A medida que pasa el tiempo y Catalunya se resiste a volver al autonomismo, el clima político se va volviendo cada vez más sórdido y artificial. El Estado necesita que los partidos independentistas renuncien al 1 de octubre para dejar de abusar de la justicia y poder volver a la normalidad. ERC y PDeCAT necesitan que la gente se crea que la independencia es imposible para poder formar gobierno y seguir mandando.

La violencia del Estado y las mentiras que los dirigentes de ERC y de PDeCAT han dicho a sus electores a la larga sólo se podrán digerir si no hay alternativa a la unidad de España. Mientras Puigdemont no sea encarcelado y el electorado no tenga una excusa de peso para olvidar la violencia y los engaños, los jóvenes de PDeCAT y de ERC se irán pareciendo cada vez más a los jóvenes del PP y de Ciudadanos.

El agujero que la autodeterminación ha hecho en el espíritu de la democracia española es tan grande que los políticos han tenido que renunciar a su personalidad y cada vez se parecen más entre ellos. Cuando el poder entra en descomposición se refugia en la vanidad de pequeños títeres que se comportan como criaturas consentidas y que, cuando conviene, son sacrificados por cualquier motivo, normalmente por sorpresa suya.

Las imágenes de Cifuentes tratando de robar dos cremitas en un supermercado son una síntesis perfecta de la degradación que la política ha sufrido los últimos años a base de forzar el lenguaje para parar la independencia. La presidenta de Madrid hacía un uso tan instrumental de las palabras, hablaba tan lejos de sus debilidades, es decir, de su humanidad, que la vulgaridad del robo nos recuerda el vacío de sus discursos y los de muchos otros políticos como ella.

Lo mejor que podrían hacer ERC y PDeCAT, si les urge formar gobierno, es cambiar el relato, volver al autonomismo y pactar con los Comunes. Cuanto más presionen para votar a un candidato que no sea Puigdemont, más votos perderán entre los independentistas cuando lleguen las elecciones. Los Demócratas y la CUP no tienen incentivos para vejar a sus votantes, y los votantes no ganarían nada de renunciar al 1 de octubre, y menos ahora que está claro que la economía crece incluso con el 155.

Además, si ERC y PDeCAT salen con la suya, se cargarán la legitimidad democrática del Parlament, cosa que complicará todavía más la situación a medida que la cloaca que ha engullido Cifuentes vaya animando el autoritarismo español. Con el gobierno catalán bloqueado por el independentismo, el Estado favorecerá cada vez más la sustitución del PP por Ciutadans, para intentar dar fuerza al unionismo.

Así como sin un gobierno catalán la estructura estatal del PP está condenada a asfixiarse en la falta de discurso, con Ciudadanos en la Moncloa Espanya se colapsará. Pero este es otro artículo.