Cuando la política cada vez más es marketing y lo importante es colocar el mensaje y no el mensaje en sí. Cuando lo de menos es si lo que dices es verdad o no o si la promesa que haces es posible o no. Cuando sucede todo eso, emerge la figura de Mariano Rajoy.

El hombre gris que nunca sabes si es que mueve los tempos como nadie, si es que tiene mucha suerte o si es que el secreto es quedarse quieto y esperar a que los errores los cometan los otros. El señor que podría ser nuestro tío de Astorga, el señor que podría ser el notario de nuestro pueblo, el señor que perfectamente podría conducir un 1430 con un cambio de marchas de color crema situado al lado del volante, este señor es ahora quien envía el mensaje de que quiere negociar.

El señor que ha elaborado un consejo de ministros lleno de amigos y de altos funcionarios del Estado y no de políticos. El señor que no ha hecho ninguna concesión a los partidos que han vendido su credibilidad para permitirle ser presidente. El señor que ha enviado a la papelera de la historia el fin del bipartidismo, que ha desactivado a Ciudadanos y que ha destruido al PSOE. El señor que sigue gobernando como si tuviera mayoría absoluta. Este señor, ahora, hace enviar el mensaje de que quiere abrir un periodo de negociación con Catalunya.

El movimiento es interesante porque, aunque no sea verdad y todo sea propaganda, quiere decir que se ha dado cuenta de que tiene que mostrarse más flexible y que tiene que dejar de ser el "señor no" porque eso ahora mismo no lo beneficia.

Naturalmente, detrás de esta inversión en imagen está, como mucho, la oferta de una reforma del modelo de financiación autonómica que será contestada por sus propios barones. Y ya no le digo nada de la oposición al nuevo modelo de financiación de los barones (y la baronesa) del PSOE, que tienen que hacerse perdonar tener que andar por la política con los pantalones en los tobillos. Pero no hay más. Aunque ahora nos vendan la moto sin ruedas de que ha empezado la época de la negociación, ni hay ruedas ni hay moto. Ahora mismo, no.

Con las cenizas de la tercera vía dispersadas por la montaña en una ceremonia de adiós tan bonita y discreta como definitiva, ahora nos darán gato por liebre con un retorno a este autonomismo tan antiguo y ramplón que incluso hace cosita.

Preparémonos pues para vivir con alegría esta nueva época de felicidad desbordada y fiesta tropical donde nuestras cabezas serán depositarias de bandejas llenas de exóticas y desconocidas frutas de colores chillones... que resultarán ser las mismas aburridas manzanas de siempre, pero con una capita de pintura.