La República catalana proclamada ha evitado la división del independentismo, ha hecho realidad la ilusión de generaciones y generaciones, responde a la demanda de las necesidades actuales de Catalunya. Al mismo tiempo viene acompañada por la impaciencia, olvidando demasiado a menudo que ninguna independencia se ha hecho en cuatro días. La diplomacia internacional es el material más granítico que existe.

Los intereses de los estados se anteponen a la voluntad de una nación de devenir un Estado más. Es un hecho muy contradictorio que países que han conseguido ser libres al precio de sangre y dolor, crueles guerras y exclusiones del Estado ajeno que los dominaba, después sean tan insensibles hacia otros países que también quieren ser independientes.

El reconocimiento internacional está en función de la coyuntura del momento, hoy por hoy en el caso catalán se impone el inmovilismo político de no mover nada del actual statu quo. Pero hoy la opinión pública es tan poderosa que mueve conciencias y decisiones políticas estatales. Cambia como el viento en otoño.

Sólo en la religión encontramos una capacidad similar de mover centenares de miles de personas como ha hecho el independentismo catalán

La independencia política se consigue con una actitud unida y firme ante el Estado represor. En Catalunya se rechazan las leyes ajenas, el espolio fiscal, ignorar las demandas sociales, no escuchar las reivindicaciones de la mayoría de esta nación oprimida. El procés actual es la continuación permanente de un anhelo de independencia que viene de lejos, que hoy es el fenómeno de movilización masiva con más número de gente, continuidad en el tiempo y presencia de la historia. Un nuevo fenómeno político. Sólo en la religión encontramos una capacidad similar de mover centenares de miles de personas como ha hecho el independentismo catalán. Un movimiento que nace de la gente y lidera la gente.

Este fenómeno la Unión Europea no lo contemplaba. El club de estados que es no sabe cómo encararlo. Si bien por una parte aducen la negociación en el marco de la Constitución española, por otra se encuentran con la opinión pública, de la cual los periodistas en Bruselas han destacado algunos portavoces.

Los dirigentes europeos dando carta blanca a la actuación interna española de Rajoy, siempre sin la violencia desatada el 1-O que escandalizó a toda Europa y medio mundo, han pedido soluciones democráticas a pesar de estar más que molestos con el artículo 155. Un golpe de estado constitucional español contra Catalunya. Los dirigentes europeos impidieron la censura a la prensa y a los medios, ahora, sin embargo, se encuentran con unas acusaciones tan insólitas que el president Puigdemont al llevarlas a Bruselas no les permite inhibirse.

La proclamación de la República catalana fue efectuada en el Parlament con la libre votación de sus miembros, la primera vez que pasa en la historia de Catalunya

A todo esto, un hecho nuevo, que se ha destacado poco o nada. La proclamación de la República catalana fue efectuada en el Parlament con la libre votación de sus miembros, la primera vez que pasa en la historia de Catalunya. Los Parlamentos de Europa son sagrados, son la razón de la identidad europea.

Momentos tensos, de frenesí, pero a pesar de la actitud conjunta del tripartito unitarista, PPSOECs —nunca había pensado que fuera posible ver al PSOE con la derecha, y la derecha de la derecha— la presencia del president de la Generalitat en Bruselas, el mandatario que de forma democrática escogieron los catalanes en elecciones democráticas por mayoría absoluta rompe moldes.

Todo está abierto, los hechos se disparan, pero hacer de Puigdemont un nuevo Companys parece una atrocidad que la Unión Europea, bastante desacreditada, no se puede permitir de ninguna de las maneras.