Engaño tras engaño seguimos asistiendo al esperpento de un independentismo converso que se ha habituado al onanismo. Tanto trabajo que queda por hacer y una parte del independentismo (a menudo neoindependentismo) sigue cautivo de un discurso visceral sin pies ni cabeza. Cuando se sustituye la razón para explotar la emoción, nos adentramos en el reino de lo irracional, de la magia y el esoterismo.

Explican que los nuevos dirigentes juntaires están convencidos de poder seguir utilizando la frustración, que la gente es crédula y que pueden seguir explotando la comedia en la que viven instalados. Quiero pensar que debe tener fecha de caducidad, y que irá languideciendo. El problema es que han enviado al "Gol Sur" a una parte del independentismo que ahora brama enfurecido y actúa como un grupo de hooligans a ojos de gran parte de la sociedad catalana. Ahora también se lo ha espetado la candidata de la CUP, Dolors Sabater, que textualmente ha dicho: "Borràs enreda con la DUI". No es que la candidata (post)convergente no lo sepa, ¡claro que lo sabe que nos engaña como memos! Y lo hace a conciencia, con toda la frivolidad.

Pero he aquí que la comedia tiene un techo de adeptos y que no parece claro, afortunadamente, que sea lo bastante eficiente para tener un buen resultado en las elecciones. Pero como han colado todo tipo de bolas, pensarán que ya no viene de una o, sencillamente, es que se han habituado a vivir de todo tipo de ocurrencias que verbalizan sin rubor jugando con la buena fe de la gente. Da igual si es un "abrid las prisiones" o anunciar "DUIs" como quien vende bragas en el mercado de Calaf.

¿Hasta cuándo pueden mantener esta actitud tan destructiva y cuándo aprenderán a sumar?; ¿cuándo participarán en una estrategia compartida?; ¿cuándo tejerán alianzas en la sociedad catalana?

Como saben que no tienen proyecto político para el país y que las promesas de "volveré si me votas" y "de activar la República" son agua de borrajas —cuando no han perdido toda credibilidad— ahora se aferran por todas partes a evocar el ascenso de Pascual Maragall a la presidencia de la Generalitat, como si vivieran en el túnel del tiempo recordando el tripartito. O sea, los mismos que han entronizado al frente de la Diputación de Barcelona a la presidenta del PSC, que la están protegiendo de la imputación por corrupción, que han sembrado la región metropolitana de sociovergencia y que participan en la recuperación del gobierno de ayuntamientos tan significativos como Sabadell en manos del PSC, ahora resulta que utilizan el espantajo de un pacto con los socialistas. Hacen cierto el dicho "quien mal hace, mal piensa". La hipocresía y la comedia elevadas a categoría política.

Hay que tener narices para proyectar sobre otros tu práctica de hacer de muleta del PSC. O para hacer una afirmación tan miserable como que Junqueras está en la prisión por corrupción. Muchas narices después de haber salido en auxilio del PSC con el fin de preservar intactos sus cortijos metropolitanos y seguir ayudándose a tapar las corruptelas mediante el pacto entre sociovergentes. Hoy el PSC gobierna cómodamente en el conjunto de la región metropolitana de Barcelona, el área más poblada del país, gracias a contar con un socio dócil que por cuatro chavos se lo traga todo, que ha cogido la costumbre de tomar el pelo a la gente, que utiliza sus votos para apoyar a los socialistas en medio país mientras arrastra por el barro la estelada con su deplorable actitud.

¿La pregunta es hasta cuándo pueden mantener esta actitud tan destructiva y cuándo aprenderán a sumar?; ¿cuándo participarán en una estrategia compartida?; ¿cuándo tejerán alianzas en la sociedad catalana?; ¿cuándo dejarán de enredar y alargarán fraternalmente la mano? ¿Cuándo?

Catalanas, catalanes. El 14 de febrero hay que llenar las urnas de democracia, de libertad, de esperanza. El 14 de febrero hay que apostar por un proyecto político de emancipamiento nacional real, tangible, sin ambages. Escoger entre tener los pies en el suelo o continuar perdidos, sin rumbo y viviendo en las nubes. Autodeterminación, amnistía y ser una mayoría desbordante que nos permita anhelar por lo que tantas y tantos han luchado, entre ellas y ellos, los presidentes Macià y Companys. Y pensad, tenedlo claro, que si no vamos, ellos ganan. Si no vas, el PSC de Illa aceptará con los brazos abiertos los votos de la extrema derecha, de Vox. ¡Hagamos que gane la libertad!