Las ocho de la tarde. Cierre de las mesas electorales en Cataluña. Y yo, sentada en la butaca de un cine. Llorando, tapándome los ojos, mordiéndome los labios a veces, suspirando, retorciéndome en el asiento, hundiéndome, emocionándome. Comprendiendo, descubriendo. Estaba viendo la presentación en Madrid del documental “Lesa Humanitat”.

Torturas, bebés robados (justificándolo con teorías “científicas” que consideraban que los hijos de las republicanas y marxistas deberían ser educados por familias conservadoras para protegerles y así, intentar suplir su “enfermedad congénita”), mentiras, políticos corruptos, lenguas de serpiente, Suresnes, los servicios de Inteligencia de potencias extranjeras, Franco y el Rey, Videla. Las madres de la plaza del 2 de mayo, Evita. Los campos de concentración. Holocausto. España, el segundo país en el mundo en el número de desaparecidos (detrás de Angola). Mi querida Lidia Falcón. Su dolor. Su verdugo paseando tranquilamente por la calle. Felipe. José María. Carrilo. La bandera de España. Traición. Transición.

Y Cataluña. Compans. Fusilamiento. República. Y cárcel. Torturas. Franco. El Rey. Felipe. Suresnes. Autodeterminación. Constitución. Que fue firmada pero no jurada. Y que Suárez acató arrodillado. Calles con nombres de verdugos. Grandes avenidas. Baltasar Garzón. La Audiencia Nacional, que se declaró no ser el tribunal para sentenciar la rebelión. Casos que pasaron sin pena ni gloria blanqueados por una ley de Amnistía que encubrió lesa humanidad y genocidios.

“El derecho de autodeterminación es un principio básico de la izquierda”. Así me contesta Chano cuando le pregunto por el momento tan importante que estamos viviendo, justo en el instante en que se decidirá entre Monarquía Española o República Catalana.

Gana el sector soberanista, para más señas, el independentista. Sin embargo, por el momento, la lista más votada es la de Ciudadanos. Digo “por el momento” porque quedan unos días para que lleguen los votos del exterior, aunque se supone que no podrán modificar a grandes rasgos los resultados. Llegarán, eso sí, con denuncia mediante de ERC ante la Comisión Europea (los eurodiputados Josép-Maria Terricabras y Jordi Solé han denunciado, a través de una pregunta parlamentaria, que los ciudadanos catalanes en el extranjero han visto vulnerado su derecho de voto). Porque, efectivamente, lo del voto exterior es aberrante: muchos no han recibido las papeletas, algunos no han recibido de todos los partidos; otros directamente no han recibido contestación a su ruego de voto; y además, cabe la posibilidad de que su voto no llegue a término (en las últimas elecciones de 2015, se perdió el 30% del voto exterior).

Se confirma con estos resultados que la sociedad catalana apoya una República. Se confirma, además, que dentro de los votos independentistas, la mayoría de escaños son para la izquierda (volverá el TC a tumbar las leyes que se impulsen para beneficio de toda la sociedad?). Se confirma que se ha querido respaldar al President Puigdemont. Y del mismo modo, se evidencia el absoluto rechazo al Partido Popular.

El PSC, con un diputado más, ha perdido las ganas de bailar. Por esta noche, al menos.

Arrimadas no se lo podía creer. La verdad, para ser sinceros, yo tampoco.

Y lo de los Comunes, sinceramente, era de esperar.

El voto se ha polarizado. Lógicamente. Con lo que ha sucedido, las medias tintas iban a salir perdiendo.

Sin embargo, hay que señalar que, teniendo en cuenta la abrumadora campaña que ha hecho Ciudadanos (sorprendente por la cantidad de fondos invertidos para ello), los medios de toda España a su favor (no olvidemos que en jornada de reflexión, el ABC dedicaba su portada a Inés), y por el contrario, mintiendo sobre las formaciones soberanistas de una manera obscena. Mientras los candidatos de los partidos soberanistas están aún en prisión, siendo incluso amonestados por atender una entrevista, o en el exilio. Y la Junta Electoral prohibiendo todo lo habido y por haber. En este clima se han producido los comicios. Y con todo a favor, Arrimadas ha obtenido 3 escaños más que Puigdemont.

Me pregunto qué pasará ahora. Qué viene después.

Hace dos días, Albiol contestaba a Julia Otero que veía muy probable que se volviera a aplicar el 155, pero de una manera “muy distinta” a la anterior. Sonó a amenaza. Sonó muy mal.

¿Detendrán a Puigdemont cuando aterrice para tomar posesión de su acta de diputado? ¿Cometerá ese suicidio el Partido Popular ante los ojos de toda Europa?

La conclusión de esta noche, sencillamente, es que en España tenemos una Monarquía con un Gobierno de Derechas, plagado de corrupción, con una oposición que le apoya, mientras Cataluña saluda a una República donde la mayoría de escaños los tiene la izquierda. Espero que, aunque simplemente sea por envidia, España despierte de una vez.

Una buena manera de ir comenzando es ver el documental “Lesa Humanitat”