Cuando uno está irritado es muy fácil ser provocado. Y es obvio que tenemos a una parte del país irritada, más allá de quien siempre lo está o lo ha estado porque esta es su actitud vital y política. El 21-D ha emergido como una fecha en el calendario en la que se prevé una movilización de protesta ante la celebración del Consejo de Ministros en Barcelona. La protesta es legítima, sólo faltaría. Y, aunque sea, tal como decía Manuel de Pedrolo, hay que protestar incluso cuando no sirve de nada.

Ahora bien, protesta no equivale a disturbios, ni a pasatiempo personal, ni a pretexto para expiar todos los demonios y la frustración o la impotencia ante un Estado monárquico que tiene en la prisión a los líderes del movimiento republicano. Sólo hay que recordar cómo fue el 1 de octubre. Y el 1 de octubre ganamos. Quizás la única ocasión en que hemos ganado en mucho tiempo, en esencia por la conjura entre instituciones y ciudadanía o al menos una parte muy significativa de la ciudadanía. Aquel día, no vale engañarse, ganamos con un discurso inequívocamente democrático, "queremos votar". El 1 de octubre ganamos porque toda la violencia la pusieron la Guardia Civil y la Policía Nacional. Si estamos en el mapa de Europa y del mundo es gracias al 1 de octubre, no al 11 de Septiembre de 1714. Aquel día ganamos, como nunca, que diría Gabriel Rufián (este hombre es una bendición para el conjunto del movimiento independentista), también porque los Mossos estuvieron al lado de su Govern y porque priorizaron la seguridad ciudadana ante la barbarie del "¡A por ellos!". El 1 de octubre ganamos porque protagonizamos un acto de desobediencia civil masivo como nunca se ha visto en Europa. El 1 de octubre ganamos porque no caímos en ninguna de las provocaciones del Estado y sus cuerpos de seguridad (¡qué eufemismo!). El 1 de octubre ganamos por la resistencia cívica y pacífica de la gente, no tirando botellas ni buscando enfrentamientos, ni con personal con pasamontañas (pues no sabes nunca quién hay tras un pasamontañas).

Lo que ya sería demencial es regalar al Estado las imágenes que querían y no tuvieron el 1 de octubre

El 1 de octubre, el Estado (Soraya Sáenz de Santamaría dirigiendo la chapuza) quería a los Mossos zurrando a la gente y que todo acabara a garrotazos y con enfrentamientos en la calle. Es exactamente eso lo que pretendía. Esta era la foto que buscaban. Y esta es la foto que evitamos, entre todos. Por eso tienen la dirección de los Mossos encausada. Por eso le hacen pagar al conseller Quim Forn, que nada más fue tres meses conseller y hace ya trece que está en la prisión sin juicio de ningún tipo. O peor todavía, con un juicio mediático paralelo en el cual Rivera, Casado, Aznar y ahora Vox dictan acusaciones y sentencia. No olvidemos que el mismo Pedro Sánchez presentó una moción para reprobar a Soraya Sáenz de Santamaría por la actuación policial del 1-O. Pero Sánchez demuestra cada día más cobardía cuando se deja arrastrar por la derecha española. El empuje de Sánchez se desvaneció cuando el 3 de octubre vio al Borbón ebrio de rabia. Y retrocedió, del todo, al lado de Ciudadanos y PP. Después vimos como sus hombres en Catalunya desfilaban al lado del PP, de Ciudadanos y de un Vox que ya emergía, con el mentiroso Pepito Borrell (el energúmeno que banaliza los genocidios) de musa de las fiestas patrióticas al lado de Manuel Valls. Ya habíamos visto como Sánchez pactaba una investidura con el falangista Rivera, que no prosperó por la negativa de Podemos a sumarse; habría sido excepcional ver a los comunistas de Pablo Iglesias validando el pacto con el falangismo posmoderno. Y ahora Sánchez nos sale, de nuevo, blandiendo el 155 con un discurso marca Pepito Borrell, evidenciando que el efecto de las elecciones andaluzas provoca una reacción en el PSOE, pero no hacia la izquierda sino copiando a franquistas y falangistas. La reacción del PSOE, con la derrota estrepitosa de su candidata más españolista y anticatalana, no es de alzarse ante el fascismo emergente sino de acercarse discursivamente.

También es cierto que la desafortunada gesticulación indepe le regala un pretexto. Enésimo error. Pero lo que ya sería demencial es regalar al Estado las imágenes que querían y no tuvieron el 1 de octubre. Es decir, un enfrentamiento entre manifestantes blandiendo esteladas y Mossos d'Esquadra. La seguridad en Catalunya es competencia de los Mossos d'Esquadra, del Govern de la Generalitat, por lo tanto. Son estos los responsables de evitar disturbios y de preservar que se pueda celebrar en Barcelona una reunión del Consejo de Ministros o del Consejo de Europa. Si alguien, desde el independentismo, pretende convertir la protesta en un enfrentamiento en la calle entre la Policía de Catalunya y manifestantes con esteladas no es que sea un necio, sino que es el tonto útil al servicio del Estado y de su maquinaria de propaganda.

Protesta, toda. Cívica o ruidosa. Pero siempre pacífica y evitando siempre regalar al enemigo lo que con tanto coraje y esfuerzo evitamos el 1 de octubre, tal como hemos hecho y tendremos que seguir haciendo, movilización permanente y perseverancia hasta crear las condiciones para volver con más determinación, mejor preparados y sin traba de ningún tipo.