Berga es la única capital de comarca en que gobierna la CUP, con ocho de 17 concejales. A partir de ahora, el gobierno contará con mayoría absoluta con la entrada de los dos concejales de ERC. Gracias, también, a la generosidad y amplitud de miras de Ramon Camps, que ha sabido estar a la altura de las circunstancias. En la oposición quedará el único concejal del PSC y los seis de Junts, que retuvieron los mismos concejales en 2019 que con la histórica marca CiU en 2015.

De Berga es un buen amigo, de cuando los indepes éramos tres y medio. Con él descubrí la Patum, hablaba siempre de ella e invitaba a todo el mundo. Después llegabas a Berga y había overbooking para dormir bajo techo. Francesc Ribera Titot, ilustre berguedà, sabe de qué hablo, de cuando éramos pocos y casi marginales. Su primer grupo, Escatxaruta, medio debutó en mi pueblo en un concierto por la insumisión. Digo medio porque se presentaron sin batería. Adam Majó es otro histórico de la izquierda independentista, berguedà de adopción, manresano, y defensor a ultranza de una aproximación y/o convergencia entre el mundo cupaire y el republicano, tal como explica en los artículos que publica periódicamente, a imagen y semejanza del proceso que ha llevado a la confluencia de EH Bildu.

Ojalá la experiencia de Berga sea posible plantearla ampliamente y llegue el día que en el Govern de Catalunya se puedan plantear este tipo de alianzas que permitan la alternancia entre dos sensibilidades del independentismo

El vuelco de la política catalana es muy visible en Berga. Las dos fuerzas tradicionales y hegemónicas (CiU y PSC) sumaban trece de los diecisiete concejales hasta el 2015. El tiempo pasa. A partir de la sentencia del Estatut y la irrupción del derecho a decidir, el PSC ha colapsado y es más PSOE que nunca en comarcas, con una notable pérdida de apoyos y transversalidad. Precisamente en Berga los cuadros catalanistas del PSC han transitado modélicamente hacia ERC en una operación de suma admirable. Mientras la extinta CiU ha retenido buena parte de los votos en una evolución acelerada hacia un Reagrupament 2.0 carreterista. No es una crítica, es una constatación. El espacio convergente ha evolucionado hacia el independentismo, de la noche a la mañana, manteniendo su base y espíritu.

En Berga ha pasado de mandar CiU a mandar la CUP. Y si bien es una excepción, explica en buena parte en qué parámetros se mueve la política catalana allí donde el independentismo es claramente hegemónico. Y donde, por lo tanto, se enfrentan dos modelos con tantos matices como sea, la derecha e izquierda, ambos independentistas.

La entrada de ERC en el gobierno de Berga tiene que servir no sólo para reforzar un gobierno municipal monocolor que tiene que gestionar una crisis brutal. También tiene que servir para relanzar un modelo de ciudad, de capital del Berguedà, castigada por una crisis industrial que no ha encontrado alternativa.

Los gobiernos de Venturós no han podido resolver, hasta la fecha, el principal handicap que azota la capital de la Patum, asociada a la icónica estampa del Pedraforca y que ya sin Patum sólo la tenemos de referencia por sus bosques de níscalos. Pero el cambio de sensibilidades se evidencia, por ejemplo, con la implicación en la recuperación de la memoria histórica. La alcaldesa ha colaborado en la reapertura de fosas de los republicanos asesinados, al lado de todoterrenos como Roger Heredia, alma del Banc d'ADN y uno de los motores de esta ingente tarea que dinamizó Raül Romeva ante el absoluto desinterés que en nuestro país habían mostrado tanto CiU como el PSC.

Ojalá la experiencia de Berga sea posible plantearla ampliamente y llegue el día que en el Govern de Catalunya se puedan plantear este tipo de alianzas que permitan la alternancia entre dos sensibilidades del independentismo, la de izquierdas y la nacionalista, en una sana alternancia que dibuje un nuevo país. Si es así, querrá decir que habremos ganado.