Ya han concluido sus asambleas partidarias tres de los cuatro partidos mayoritarios de España. En todos los casos, con victorias del oficialismo y de los aparatos. A partir de ahora, todos los focos y todo el morbo se fijarán en el congreso del PSOE, que es el más incierto y el que nunca defrauda a los amantes del espectáculo y de las emociones fuertes.

Mientras Rajoy consagraba la Pax romana en el PP y Pablo Iglesias daba buena cuenta de Federico Sánchez (perdón, de Íñigo Errejón: vaya lapsus freudiano), Susana Díaz lanzó su candidatura en un acto masivo en Madrid, envuelta en el poder municipal socialista.

Díaz se ha hecho presente en la pista de carreras antes de inscribirse oficialmente en la competición. Ha materializado su candidatura antes de formalizarla. Puede decirse que ya hay tres candidatos en acción, y todo indica que con ellos se cierra el cupo de los contendientes verosímiles.

El discurso de Díaz ofreció muchas pistas. Hizo un estudiado alarde de conocimiento en profundidad de su partido, en especial de su poder municipal, con nombres y apellidos de todos los rincones de España. También decidió empezar a sacudirse el estigma provinciano y hablar de todo: en su disertación comparecieron Trump y Putin, el PP y Podemos, el cambio climático, las migraciones masivas y la robótica, lo local y lo global.

Cada frase y cada mención estuvieron calculados al milímetro. Por eso me llamó la atención que repentinamente, como metido con calzador, apareciera este párrafo:

"Estoy pensando en la sensatez y en la altura de miras que han tenido los compañeros socialistas catalanes en un momento muy difícil para la política. Cuando la razón no está de moda, la política fracasa y siempre ganan los radicales. Hoy hay un gobierno en Cataluña de conservadores y antisistema de la mano, que le preocupan bien poco los problemas de los ciudadanos. Y hay un gobierno conservador en España que no se preocupa de abrir el diálogo, el puente, la comunicación entre unos ciudadanos y otros. Y ahí, en medio de eso, hay hombres y mujeres, alcaldes y alcaldesas socialistas, que todos los días ponen la sensatez, la altura de miras, uniendo a los ciudadanos, tendiendo puentes, haciendo que en sus municipios se conviva, que haya diálogo, concordia, entendimiento; y no siempre la sensatez se entiende de la misma manera. Porque hay demasiado ruido para valorarla y para saber lo que ellos están haciendo allí, en Cataluña, nuestros compañeros los socialistas catalanes, los alcaldes y alcaldesas que todo los días ponen a la gente por encima de todo."

Inmediatamente después, como si formara parte del mismo hilo narrativo, vino un ataque feroz a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. En ese momento recordé que los únicos alcaldes del pasado a los que había mencionado expresamente fueron Tierno Galván y Pasqual Maragall.

Susana Díaz es la favorita de partida para ganar las primarias del PSOE (lo cual, en los tiempos que corren, no garantiza gran cosa). Pero pesa sobre ella el estereotipo de que ganará exclusivamente por el peso de los votos del sur y de los apoyos baroniles, que carece del cosmopolitismo y la versatilidad que se requieren para encarnar un liderazgo moderno y socialmente transversal. Se ha propuesto demostrar lo contrario. En concreto, parecería que se ha marcado el objetivo de ganar las primarias en las dos plazas a priori más difíciles  para ella: Catalunya y Madrid. 

¿Podría Susana ganar las primarias en Catalunya?  A primera vista, parece imposible. Iceta estuvo hasta el último instante a piñón fijo con Pedro Sánchez; y el melifluo discurso de Patxi López parece también más digerible para el delicado estómago del PSC que el españolismo sin ambages de Díaz.

Sin embargo… En primer lugar, no pierdan de vista cómo será el cuerpo electoral en esa votación. No votarán todos los militantes del PSC: sólo los que den el paso de solicitar su inscripción en un censo especialmente habilitado para ese fin. Puesto que se trata de elegir al secretario general del PSOE, cabe suponer que lo harán los que se sienten más concernidos por lo que ocurre en ese partido y más implicados en la política española. Dicho de otra manera, los que probablemente se afiliarían al PSOE si existiera como tal en Catalunya. Sí, los más españolistas. Visto así, las posibilidades de Díaz empiezan a parecer menos remotas.

Observen las peculiaridades del texto que he transcrito más arriba. Primero, nunca menciona al PSC, sino a “los compañeros socialistas catalanes”. Segundo, apela directamente al tuétano del PSC, su gen municipalista, que es lo que lo sostuvo a flote cuando en todo lo demás ese partido fue un barco a la deriva. Tercero, presenta a los alcaldes socialistas de Catalunya como los garantes de la convivencia y de la razón en un contexto de radicalización en el que todo el mundo parece haber enloquecido. Lo menos que puede decirse de un discurso así formulado es que es políticamente inteligente. Dicho en términos de marketing, se ajusta como un guante al perfil del público objetivo al que se dirige.

No les sorprenda ver a Susana Díaz visitando Catalunya –concretamente, el cinturón de Barcelona- durante esta campaña de primarias con mayor frecuencia de la que cualquiera esperaría en principio. Aquí no hay territorios conquistados de antemano. Puesto que Sánchez se lanzó a la batalla en Andalucía, Díaz anuncia su propósito de convertir a Catalunya en un battleground.

Más allá de lo que ello pueda significar para el resultado numérico de la votación, supongo que a nadie se le escapa el especial significado político general que tendría el hecho de que una candidata como Susana Díaz ganara las primarias del PSOE precisamente en Catalunya. No digo que sea fácil, pero no duden de que lo va a intentar.

Lo de Madrid es otra historia. En primer lugar, esa es una federación históricamente dislocada que, además, ahora tiene un liderazgo orgánico débil. Segundo, allí, más que en ningún otro lugar, es sabido que este tipo de votaciones las deciden los secretarios de organización de las agrupaciones locales, abordados de uno en uno. En ese tipo de tareas, Díaz es catedrática.

Puedo estar errado o pasarme de listo. Pero lo que me vino a la cabeza escuchando su discurso fue: no se conforma con ganar, quiere hacerlo con la pareja de ases. Casi