El borrador de los presupuestos generales, la ley más importante del Gobierno, el sudoku imposible de cada otoño, parece que llegará a tiempo al Consejo de Ministros. Nadie apostaba por unos terceros presupuestos, Pedro Sánchez podía haber prorrogado los segundos, pero la excepcionalidad de la crisis energética, la guerra y la inflación han hecho recalcular todas las cuentas. El nivel de desgaste de un Ejecutivo suele medirse en cuánto le cuesta aprobar unos nuevos. Incluso los de Montoro, los más longevos de la historia política reciente, reflejaron el período más inestable del Congreso en la reconfiguración posbipartidista. En este caso, el gobierno llega fuerte a la negociación y con muchas opciones de que salgan incluso mejor que los dos anteriores.

Las cuentas de 2023 son el oxígeno y la hoja de ruta del Ejecutivo para los próximos meses hasta la convocatoria de las generales. Y la coalición, también consciente de sus limitaciones, no espera excesivas tensiones en la tramitación. En esta última gran parada legislativa del Gobierno, ambas partes llevan semanas discutiendo varios capítulos clave. El Unidas Podemos más social pide ampliar las bajas de maternidad y paternidad casi seis meses. María Jesús Montero ya ha respondido que no se dan las condiciones. Ione Belarra ha intentado, sin éxito, forzar la tramitación parlamentaria de la Ley de Vivienda y la ley mordaza. No son normas que vayan presupuestadas, pero era otra ventana para intentar impulsar una norma que es seña de identidad. El rechazo del PSOE no será una derrota y podrán alegar haberlo intentado hasta el último minuto. 

La vicepresidenta Yolanza Díaz, presionará con todas las cartas hasta el último minuto. Confía en recuperar los recortes del PP en materia de desempleo y en dotar bien la Ley de Familias que saldrá adelante previsiblemente en noviembre. Entre las medidas, pide que las familias monoparentales tengan los mismos beneficios que las numerosas y una prestación universal de 100 euros por niño sin discriminar por rentas. Aseguran desde el equipo de Díaz que está estudiado, “funciona mejor así y además llegaría a las madres sin contrato de trabajo”. 

Con una dotación importante para familias, se descarta el enfrentamiento por el gasto en Defensa. El compromiso presupuestario de Pedro Sánchez con la OTAN será progresivo en los próximos años. Díaz ya sacó el gasto militar del techo de gasto y no veremos una partida desorbitada, según fuentes de Hacienda. 

El bloque de investidura podría repetirse sin grandes escollos. El equilibrio del ejecutivo entre Bildu y PNV será importante. Mientras, ERC y Junts están inmersos en la implosión del Govern. ¿Está el partido republicano en condición de no aprobarlos? ¿Es coherente mantener la coalición de la mesa de diálogo y tumbar unos presupuestos con medidas progresistas frente a la crisis inflacionista? De momento, en Hacienda están tranquilos. Y como apuntan fuentes del ministerio: “Estábamos en peor situación en años anteriores”. 

El gobierno defiende en estas cuentas su plan fiscal. Unas medidas que cumplen con Europa porque son recaudatorias y con el programa progresista porque hay subidas impositivas a la riqueza. El impuesto de solidaridad no puede ir incluido en los presupuestos generales, pero sí estarán en la ley la gran mayoría de las medidas fiscales recién aprobadas. 

Sobre el calendario. El plan presupuestario se enviará a Europa antes del 15 de octubre. Por primera vez, este año incorporará las medias que están en el presupuesto. “Vamos con el calendario correcto y no al revés, cuando se mandaba el plan y después se incorporaban las medidas”, dicen las mismas fuentes. Si todo va según lo previsto, la negociación de enmiendas dará juego, cada formación se apuntará algún tanto, y estarán de vuelta en el Congreso vía Senado para diciembre.

Esta aparente calma esconde una marejada. Efectivamente, estamos ya en campaña electoral y cada partido sabe las cartas que juega. Con una buena financiación de las comunidades y ayuntamientos, con cierta mano izquierda con los socios de gobierno, las cuentas saldrán. Y entonces sí, los escaños en verde del Congreso serán el pistoletazo hacia las generales.