Quién nos tenía que decir que personas buenas, honestas, dignas y justas estarían encarceladas o en el exilio sólo por el simple hecho de defender sus ideales políticos avalados por la mayoría del pueblo de Catalunya y que tendrían como respuesta la represión típica del régimen franquista.

Ahora es la hora de tener la cabeza fría, el corazón caliente, con una mano tendida al diálogo pero con la otra preparada para decir al amo que queremos dejar de ser la sirvienta, que queremos irnos de casa y, si conviene, hacerlo dando un portazo. Nada más. Diálogo o desobediencia real, no desobediencia de "boquilla".

Tenemos que rehuir de los diálogos estériles, del pactismo autonómico, de los desayunos en el Palace, del peix al cove, de las refundaciones con intentos de OPA al soberanismo y al movimiento del 1 de octubre, de los pensamientos mágicos, de las jugadas maestras, de los intentos de mantener las hegemonías del pasado o de las "Crides al sol".

Hay que recuperar la fuerza del pueblo con las entidades de los movimientos sociales independentistas al frente

Hay que hacer efectivo el mandato legal del 1 de octubre que nos dio el pueblo.

Hay que volver a lo que nos ha traído hasta aquí, a tejer estrategias compartidas que respondan a la diversidad ideológica y a la pluralidad de la sociedad.

Hace falta la coordinación del movimiento independentista que responda a las diferentes sensibilidades del país, que englobe desde el centroderecha liberal hasta la izquierda anticapitalista.

Hace falta que el independentismo obtenga el máximo de apoyos posibles y, como ha quedado demostrado, con la unidad de listas el independentismo ha sacado peores resultados. Y eso pasa por el simple motivo que un miembro de la PAH nunca votará una lista donde haya un partido que vote a favor de los desahucios exprés.

Hace falta unidad de acción entre partidos, entre todos los partidos. No necesitemos frentes unitarios con listas únicas. Si hemos llegado donde estamos es gracias a que el éxito de la fuerza independentista es precisamente su diversidad política.

Hace falta que nos centremos en el objetivo de hacer efectiva la República, no sin antes reflexionar sobre cuáles fueron los errores y saber cuál es la estrategia a seguir a partir de ahora.

Todo eso no puede quedar tapado con estrategias municipalistas, con si hace falta o no hacer primarias o si hace falta un cuarto partido independentista en la ciudad de Barcelona.

Hay que recuperar la fuerza del pueblo con las entidades de los movimientos sociales independentistas al frente. Hace falta convocar la mesa de partidos y entidades y reorientar el camino, desde la transversalidad.

No podemos permitir tendencias sesgadas, poco transversales y posicionamientos que laminen la musculatura

Y para defender esta transversalidad y la unidad de acción también me hice socio de la ANC y, ahora hace unos meses, fui escogido secretario nacional, con el objetivo de trabajar, ayudar y dedicar mi tiempo a continuar el camino, a contribuir para hacer efectiva la hoja de ruta; para acercar y sumar a más y más gente y aumentar la fuerza del movimiento de emancipación nacional catalán. Porque queda claro que si somos más y más, seremos más y más fuertes.

La ANC es sinónimo de diálogo y punto de encuentro de varias sensibilidades, sinónimo de la pluralidad y reflejo de la diversidad de nuestro país, un espacio y una mesa de diálogo con igualdad de condiciones. Pero a la vez no podemos permitir que sea el lugar donde incluir estrategias con aromas partidistas, el patio de atrás de luchas intestinas partidistas de la más baja estofa política. No podemos permitir que ninguna sombra se acerque en este sentido a la ANC, ni ahora ni nunca. Y eso lo digo con toda sinceridad y afecto, porque los últimos tiempos he tenido la sensación de que ha sido así. No podemos permitir tendencias sesgadas, poco transversales y posicionamientos que laminen la musculatura.

Tenemos la obligación moral de que la ANC siga siendo el principal actor representativo de la sociedad civil hacia la República. Una ANC plural, diversa y que refleje este país tan diverso. Una ANC que sea el espejo de un pueblo que habla decenas de lenguas, que tiene centenares de orígenes pero que comparte un único anhelo: la libertad y la República.

Yo os puedo asegurar que lo seguiré haciendo, de forma humilde, transversal y constante.