Vaya por delante que el Barça que se ha encontrado Laporta es una ruina, tanto deportiva como económica. Pero otra cosa es pretender hacer responsable a Ronald Koeman, como si fuera el chivo expiatorio, de los resultados de una plantilla tan mediocre como onerosa.

Decía Cruyff delante de Núñez que los millones tenían que estar en el terreno de juego. El caso es que lo han estado y lo están como nunca antes. Los dispendios más lucrativos de toda la historia del Barça los sufrimos en el campo y desangran las arcas. Los fichajes de Coutinho y Dembéle triplican el presupuesto anual del líder Real Sociedad.

Tan desesperado va el barcelonismo que se aferra al joven Ansu Fati como un clavo ardiendo, el nuevo '10' del Barça (con todo el simbolismo), cuando es un jugador que ante el Madrid fue un alma en pena y que presenta un balance deportivo real que no tiene nada que ver con los de una verdadera estrella. La cláusula de rescisión es, sin embargo, de 1.000 millones, una burrada más. Nadie con dos dedos de frente pagaría ni una quinta parte de este importe. Ansu Fati, hoy por hoy, ni remotamente es Rivaldo, ni Ronaldinho, ni Eto'o, ni mucho menos Messi, que, todo dicho sea de paso, pasa con más discreción que virtuosismo por el Parque de los Príncipes de París.

El verdadero problema no es quién gobierna el banquillo, el drama es una plantilla que, yendo bien, puede aspirar a una plaza europea y no necesariamente de Champions, una competición que desde hace un lustro retrata todas sus miserias y acelera una decadencia que parece no tener fin

La decisión de echar de malas maneras al héroe de Wembley, Ronald Koeman, ni es una decisión valiente ni arregla una plantilla que hace aguas en todas las líneas. Sólo evidencia nerviosismo y desorientación. El despido del holandés, a golpe de talonario, es una huida adelante y su sustitución interina no garantiza absolutamente nada. ¿O es que alguien pretende hacernos creer que Sergi Barjuan está más preparado que Koeman? Tampoco la llegada de Xavi arreglará nada a corto plazo. Y visto como esta junta directiva ha tratado a Koeman y como se lo ha sacado de encima, que se prepare Xavi, si es que finalmente se concreta su fichaje. Que los pocos recursos disponibles se inviertan en el banquillo y no en el campo ya es toda una declaración de principios.

El verdadero problema no es quién gobierna el banquillo, el drama es una plantilla que, yendo bien, puede aspirar a una plaza europea y no necesariamente de Champions, una competición que desde hace un lustro no sólo deja en evidencia el Barça, retrata todas sus miserias y acelera una decadencia que parece no tener fin. Hace seis años que el Barça hace el ridículo en Europa, tanto que cuando ya parecía que había tocado fondo, ha seguido cavando. Veremos si el Barça es capaz de sobrevivir a la Liguilla de la Champions o cae estrepitosamente en manos de un indolente Dinamo de Kiev.

Fichajes como el del Kun Agüero son un espejo y el reflejo del porvenir del club, justo allí donde van a retirarse los veteranos, tal como Florida es el asilo de los jubilados norteamericanos.