El director de TV3, Vicent Sanchis, ha entrevistado esta noche al president de la Generalitat Quim Torra. En directo y en el Palau.

Pero la conversación no ha sido en el Pati dels Tarongers, ni en el Saló Sant Jordi, ni en la galería gótica, ni en su despacho. Han escogido la sala Torres García, la antigua sala de mapas que ahora recibe este nombre porque acoge los murales que pintó Joaquim Torres García entre los años 1912 y 1918. Unas pinturas que José Antonio hizo retirar y que volvieron a su sitio el año 1966. Y aquella armonía cósmica que a veces tiene la vida ha hecho que el president Quim Torra haya hecho su primera entrevista en la cadena pública catalana en una sala pintada por Quim Torres. Solo dos letras de diferencia.

Visualmente, detrás del president y a nuestra derecha había la famosa puerta abierta que en la simbología subliminal significa pacto, diálogo. La realidad es que es la puerta que conecta con la sala Antoni Tàpies. Detrás de Vicent Sanchis, la puerta que da al Pati dels Tarongers, a diferencia de otras veces, estaba cerrada. La realización ha sido muuuy austera. Seguramente porque la entrevista se ha pactado con urgencia y no ha habido tiempo de preparar mucha cosa. El corte publicitario lo han hecho poco antes de las 23 horas, cosa que nos ha impedido oír el famoso campanario del Palau.

Quim Torra no es político y se le nota. Ante según qué preguntas no dispara el automatismo de los profesionales de la cosa. Piensa, duda. Busca el argumento. Con una actitud de bondad que lo acerca al tío que por Sant Esteve trae un detallito para todo el mundo y que no le gusta la bechamel, pero se come los canelones sin decir nada. Y repite.

Después de la pausa publicitaria, instantes después de definirse como humanista liberal que económicamente es socialdemócrata y de citar la parodia que hacen de él en el Polònia, nos ha explicado que ha aprovechado el rato para salir a tomar el aire. Ah, y para decirnos que le han repasado el maquillaje.

Durante la entrevista, el primer tema que ha salido ha sido el del racismo-supremacismo que algunos denuncian que destilan sus artículos y tuits. Una vez más no ha querido entrar en el detalle ni argumentar por qué escribió lo que escribió. Eso sí, ha sostenido que estaban escritos desde la ironía, ha pedido ser juzgado por lo que hará como president y ha explicado que "está harto" de los insultos que ha recibido, sobre todo el de nazi, que es lo peor que se le puede decir a un catalán. Y nos ha comunicado que le regalará a Alfonso Guerra un libro que escribió él sobre los campos de exterminación y el de Montserrat Roig sobre los catalanes en los campos nazis.

Después de negar que sea un presidente títere y que él ha escogido este gobierno que está muy unido, ha explicado que el objetivo es el referéndum de autodeterminación. Pero, claro, eso significa desobedecer y aquí Sanchis ha insistido en preguntarle varias veces si son un gobierno autonómico que cumplirá la ley, o un gobierno de desobediencia, o las dos cosas. Y el president ha sacado el violín. No se trata de obedecer o de no obedecer sino que es mejor hablar de oportunidades, tomar las decisiones que tengan que tomarse y después avanzar. ¿Cómo? ¿Desobedeciendo? No, creando el momento. Por lo tanto los conceptos de ahora mismo son "el momento" y "las oportunidades". ¿Pero desobedeciendo al Gobierno? No, de lo que se trata es de no tener miedo porque estamos en un proceso de independencia. ¿Que bonito es el violín, verdad?

¿Y la CUP, qué? Pues hay que convencerlas para que se apunten a buscar estos momentos y no renuncia a tener su voto a los presupuestos del próximo año. El president ha dicho que entiende perfectamente qué piensan porque "la CUP la tengo en casa". ¿Cómor? No, que su hijo la vota. ¡Ah! Y en su casa también hay hijos que pertenecen a algún CDR. Vaya, que si tuviera Carlos Carrizosa de vecino, las reuniones de escalera serían apasionantes.

¿Y la base? ¿Cómo se tiene que ampliar la famosa base social? ¿O mejor dicho, cómo se tiene que hacer la famosa ampliación de la famosa base social? Pues con políticas sociales. Por ejemplo recuperando las 16 leyes sociales suspendidas por el TC. Lo que no ha dicho es qué pasará si las vuelven a tumbar.

Con Pedro Sánchez se han enviado mensajes y han quedado en que se verán pronto. De momento para saber qué explica, cuál es la actitud y para conocer qué proyecto tiene para Catalunya. Eso sí, espera soluciones y no gestos.

Hacia el final de la entrevista, que ha durado en torno a 75 minutos, han ido pasando temas como el de esta Europa que, según él, nos ayudará a ganar, sobre todo judicialmente, o la recuperación del Diplocat, o la Casa de la República de Waterloo. En este último caso con la clásica pregunta: ¿Y eso, quién lo pagará, porque no puede financiarse con dinero público? Y aquí el president ya ni ha sacado el violín y el silencio ha sido la respuesta.

Sobre la polémica de los lazos amarillos ha apelado a la libertad de expresión y ha reclamado un debate serio sobre la conveniencia o no de la independencia, pero cuando lo estaba explicando, se ha acabado el tiempo. En seco.

Al menos los compañeros que tienen que sacar noticias de la entrevista, han podido tener el titular de esto de Pedro Sánchez. Y poca cosa más.