Esta vez ha sido en Verges. Pero ha pasado a lo largo y ancho del país. Los comandos patrióticos del cutter y el pasamontañas que espoleaban Rivera y Arrimadas salvan impunemente por todas partes. El otro día, Arrimadas se despedía del Parlament con lágrimas en los ojos, que cabe decir que no parecían impostadas. Emocionada se despidió de la Cámara y lo hizo deseando 'en lo personal' lo mejor a todos los diputados. Cualquier persona que la escuchara -a tenor de la ternura con que lo dijo y de la afectación con que se expresaba- que no conociera todo lo que ha llegado a decir, hacer y promover la diputada de Ciudadanos, podría llegar a pensar que todo aquello era muy sincero. Y no que debió ser un lapsus o que, por un instante, aquel coro de banderas de Ciudadanos, surgido de un marketing electoral brillante, era de fraternidad. Porque expresar este dulce sentimiento cuando Ciudadanos ha hecho del deseo de que los diputados 'golpistas' se pudran en la cárcel, vetando todo indulto, su principal baza política, es de nota, de una hipocresía aplastante.

Tanto que tan pronto como Arrimadas se vuelva a sentar al lado de Rivera, ahora en el Congreso -nadie no tiene ninguna duda de que volverá a las andadas- expresará con renovado entusiasmo el vivo deseo de ver como sus compañeros diputados y diputadas, a los que en sede parlamentaria deseaba 'lo mejor en lo personal', se pudran en la cárcel. Cuando del odio y la venganza han hecho tu destacada carta de presentación son de mal escuchar las declaraciones fraternales, sin pensar que o bien son la expresión máxima de la hipocresía o que la falta de principios te empuja a decir lo que sea para rascar votos. Ninguna de las dos hipótesis tiene nada que ver con la fraternidad ni con ningún principio vinculado a la bondad o a la compasión cristiana.

Arrimadas tampoco se privó en la despedida de rasgarse las vestiduras y teatralmente volvió a hacerse la víctima mostrando a cámara (los platós son el espacio natural de Ciudadanos) una foto de una pintada, presuntamente realizada ante su casa. Se veía un lazo amarillo y uno 'passi-ho bé'. Que te incordien en casa, delante de casa por ser cuidadosos, siempre es molesto. Y desagradable. ¿Pues cual debe pensar Arrimadas que es la sensación de los alcaldes de ERC del Maresme que han sufrido, en su casa, episodios de acoso infinitamente peores por parte de los comandos patrióticos que ella misma ha espoleado repetidamente? A menudo de madrugada, como aquella canción que escribió Lluís Serrahima y que cantaba Maria del Mar Bonet. O como cuando estos comandos agreden a gente o irrumpen en cualquier pueblo violentando a los vecinos, a menudo disfrazados, escondidos en la oscuridad, imponiendo su ley, a la caza y captura de lazos amarillos o de personas que los lleven?

Ahora le ha tocado a Verges aguantar a los gamberros que anima Arrimadas, gamberros violentos, que se desplazan a otro municipios para hacer limpieza y que no dudan en amenazar a cualquiera que les cuestione su actitud. No es poca la gente que tiene la sensación de que nuestra Policía parece proteger a los violentos y es extremamente garantista con ellos. ¿Cuántos de estos individuos que integran a los comandos del cutter y la navaja han sido detenidos o han pasado a disposición judicial? Saberlo también permitiría disipar dudas y saber que nuestra Policía, la que nos hizo sentir orgullosos entre el 17 de agosto y el 1 de Octubre, sigue preservando los derechos y libertades de todos, como ha hecho siempre.