En torno al 26% de las mujeres en el mundo tienen 50 años o más y, por lo tanto, se encuentran en la edad de la menopausia. No es una cifra trivial. Sin embargo, nunca oímos hablar de la menopausia, ni de sus síntomas, ni de los cambios profundos que tiene en nuestra fisiología. Las mujeres lo hablamos entre nosotras, pero parece que no es un tema relevante para el resto de la sociedad, y sin llegar a ser un tema tabú, en el fondo, estamos escondidas, o quizás sería mejor decir que somos invisibles. Cuando estudiaba la carrera de Biología, se me explicó que los humanos (mejor dicho, las humanas) éramos únicas en presentar pérdida de la fertilidad como consecuencia de nuestra edad y sobrevivíamos un periodo de tiempo bastante largo a posteriori. ¿Cuál era el sentido de tener tantas mujeres no fértiles en nuestra especie? Desde un punto de vista evolutivo muy pragmático y utilitario, las mujeres que no estamos ya en edad reproductiva no tendríamos utilidad, ya que no podríamos dejar más descendientes, en contraposición con los hombres, que pueden ser fértiles hasta edades bien avanzadas. Una de las posibles explicaciones a la menopausia unida a nuestra elevada longevidad es la "teoría de las abuelas", en la que el éxito reproductivo no se mediría solo según los descendientes que deja una hembra directamente, sino también en el éxito reproductivo de otros miembros de la familia con los que comparte genes. Si las abuelas no tienen que cuidar de sus hijos, pueden ayudar a cuidar y mejorar la supervivencia de sus nietos (hijos de sus hijas), asegurando la supervivencia de sus genes y, consecuentemente, la supervivencia de la especie. El hecho de que en la gran mayoría de sociedades y culturas humanas las abuelas se impliquen en el cuidado de los nietos parece avalar esta teoría.

Más adelante, se añadieron las hembras de los odontocetos —un orden de cetáceos o mamíferos marinos, en el que encontramos las orcas, los narvales o las belugas— al grupo de hembras de mamífero que tienen menopausia. En este caso, la longitud de vida de las hembras después de la menopausia, comparado con la longevidad máxima de las hembras, es bastante similar a la de los humanos. Ya no somos las únicas hembras con una larga vida posmenopáusica, pero, incluso, en el caso de las orcas y otras ballenas del orden de los odontocetos, también podría aplicar la teoría de las abuelas, porque también las hembras más mayores cuidan de los jóvenes miembros de la comunidad, y son las líderes que dirigen la comunidad hacia la pesca de nuevos recursos.

Pues bien, justo esta semana se han publicado dos artículos que cuestionan que la menopausia sea algo único de las hembras humanas y postulan que puede ser una característica general en muchas hembras de mamíferos, si consiguen sobrevivir más allá de la época reproductiva. ¿Somos las hembras humanas y las hembras orcas realmente las únicas que presentamos menopausia? La respuesta es que no, hay otras especies que presentan menopausia y pervivencia posterior (en torno al 80% de las especies analizadas). Pero como muy bien argumenta uno de estos artículos, quizás el problema es cómo se han obtenido los datos de muchas especies animales (pensemos en que muchos mamíferos tienen vidas largas y la observación longitudinal de muchos años en medio de la naturaleza es difícil) y cómo hemos definido lo que es la menopausia, siempre centrados en la especie humana.

Creo que ya es hora de reivindicar más estudios sobre la menopausia humana y sus efectos sobre nuestra salud, y más estudios sobre la menopausia/ovopausia en otras hembras de grandes grupos de mamíferos

La palabra menopausia procede de la unión de dos palabras griegas, menos que quiere decir 'mes' y pausis que quiere decir 'cese', es decir, fin de las menstruaciones que, en las mujeres humanas, ocurren aproximadamente cada mes. De hecho, cada mes, las mujeres humanas pierden el recubrimiento del útero (que estaba preparado para recibir la implantación de un embrión) acompañado de sangre y otros tejidos. Hay que decir, sin embargo, que la gran mayoría de hembras de mamífero no tienen esta pérdida mensual, sino que su ciclo reproductivo depende del estro, y en los ciclos estrales el recubrimiento del útero no es expulsado sino que es reabsorbido. La menopausia se da en humanos cuando hay un agotamiento de folículos con óvulos para madurar y, por lo tanto, se acaba la fertilidad, con importantes cambios en los niveles hormonales. Sin necesidad de presentar menstruación, muchas otras hembras de mamífero también pueden agotar su capacidad de ovular. Por lo tanto, algunos científicos plantean la conveniencia de cambiar el término de menopausia por el de ovopausia, el cese de producir óvulos maduros fertilizables, de modo que muchas otras hembras de mamífero, además de las humanas, presentan esta pérdida de fertilidad por falta de ovulación. Y hay varios primates, pero también otros órdenes de mamíferos, en los que las hembras tienen un periodo de pervivencia sustancial después de la ovopausia. También es cierto que los datos se han obtenido de animales en cautividad o en zoos, en los que las condiciones son más estresantes y no son equivalentes a las del medio natural.

Otra cosa que nos podemos plantear es si realmente es una menopausia/ovopausia equiparable a la humana. Pues bien, el segundo de los artículos publicados esta semana es el resultado del estudio de más de 20 años de una comunidad de chimpancés Ngogo en Kibale (Uganda). Este estudio tan largo ha permitido analizar muchos datos de la comunidad, pero también la longevidad máxima en este grupo, que, al vivir en la zona central del parque, vive relativamente aislada del contacto humano y tiene acceso abundante a comida variada y nutritiva, incluyendo carne. Las hembras chimpancé habitualmente maduran sexualmente hacia los 14 años y hasta ahora se creía que perdían fertilidad a partir de los 30 hasta que se volvían estériles hacia los 50, cuando morían. Pero en Kibale, las hembras de chimpancé pueden llegar hasta los 69 años (otro mito que cae, la longevidad máxima del chimpancé se puede aproximar mucho a la humana en condiciones muy favorables). En todo caso, el estudio de 185 hembras chimpancé, entre las cuales había 16 longevas, demuestra que pueden sobrevivir más de 30 años después de dar a luz al último hijo, cosa que supone un periodo posmenopausia o posovopauisa (como prefiráis) muy largo y similar al que presentamos las hembras humanas. ¿Es realmente equiparable a la menopausia humana? Usando datos demográficos y hormonales, los investigadores han ido más allá, y a pesar de ser animales que no están capturados, sino que viven en la naturaleza, han recogido muestras de orina de las hembras (de varias edades, para comparar) para analizar el contenido en hormonas. Tal como se da en las mujeres menopáusicas humanas, las chimpancés hembra ovopáusicas presentaban niveles muy bajos de estrógenos y progesterona y altos en hormona luteinizante (LH) y foliculoestimulante (FSH), demostrando que realmente los estadios son similares.

Ahora bien, en el caso de las chimpancés, no se puede usar la "teoría de las abuelas" como explicación de la pervivencia en edades avanzadas, porque las hembras jóvenes abandonan el grupo matriz para buscar otro, es decir, nunca una chimpancé hembra vieja tendrá la oportunidad de cuidar a sus nietos, ni tampoco lo hace (no hay ninguna evidencia de interés) con los nietos por parte de sus hijos macho, que sí que se quedan en la comunidad. Habría que revisar si, en lugar de esta teoría, podría aplicar la "teoría del conflicto reproductivo", en la que las hembras viejas dejan de reproducirse para dejar lugar y recursos a los descendientes de las hembras más jóvenes, eliminando parte de la competencia por los recursos. O quizás, probablemente, la menopausia/ovopausia se da de manera natural en las hembras a partir de una cierta edad, cuando los ovocitos dejan de tener calidad porque sus mitocondrias envejecen. Las mitocondrias son los motores productores de energía celular y, con los años, los ovocitos tienen mitocondrias de mala calidad que comprometen la viabilidad del embrión, ya que todas las mitocondrias de un embrión son proporcionadas por el citoplasma de los ovocitos. El envejecimiento de las mitocondrias explica el fracaso reproductivo y la dificultad que tienen muchas mujeres para tener hijos a partir de los 40 años. Como los espermatozoides no contribuyen con mitocondrias al cigoto, eso también podría explicar por qué los machos pueden seguir siendo fértiles, independientemente de la edad.

Creo que ya es hora de reivindicar más estudios sobre la menopausia humana y sus efectos sobre nuestra salud, y más estudios sobre la menopausia/ovopausia en otras hembras de grandes grupos de mamíferos. No sabemos por qué sucede, ni sabemos qué sentido biológico tiene, pero tenemos que reclamar que las hembras humanas no somos invisibles, como tampoco somos especiales ni únicas dentro de los mamíferos. Sencillamente, hay un gran desconocimiento que se tiene que abordar científicamente.