Hace unos días el presidente del Consell per la República, presidente de Junts per Catalunya y president en el exilio firmaba un artículo en La Vanguardia en el que si bien hacía un primer análisis que todos los independentistas podemos compartir, a continuación protagonizaba la enésima huida adelante y acababa haciendo proclamas al vacío sin hacer una sola propuesta. Ni una, más allá de volver a señalar con el dedo, instalado en aquella máxima de los "nítidamente independentistas" que, al mismo tiempo, ejercen de muleta de Iceta en toda la región metropolitana con toda la desvergüenza.

Este es el principal problema de los de Puigdemont, obviando la crispación, la ausencia de cualquier tipo de propuesta que no sea retórica. Ni una sola idea, ni una sola explicación de cómo lo tenemos que volver a hacer. Nada. Puigdemont no se debe haber leído ni una línea del libro hecho a cuatro manos entre Marta Rovira y Oriol Junqueras, Tornarem a vèncer (I com ho farem) de Ara Llibres. Los autores hacen una propuesta diáfana que, además, dicen poner a disposición del movimiento independentista para que sea debatida. No dicen tener toda la razón. Sencillamente, exponen sus razones y hacen una propuesta respetuosa y centrada, sobre todo, en el cómo.

El análisis de Rovira y Junqueras, por otra parte, es muy parecido al que hace Arnaldo Otegi, que cuando dice la suya, dibuja una propuesta estratégica muy parecida a la de Junqueras y Rovira. La respuesta de Junqueras al artículo de Puigdemont es, en cambio y a pesar de la acritud de este último, propositiva, constructiva. La cuestión es por qué motivo Puigdemont se niega incluso a hablar y sigue haciendo volar banderas cada vez más bastas para disimular su absoluta falta de propuesta estratégica. Ni hace ni deja hacer. En este caso, diría que básicamente es por dos motivos. El primero, para no chocar con Jordi Sànchez, que parece que tiene una, con permiso del jefe de prensa de su formación política que no pierde oportunidad para descalificar a los presos políticos. El segundo, porque sencillamente no tiene ninguna.

Sin proyecto ni planteamiento estratégico seguirán ampliando la grieta entre independentistas, la misma que los ha llevado a perder la mitad de los diputados en el Parlament de Catalunya durante los últimos diez años

La consecuencia directa es una lista electoral cada vez más radicalizada y cada vez más a la derecha. Sin una sola idea, sin una sola propuesta que no sean consignas panfletarias y acusaciones de traición a diestro y siniestro. Hasta el punto de que el ganador de las primarias es alguien que va diciendo que la bandera de los Estados Unidos la hicimos los catalanes y que da cobertura a ideas como que Shakespeare también era catalán provocando el hazmerreír propio y ajeno. O que trata de "colonos" a los inmigrantes españoles, un lenguaje más propio de fuerzas de extrema derecha. Este tipo de posicionamientos sólo harán recular el independentismo y estigmatizarlo. Que personajes así que propagan este tipo de ideas sean los que más votos obtienen hace la justa medida de la cosa. No tengo ninguna duda de que si el hombre que más se ha significado por los insultos en la red —para más señas, acólito del Felipe de los GAL— se hubiera presentado en las primarias de Junts, habría obtenido un resultado espectacular. ¡Qué panorama más desolador!

Me gustaría pensar que pasadas las elecciones —las que el president Puigdemont no permitió convocar en verano para engrasar su maquinaria electoral— se producirá algún tipo de planteamiento estratégico desde Waterloo, por poco que sea, por mínimo que sea. Sencillamente para, al menos, poder poner negro sobre blanco y poder debatir y compartir algún tipo de estrategia razonable y amplia que nos permita salir de este callejón sin salida de la confrontación cainita que quizás ayuda electoralmente a Junts per Catalunya, pero que es nefasta para el país.

Por otra parte, sin proyecto ni planteamiento estratégico seguirán ampliando la grieta entre independentistas, la misma que los ha llevado a perder la mitad de los diputados en el Parlament de Catalunya durante los últimos diez años. A seguir dinamitando toda estrategia unitaria del independentismo en beneficio exclusivamente de algunos. Y por este camino no se va a ningún sitio. O peor, se malgasta todo el capital acumulado. Ojalá un día se den cuenta de ello. Que no sea entonces demasiado tarde.