La presidenta del Parlament, Carme Forcadell, ha decidido aplicar en la cámara el proyecto de Reforma Horaria. Ya sabe, es la idea que hace tiempo promueve al diputado de Junts Pel Sí Fabián Mohedano consistente en hacer unos horarios “europeos”. O sea, comida a la una y media y cena las 8 y media. Se trata de recuperar en las grandes ciudades (sobre todo BCN) los horarios de toda la vida que todavía se mantienen en los pueblos y en las ciudades medianas.

Para poder conseguirlos (los horarios) hay que adelantar la jornada laboral de la mañana, acabarla antes, por la tarde ponerse más pronto haciendo comidas de aquellas de ir a la idea (vaya, sin sobremesas de “ponga unos chupitos") y terminar a las 18 horas. Y Forcadell lo está haciendo.

Ahora muchos plenos de la mañana empiezan a las 9 y acaban a la una del mediodía (y no pasadas las dos como antes). Y los de la tarde empiezan a las 15h y no a las 16h. ¿Problema? Los horarios del Parlament no son (todavía) los de la vida laboral exterior.

Los periodistas, por ejemplo, siguen haciendo los directos a la misma hora (radios a partir de las 14h y TV a partir de las 2 y media o las 3). Y eso implica que entre la una y las dos, por los pasillos del Parlament caminan como almas en pena un montón de juntaletras, juntapalabras y juntaimágenes esperando su gran momento informativo. Y, sobre todo, buscando hambre. Porqué, mire que los periodistas somos un gremio que siempre tiene hambre, pero a la una del mediodía al estómago todavía no nos llama. Lo tenemos acostumbrado a otra vida y, pobrecito, está perdido.

Ahora bien, no suframos. Tampoco hace tanto tiempo que la gente fumaba en los hospitales y en los aviones y fíjese ahora, los hay que salen a fumar al balcón de su casa para no hacerlo en el comedor. Por la misma razón quizás algún día adelantan el horario de los informativos de radio y TV y, de esta manera, los honrados peones que cada día batallan con la información tendrán tiempo de comer.

Mientras, seguirán haciendo tiempo paseando pasillo arriba, pasillo abajo a ver si les entra el hambre.