Es admirable que algo tan ocultado y ninguneado durante gran parte de la historia de la humanidad como la menstruación, se haya convertido en trending topic. Y lo es, porque la regla, señores, sigue siendo un tema tabú. Una especie de inmundicia del género femenino que muchos hombres desprecian y temen por su supuesto contenido escatológico. 

La regla es la consecuencia natural del desprendimiento del endometrio cuando el óvulo no es fecundado, o lo que es lo mismo, ante ausencia de embarazo. La regla no es sólo sangre, contiene coágulos, pedazos gelatinosos de ese endometrio que se formó durante tres semanas en nuestro útero, un tejido lleno de vasos sanguíneos destinado a alojar la placenta. La regla es la expulsión vía vaginal de sangre, fibras y flujo, acompañada de cólicos que pueden resultar insoportablemente dolorosos. Un dolor que a veces es paralizante y que causa sufrimiento físico y emocional en las mujeres, que estamos obligadas a convertirlo en un proceso completamente aséptico y lo más higiénico posible.

Con el objeto de pasteurizar nuestros coños, la industria del mundo civilizado nos ha dotado de métodos tan limpios como los tampones

Con el objeto de pasteurizar nuestros coños, la industria del mundo civilizado nos ha dotado de métodos tan limpios como los tampones, pedazos de algodón blanqueados químicamente para introducir en la vagina y bloquear la salida de la menstruación absorbiendo nuestros fluidos, y arrastrando la flora vaginal. Estos tampones chupasangres evitan que la regla se note o se huela, incluso desnuda. Los tampax que nos metemos durante horas en nuestros cuerpos vía vaginal también tienen rayón, una fibra artificial a base de celulosa que se usa para la fabricación de trajes, corbatas, tapicería y neumáticos. El material que rodea el núcleo y el cordón del tampón también lleva poliéster que lo mismo vale para tampones que para botellas, ventanas, pinturas o para las cañerías del baño. 

Todo lo que entra en la vagina pasa directamente a la sangre sin ser filtrado por el hígado. El fabricante de Tampax, Proctle&Gamble, publicó los compuestos de los tampones en el 2015 ante la presión de usuarias y tras varias muertes por el síndrome del shock tóxico. La presencia de tampones en nuestros cuerpos durante varias horas crea un caldo de cultivo ideal que permite la entrada de aire, desequilibra la flora vaginal, deshidrata las mucosas y fomenta el crecimiento de bacterias y microorganismos ajenos a nuestros cuerpos. 

Las compresas tienen elementos similares, pero al menos no están dentro del orificio vaginal. Los productos para neutralizar el pecaminoso olor, a base de perfumes, contribuyen satisfactoriamente a debilitar y enfermar nuestro ecosistema vaginal. En las usuarias de los métodos de contención clásicos es habitual el dolor, las infecciones y la falta de lubricación natural después de la regla. Algo que, por cierto, también contribuye a evitar el sexo a toda costa.

Por si fuera poco, las compresas, los salvaslips y los tampax salen muy caros

Por si fuera poco, las compresas, los salvaslips y los tampax salen muy caros. En la página web de una importante cadena de hipermercados podemos ver los precios. Un paquete de 16 compresas Evax sin alas cuestan 1,86. De 38 unidades, 4,25. Un caja de Tampax Compact de 20 unidades, 3,60. Tampax Pearl de 24 unidades, 4,65. Los protegeslips para los últimos días, 1,52. En una regla se suelen combinar tampones con diferentes tipos de absorciones, compresas para la noche y salvaslips. Cada caja dura unos dos ciclos, dependiendo de la usuaria. Además, los productos de higiene íntima femenina están grabados con un IVA del 10% en lugar del súper reducido 4%. Como comprenderéis, evitar que la sangre se escurra entre nuestras piernas es una necesidad que algunas personas valoramos de primer orden. 

Estos días he estado siguiendo en Twitter la polémica creada por la propuesta de la CUP de Manresa para acercar los métodos de contención de sangrado alternativos a las jóvenes. Y he sentido auténtico asco al ver los comentarios de infinidad de usuarios (y usuarias) mofándose de algo de lo que no tienen ni idea: las copas menstruales y las esponjas marinas. Alardeando de su ignorancia y su memez en público. Haciendo política de una necesaria recomendación sanitaria. Atención a los tuits:

 

 

 

 

 

 

Gracias, CUP de Manresa. Gracias por llevar a un pleno municipal la regla. Gracias por evidenciar una necesidad que sentimos muchas mujeres, la de no sufrir con la menstruación. Gracias por acercar a mucha gente las copas menstruales, un sistema hecho de materiales como silicona quirúrgica, que no absorbe y que simplemente recoge la sangre. Que cuesta menos de 30 euros y que dura años. Que no maltrata nuestros cuerpos. Que es respetuoso con el medio ambiente y evita que 170 kilos de basura generada por cada mujer en su vida menstrual, vayan al medio ambiente. Que no esconde la sangre, que nos acerca a nuestra propia naturaleza y nos hace no despreciar la menstruación como un sucio residuo que una no puede ni ver, ni sentir. 

Me da repulsa la gente que lleva días riéndose de los que han tenido la determinación de poner en la agenda pública un tema sanitario que afecta, en algún momento de su vida, a la mitad de la población. La mitad vilipendiada de siempre, las hembras. Que faltan al respeto a las personas que luchamos por la igualdad y el respeto a nuestra biología. Y vosotros nos llamáis antiguos.

Mi paisano, el intelectual Eduardo Pondal, escribió el poema Os Pinos en 1890, un texto que se ha convertido en el Himno de Galicia. Estos días no he podido evitar acordarme de sus líneas ante aquellos que se intentan apropiar del control sanitario de nuestras reglas. 

Os bos e xenerosos
a nosa voz entenden
e con arroubo atenden
o noso ronco son,
mais sóo os iñorantes
e féridos e duros, 
imbéciles e escuros
non nos entenden, non.

[Los buenos y generosos
nuestra voz entienden
y con arrobo atienden
nuestro ronco sonido,
Pero sólo los ignorantes
y salvajes y duros,
imbéciles y oscuros
no nos entienden, no.]

A todos esos ignorantes, salvajes y duros que se ríen de la copa menstrual les deseo que 170 kilos de compresas usadas lluevan sobre sus cabezas.