Algunos de nuestros conciudadanos, muchos por lo que se ve, carecen de cierta comprensión, digamos, auditiva. No han entendido que la recomendación del gobierno de quedarse en casa y salir lo imprescindible es una recomendación de último recurso.

¿Por qué de último recurso? Pues porque si los rebrotes continúan —aunque los ingresos distan afortunadamente de ser significativos y lejos del colapso hospitalario—, si los rebrotes aumentan hará falta el confinamiento obligatorio. Ahora tanto da cuál sea el instrumento jurídico que se utilice para el confinamiento real; ahora ni siquiera ese es el debate.

El debate ahora va de la estupidez de no creer como un dogma de fe en la salud pública. La salud púbica pasa por reducir al máximo el contacto personal con extraños. Por eso la huida de este fin de semana ha sido sumamente irresponsable. Al grito de "tengo derecho al recreo" la invasión de las zonas turísticas y la ocupación de las segundas residencias han sido deplorables.

¿Tengo derecho a qué? ¿A qué tengo derecho? ¿Tengo derecho a poner en riesgo la salud e incluso la vida de mis conciudadanos? ¿De los sanitarios? ¿Tengo derecho a que se dejen la piel por unas horas de sol, una caminata, una parrillada o una paella? ¿Seguro que tengo este derecho? ¿Tengo derecho sólo a aplaudirlos? ¿Tan déspota soy?

Exijamos al gobierno que actúe. Exijamos al gobierno que ponga medios

O nos quedamos en casa todo lo que podamos o eso pinta muy mal.

Cierto que no sería sólo culpa nuestra. Cierto. Cierto que el gobierno no parece que haya desplegado ni mucho menos los medios necesarios para reforzar la asistencia primaria, con médicos, enfermeros, sanitarios en general, y rastreadores —¡qué palabra!—. Cierto también que hay una operación politicoeconómica para minar la campaña turística de Catalunya. Cierto. Como es cierto que los datos de contagios de muchas regiones no cuadran con los datos de los ingresos. No cuadran seguramente porque son inexactos, aunque el Ministerio de Sanidad las acepte sin abrir la boca. Cierto.

Pero va de nosotros y también de la economía. Si no aceptamos el autoconfinarnos —la única forma de aceptarlo es permaneciendo en casa—, la salud pública, quizás nuestra particular y la de buena parte de la economía, se irá al garete. ¿A eso tengo derecho?

Exijamos al gobierno que actúe. Exijamos al gobierno que ponga medios. Exijamos al gobierno que explique cuál es la salubridad de los transportes públicos en comparación con los teatros. Exijamos al gobierno que explique con datos científicos en la mano, por qué ir a un concierto al aire libre, manteniendo la distancia de seguridad, es más peligroso que ir en avión o en TGV. Por cierto, ¿cuán seguro es utilizar estos medios? ¿Cuáles son los avales científicos para viajar con una seguridad más que razonable?

Exijamos todo eso. Exijamos todo eso porque tenemos derecho a saberlo y tenemos derecho a obtener la seguridad. Sin embargo, mientras tanto, quedémonos en casa todo lo que podamos y más. Que no sea demasiado tarde y el rebrote nos obligue a las malas a confinarnos sí o sí.