parece el Europrix y siempre ha tenido una imagen más bien casposa. Está la sede del PP, pero podría haber estado Vox, la Policía Nacional o la DGT. Tienes la sensación de que saldrás con el DNI nuevo o el carné de conducir. Que lo piense bien Casado. Todas las marcas se gastan el dinero en edificios que quieren representar su modernidad. Cuando coges los túneles de Vallvidrera ves iGuzzini, con aquella parte central en forma de globo, y te quieres comprar una lámpara. O ves el edificio corporativo de los Laboratorios Echevarne, y te quieres hacer una PCR. O ves el edificio de oficinas de Cliensor y odias el teletrabajo.

 Al Barça le pasa algo parecido. El Camp Nou, que se cae a pedazos, es la alegoría del club. Por ello es urgente rehabilitarlo. El Camp Nou y el club. Eso sí, nunca cambiar de nombre. Los últimos que lo hicieron, no es que no tengan la poltrona, es que no tienen ni una triste silla.