En el interior del buzón, un sobre marrón. El anagrama de Edicions Saldonar me delata el contenido. La portada me impacta. En el centro, la fachada principal de la basílica del Valle de los Caídos, custodiada por la infranqueable cruz cristiana de 150 metros de altura. En el cielo, la imagen de Joan Colom y su esposa se difumina entre las nubes. Debajo, el nombre de su nieto, Joan Pinyol, autor de este libro. El capelladí que mueve cielo y tierra para desenterrar la memoria republicana del mausoleo franquista y sacar a su abuelo del lado de su verdugo. El nieto que lleva impregnado en el ADN la lucha. En el alma, los valores por los que su abuelo perdió la vida. Un libro que late, que habla y que tiene una promesa: Avi, et trauré d’aquí!

Joan Pinyol es licenciado en Filología catalana, catedrático de enseñanza secundaria y hace treinta años que es profesor de lengua catalana y literatura. El escritor que en el decimonoveno título ha encontrado lo que lo hace tan especial, la narración de la eterna lucha para recuperar la dignidad de su abuelo, que ve la luz ―en la mayoría de librerías― el día del 80º aniversario de su muerte, el 5 de marzo de 1939.

Un relato que combina poesía y prosa que, suavemente, impregna cada una de las páginas. Narrativa íntima que rompe el silencio. Palabras tiernas empapadas de sentimiento. Palabras que se apropian de la injusticia y el olvido para transformarlo en esperanza.

Y les seré franco, me cuesta escribir estas palabras sin poder contener la emoción ante la inmensa dignidad de cada párrafo, al paso de cada página. El sentimiento que constata la desatención y el olvido de las víctimas republicanas. El aliento en la nuca de aquellos que ganaron la guerra, ahora, autollamados demócratas.

El documental del Sense Ficció de TV3, realizado por Montse Armengou y Ricard Belis, ha dado título a este libro. El sello inconfundible de Montse Armengou, directora de documentales del Sense Ficció de TV3, lo encontraréis en el prólogo. No hay suficientes palabras para agradecer su tarea al frente del periodismo de investigación de calidad durante estos últimos diez años. Una década hablando de esas historias escondidas en el fondo del cajón. Un decenio recuperando la memoria histórica y la lucha por los derechos humanos.

El ejemplo de la lucha contra el olvido, la lucha por lo que han querido silenciar

La televisión pública como la ventana de esperanza ante la falta de complicidad de la administración. Una administración pública que demasiado a menudo se ha olvidado de los familiares y víctimas, una vergüenza que se ha perpetuado durante décadas en este país. Sacar del anonimato a los millares de historias que todavía conviven.

Sólo les adelantaré que el libro divide la promesa en dos partes. En la primera, la vida de Joan Colom, el soldado republicano que fue enterrado en la fosa común del cementerio de Lleida. Las flores que la familia le llevaba durante años dejaron de tener sentido el 2008, cuando descubrieron que sus restos habían sido trasladados con nocturnidad, ensañamiento y sin el permiso ni informar a la familia, al lugar que su nieto llama el "parque temático del fascismo". Y en la segunda parte, la brutal odisea para sacar su cuerpo de bajo la cripta de la basílica del mausoleo fascista que atenta y perturba el Valle de Cuelgamuros.

La vida nos llevó a encontrarnos con Joan Pinyol. El mes de marzo del año pasado, el programa Solidaris de Catalunya Ràdio nos invitó a visitar el mausoleo para compartir nuestra opinión ante la barbaridad que supone mantener en pie esta ignominia franquista. El genocida enterrado al lado de sus propias víctimas, casi 34.000 registradas, cerca de 60.000 en total según algunas estimaciones oficiales.

Las víctimas del franquismo siguen teniendo el mismo papel 80 años después. El motivo, una dictadura enquistada, disfrazada y perpetuada en el tiempo, avalada por ciertos partidos políticos y el establishment neofranquista. Ni los gobiernos de derecha ni los de izquierda han sido capaces de hacer lo que tendría que ser una obligación para cualquier país. El olvido de los gobiernos ha generado la doble victimización, la que desprecia y la que humilla.

La lucha de Joan Pinyol tiene que ser el ejemplo para miles y miles de familias. Este libro tendría que ser de obligada lectura en cualquier centro educativo. El ejemplo de la lucha contra el olvido, la lucha por lo que han querido silenciar. El compromiso para cambiar el olvido por dignidad y vencer, de una vez por todas, la eternidad del régimen. Hacer de la verdad, la justicia y la reparación, los valores esenciales de nuestra sociedad.

Es fundamental unir nuestra lucha, somos muchos y no tenemos miedo, tenemos el derecho, el deber y la responsabilidad de recuperar lo que les hizo perder la vida

La historia de Joan Pinyol tiene que ser el aliento de esperanza para aquellos que lo han perdido. El testimonio atronador ante el silencio perpetuado. La fuerza de la lucha para la recuperación de la dignidad ante la debilidad democrática. Me cae la cara de vergüenza cuando, todavía a menudo, conozco historias silenciadas que han pasado de madres a hijos. Me cuesta aguantar las lágrimas cuando aquella mano fría y arrugada, coge la mía con fuerza, mientras me explica aquella historia que el miedo ha escondido durante décadas. Aquella voz rota y frágil que te pregunta, ¿por qué? ¿Por qué tantos años? ¿Por qué no nos han ayudado? ¿Por qué nos han hecho callar aprovechándonos del miedo al recordar lo que hemos sufrido? ¿Por qué se ha silenciado a los perdedores de la guerra?

La mayor tarea está por hacer, lo sabemos, pero todo es posible, sólo depende de nosotros. Hay que remover el rumor del silencio. Si sumamos cada una de estas miles de historias silenciadas es imposible que nos paren. La fuerza que te da el agua cuando corre, pasa o rompe. Animémonos y digamos muy alto y muy fuerte que nadie nos parará. Que lo haremos por ellas y por ellos, por los que se tumban a un metro bajo tierra en el camino del olvido, por nosotros y por los que vendrán.

Cuando veo la lucha incansable de Joan me siento más fuerte, menos solo, más esperanzado. Nos tenemos a nosotros, ¿qué más nos hace falta? Es fundamental unir nuestra lucha, somos muchos y no tenemos miedo, tenemos el derecho, el deber y la responsabilidad de recuperar aquello que les hizo perder la vida, la verdad es imparable.

La vida me ha llevado a conocer personas maravillosas y aprender cada día a su lado. Una de estas, es Joan Pinyol. Una persona que ama y se deja amar. Determinado, firme y dispuesto a hacer lo que haga falta para hacer justicia. Un amigo y un compañero de lucha. Sin lugar a dudas, harás realidad tu promesa. Gracias para compartir vuestra historia. Volverán a casa, de donde nunca hubieran tenido que salir.

A l’avi, amor i raó de tot plegat