El lunes nos levantábamos con la llovizna y escuchábamos las palabras del Oriol Junqueras que atravesaban los muros de la prisión de Lledoners y llegaban en papel el día del 78º aniversario del fusilamiento del president Companys. El recuerdo del president que el alba del 15 de octubre de 1940 caminaba con paso firme y pies descalzos sobre la hierba fresca del cementerio de Santa Eulàlia del castillo de Montjuïc. "Entre los muros contemplaba la ciudad de Barcelona, la capital de su país, por última vez. Sin antes, sin embargo, haber perdonado a todo aquel que lo había agravado y pedido perdón a aquellos que él había perjudicado a lo largo de su vida". De cara a sus asesinos, mirándolos fijamente. Los disparos atravesaron la dignidad de todo un país. El alma viva de todo un pueblo. La venganza feroz lo condenaba ejemplarmente. El único presidente escogido democráticamente en toda Europa que ha sido fusilado por el fascismo.

Al president Companys lo condenaron a 30 años de prisión por rebelión por los hechos del 6 de octubre de 1934, cuando proclamó el Estat Català. Ahora, a Oriol Junqueras lo quieren condenar por los delitos de rebelión y malversación, acusado de ser el líder del movimiento independentista en Catalunya y quien ideó, planificó y ejecutó el referéndum del 1 de octubre del 2017.

¿Y 78 años después, qué? Pues miren. Pasadas estas casi ocho décadas podríamos pensar que el Estado español es un estado democrático y de derecho. Son muchos los que, a diestro y siniestro, se dedican a defenderlo. Que la tan preciada Transición fue ejemplar, blablabla... Pues que me perdonen, o quizás no, ¡porque a todos ellos les tengo que decir que es falso! Que nada o muy poco ha cambiado en este país.

Pues sí, es así. Y lo tenemos que decir alto y claro. ¡Ya basta hombre (o mujer)! La sentencia de muerte del president Lluís Companys i Jover continúa vigente en el Estado español. ¡Tal cual! Pero no sólo la suya, también la de miles y miles que, como él, fueron condenados por la justicia franquista. Porque tienen que saber que, todos ellos, todavía son culpables. Que fueron perdonados por una Ley de amnistía que como poco sólo les puedo decir que es indecente. La ley de "punto y final", le dijeron algunos.

Y sí, vuelve a salir la palabra "justicia". Pues también en este contexto parece que bien poco o nada ha cambiado cuando se trata de juzgar al pueblo de Catalunya. Me quedé atónito el domingo pasado, por la mañana, cuando mis oídos escuchaban en Catalunya Ràdio a la portavoz de Jueces por la Democracia, la magistrada Montserrat Comas, explicando que ella tampoco ve el delito de rebelión por ningún lado. O las palabras del fiscal César Estrado, quien explicaba como ve con decepción la actuación de la Fiscalía General del Estado, que no hay fundamento legal, que es profundamente injusta y que es una flagrante vulneración de los derechos. ¡Ahí es nada! Lo mismo que denuncian hace meses y meses los letrados y letradas de las defensas. La vulneración de un derecho tan básico como es el derecho de defensa y el conocimiento de la causa por la cual se les acusa, que ni siquiera las defensas han tenido suficiente tiempo para poder acceder a todo el sumario. Un verdadero juicio político, como el del president Companys.

Los disparos atravesaron la dignidad de todo un país. El alma viva de todo un pueblo

¿Y ahora qué hacemos? ¿Lo aceptamos? ¿Tenemos que aceptar, como nos dicen, que vivimos en un estado con carencias democráticas? Un estado con carencias democráticas... ¿no será que es un estado con fuertes tics del franquismo? ¿A qué juegan? Están jugando con la vida y con los sentimientos de personas buenas. Personas inocentes. Mujeres y hombres que no han cometido ningún delito. ¿Cuál es el motivo que justifica la prisión preventiva de aquellas y aquellos que sólo han puesto las urnas? ¿Y cuál es el motivo por el cual los Jordis hace un año que están encerrados en la prisión? ¿Por dialogar y calmar una manifestación pacífica? Estos "supuestos demócratas" que avalan el golpe de estado en Catalunya y que nos tratan de golpistas, me gustaría que tuvieran el valor de mirar a los ojos, fijamente, a las mujeres, a los maridos o a los hijos, hijas y familiares de los presos y exiliados. Y ser valientes y decirles: "Vivimos en un estado con carencias democráticas, por eso sus familiares están en la prisión o en el exilio". ¡Válgame Dios!

Y yo me pregunto... ¿no será que un estado con carencias democráticas después de 40 años de supuesta "democracia", un estado que no ha sido capaz de eliminar el mausoleo fascista del genocida y dictador Franco, un estado que no ha sido capaz de recuperar a los más de 130.000 desaparecidos, un estado que no ha sido capaz de pedir perdón... es un estado en que la "transición modélica" fue un fracaso y que algunos continúan inducidos por los principios fundamentales del "Movimiento"? Pues sí, ya lo digo yo. Alto y claro. Vivimos en un estado donde el franquismo sigue teniendo impunidad y se manifiesta como una fiera feroz escondida dentro del sustrato político, judicial e institucional creado expresamente para mantenerlo.

Y no sólo lo digo yo. También este lunes pasado, 15 de octubre, un grupo de eurodiputados del Parlamento Europeo participaron en el homenaje al president Companys en el Fossar de la Pedrera, donde también denunciaron la impunidad del franquismo en el Estado español. Eurodiputados de aquí que han tenido que crear en el Parlamento Europeo lo que no han podido crear en el Estado español, un grupo de memoria. Un grupo de memoria para trabajar y recuperar esta tan necesaria memoria que algunos se han esforzado en borrar y reinterpretar a su gusto. Un grupo de memoria formado por los eurodiputados Jordi Solé, Josep Maria Terricabras, Ramón Tremosa, Ernest Urtasun, Izaskun Bilbao y Miguel Urbán (entre otros).

Con lo que hemos vivido hasta ahora con la violencia extrema del 1 de octubre, con la respuesta de la Corona y la abnegación de la política nacional española, ¿cómo no podemos hacer un paralelismo con el pasado? ¿Cómo no podemos comparar el encarcelamiento del president Companys con los presos políticos actuales? ¿No recuerdan como reían y se burlaban de Oriol Junqueras los agentes policiales que lo trasladaron a la prisión? ¿No recuerdan cómo reían, maltrataban o torturaban al president Companys los policías franquistas a la Dirección General de Seguridad de Madrid?

Sólo con serenidad y con firmeza seremos capaces de convertir este país de pátina gris en aquel con el cual el president Companys soñó

¿Y qué más quieren que diga? Indignación, injusticia, falta de derechos y valores, pero también serenidad. Porque sólo con serenidad y con firmeza seremos capaces de convertir este país de pátina gris en aquel con el cual el president Companys soñó. La Catalunya libre, llena, republicana con nombre de Estat Català.

Y lo haremos con los valores que él nos enseñó, pero también con los valores de los que lo han precedido y nos han seguido enseñando. Los que el Estado español ha sido incapaz de enseñar (y así continuará), un estado símil a la burrada de aquellos que piensan que "la Hispanidad, junto con la Romanización, han sido las mayores victorias de la humanidad".

Cada día más cerca de la libertad. Cada día más lejos del fascismo. Ahora sólo hace falta que seamos capaces de entender que lo tenemos todo para ser libres. Que el siguiente embate llegará, seguramente muy pronto. Que muy pronto veremos que querrán juzgar y condenar a todo el pueblo de Catalunya. Ya lo quisieron hacer una vez. Ahora tampoco lo conseguirán. Pero, mientras tanto, armémonos de los valores que aquellos nos han enseñado. Preparémonos, abracémonos, hablemos, entendámonos y crezcamos. Observemos dónde estamos y dónde queremos ir. Porque nunca podrán "fusilar judicialmente" a todo un pueblo.

Un año sin los Jordis. Un año sin vuestra voz. Un año de silencios. Pero no nos harán callar. ¡Os queremos en casa y os perjuramos que lo conseguiremos!

Y permitidme que acabe tal como he empezado, con las palabras que nos llegan en papel desde la prisión de Lledoners de la mano de la revista Sàpiens, en boca del vicepresident Junqueras en nombre del president Companys.

Venimos para servir ideales. Llevamos el alma empapada de sentimiento. Nada de venganzas, pero sí un nuevo espíritu de justicia y reparación. Recojamos las lecciones de la experiencia. Volveremos a sufrir, volveremos a luchar, volveremos a ganar". Lluís Companys i Jover, president de la Generalitat de Catalunya, 1 de marzo de 1936.

El desenlace de esta historia está en nuestras manos. No fallaremos, president, "¡por Catalunya!".