Nació como Alfonso, y ha adquirido fama (y dinero) en las redes sociales por su faceta de youtuber, pues en YouTube es donde ha difundido sus controvertidas entrevistas sobre feminismo o tauromaquia o en torno a las contradicciones que se esconden en algunas críticas a Vox, pues resulta de la entrevista que en el fondo hay gente que sin saberlo está muy de acuerdo con sus postulados.

Digo que nació como Alfonso, porque la última noticia sobre Roma Gallardo ha sido el hecho de haberse personado en el Registro Civil para cambiar su sexo registral al amparo de la ley recientemente aprobada y conocida como "ley trans". Y no lo pillarán en un renuncio, por supuesto: Roma Gallardo ha manifestado su sorpresa (agradable, dice) por el hecho de que registrarse como mujer haya sido un trámite bien sencillo en el que el deseo se transforma en realidad, porque, ¡zas!, el youtuber ya es la youtuber. Roma ya es oficialmente una mujer, y dice que no lo ha hecho para beneficiarse de las ventajas que la ley de igualdad entre hombres y mujeres ya contenía desde el año 2007 y que estos días Pedro Sánchez ha anunciado a bombo y platillos esta novedad: promoción laboral, cuotas en consejos de administración y listas electorales, ayudas a la maternidad, presunciones de inocencia o culpabilidad repartidas en virtud del sexo son algunas de las ventajas de las que Roma va a disfrutar a partir de ahora, aunque no lo haya hecho por eso, dice con aire entre ofendido y convencido.

Lo que hoy se denomina feminismo "clásico" debería felicitar a Roma, sea hombre o mujer, lo haya hecho como maniobra crítico-festiva o con convencimiento de causa

Gallardo, se sienta chica o solo lo aparente, no tiene un pelo de tonta, y con esta acción ha llevado a cabo un análisis de las contradicciones manifiestas entre la ley de igualdad y la ley trans, dos normas condenadas a neutralizarse en muchos supuestos y no solo en sus utilizaciones fraudulentas, difícilmente fiscalizables por la propia banalidad del proceso de cambiar de sexo. Algunas mujeres feministas han atacado duramente a Roma Gallardo por considerar que la acción es una burla, ya que era conocido por sus irónicas y despectivas críticas a los postulados acríticos y plagados de lugares comunes de muchas de ellas. Pero otras se han apresurado a aplaudir la ocurrencia (o circunstancia), y es que lo que hoy se denomina feminismo "clásico" debería felicitar a Roma, sea hombre o mujer, lo haya hecho como maniobra criticofestiva o con convencimiento de causa.

Roma es hoy una ayuda inesperada y jocosa (los mensajes con humor llegan más lejos) de ese feminismo de siempre que, aunque la izquierda lo quiso suyo, hoy reclama también la derecha, pues se trata de la misma queja que ellas han puesto de manifiesto cuando se opusieron a la ley en su formulación finalmente adoptada. Si el sexo depende de lo que cada cual quiera sin ningún otro impedimento, tal y como Beauvoir preconizó, nada obstará para que se utilice de manera espuria por quien quiera evadir responsabilidades o ridiculizar medidas legislativas que, como en tantos otros casos, no se reflexionan y ponderan antes de su efectiva instauración, sin darse cuenta el legislador de que en muchos casos acaba haciendo imposibles los objetivos que supuestamente pretendía conseguir. Más todavía cuando se trata de manifestaciones de una contradictoria manera de ver la vida y la política por parte de dos socios de gobierno. Vamos, que Carmen Calvo, damnificada en su enfrentamiento con Irene Montero, debería pensar en hacer un homenaje a Roma Gallardo, una inesperada feminista.