Después del inicio de las cuestiones previas del juicio contra el 1 de octubre, donde la mecánica judicial española ha sentenciado (antes de empezar) que el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya queda demasiado lejos, pasado mañana llegará una jornada que no dejará a nadie indiferente.

El 21-D es el día escogido por el Gobierno para ir de excursión a la "prenavidad" catalana. Aquellos encuentros faraónicos de sectas del marketing con el objetivo de colocar todo tipo de trastos a abuelos despistados seducidos por canapés de jamón y que, este año, será en la capital catalana.

El generalísimo Pedro Sánchez viajará a uno de sus dominios hiperbólicos del imperio español. No irá solo, lo acompañarán el séquito de sirvientes y vasallos que conforman el Consejo de Ministros. La Llotja de Mar de Barcelona, un edificio donde antiguamente se reunían los mercaderes de la ciudad, ahora será el escaparate del mercadeo político con la subida del salario mínimo interprofesional. Subida de sueldo, por un lado, y centenares de miles de euros a la basura, por el otro, sólo para hacer realidad el sueño húmedo de celebrar la reunión en la Galia catalana.

Un gobierno español queda falto de cintura política y engorda a base de vergüenza e indecencia, calificando al soberanismo de no ponerse de acuerdo ni en la huelga de hambre. Muchos blísteres de cinismo consumidos por el gobierno Sánchez, que busca la enésima provocación de un pueblo que se queda a las puertas del juicio político de sus líderes y que busca la excusa de un Maidan para intervenir.

El objetivo no puede ser otro que el intento de justificar la intifada nacional invocando al dios del 155. La espada de Damocles para mantener la hegemonía de los nostálgicos patrióticos constitucionalistas, nombrados "fascistas" por todo el mundo menos en el estado español.

Y aunque algún director de diario, amante de los fuets de Vic, no parece estar de acuerdo, el 21-D tiene que pasar a la historia como la jornada de reivindicación pacífica, imagen de la resistencia cívica que ha empapado la fuerza del movimiento independentista catalán hasta ahora.

Nuevo intento de criminalizar a los Mossos

La semana pasada, intercambio de cartas entre el Gobierno y la Generalitat. La vicepresidenta Calvo calificaba la intervención de los Mossos ante la actuación de los CDR en el corte de la AP-7 y el levantamiento de barreras de presunta inhibición y abandono de funciones. El titular de Interior Grande-Marlaska subía la temperatura amenazando con que si los Mossos no cumplían con las funciones descritas en el 104.1 de la Constitución, ordenaría la inmediata intervención por parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Y de postre, el Partido Popular del "desequilibrado" Pablo Casado pedía al Senado la intervención de los Mossos vía la Ley de Seguridad Nacional.

Y todo eso no viene de nuevo. Los Mossos están en el centro de la diana desde que el becario Zoido, hace más de un año y medio, señaló a la policía catalana como la estructura de estado a vencer. No pudieron soportar la brillante actuación de los Mossos a ojos del mundo como respuesta a los terribles atentados del 17-A en Catalunya. No han podido digerir el descrédito en el que quedó el CNI y la policía española, con conjunción a los despropósitos internos de "Villarejo y sus amigos". Y el 20 de septiembre delante de la sede de Economia y el 1 de octubre lo acabaron de confirmar.

El civismo de las grandes manifestaciones ha sido el signo de gran fortaleza ante el fascismo de Estado

Y, evidentemente, no me olvido de las imágenes de las actuaciones de Girona y Terrassa y tantas otras que no se pueden volver a repetir. Los miembros del Cuerpo de Mossos d'Esquadra son y tienen que ser los servidores públicos que velan por la defensa de los derechos y las libertades públicas de la ciudadanía y su desarrollo. No nos equivoquemos con quién les quiere hacer daño. El enemigo es aquel que quiere criminalizar la actuación de los Mossos d'Esquadra. ¿O es que ya no recordamos la tarea del major Trapero y el conseller Forn al frente de la conselleria?

El gobierno español no confía en los Mossos, sino, ¿por qué ha movilizado a 1.000 "piolines" para el 21-D? Prefiere la violencia de los grises testosterónicos y la de los perros de presa del Duque de Ahumada por delante de la policía catalana.

El 21-D tiene que ganar la serenidad y la firmeza

El 21-D tenemos que salir a la calle para manifestarnos y denunciar este Estado que no tiene límites cuando se trata de aniquilar los derechos y las libertades. Es el momento para reclamar que no queremos los conquistadores de la rosa en nuestra casa. Es el momento para denunciar el despilfarro de recursos públicos para blindar una reunión que sólo tiene el espíritu provocar. Es el momento de decir que el 1-O votamos y ganamos. Es el momento de denunciar los tribunales de excepción del Estado y la falta de garantías del juicio político.

Es el momento de actuar con serenidad y firmeza. La misma serenidad y firmeza que nos demuestran, día a día, los presos políticos. Porque saben que son inocentes y que no renunciarán a nada, con la conciencia y la convicción de que poner las urnas nunca puede ser un delito y que nunca renunciarán y se cansarán de luchar por la libertad del pueblo de Catalunya.

Nuestra lucha continúa y el viernes es necesario que participemos en todas las movilizaciones, actos y manifestaciones organizadas por decenas de entidades como la ANC, Òmnium y en la huelga de la Intersindical. ¡Y claro que sí! Movilización contundente y sin un gramo de violencia.

Pacifismo y activismo social para expresar que no queremos el gobierno de los lacayos llamados de izquierdas y que sólo les falta el caballo de Abascal para unirse a la derecha más reaccionaria y fascista. El civismo de las grandes manifestaciones ha sido el signo de gran fortaleza ante el fascismo de Estado.

Pero, sobre todo, vayamos con cuidado porque los jueces escritores de novelas de miedo ya disfrutan del vídeo arbitraje VAR y que, a buen seguro, anotarán cualquier acción que salga de su marco irreal como un nuevo capítulo de los panfletos de historias que ya han acabado entre las rejas sórdidas de las prisiones.

Hagamos del "no pasarán" el grito ecuánime y el argumento para demostrar que nunca podrán vencer al pueblo de Catalunya con palos y violencia. ¡Que nuestro espíritu es la resistencia, la perseverancia, la determinación y el coraje y que no pararemos hasta conseguir la libertad!