A veces, mirando la relación que el PP tiene con Convergència se me hace difícil no creer que van sincronizados y que esta sincronización es como un vicio que los carcome y los va alejando del mundo real. Ya desde antes del 9-N, Rajoy y Mas parece que se retroalimenten para disimular que ni el PP puede hacer mucho para evitar un referéndum, ni Convergència ha tenido jamás ninguna intención de convocarlo.

La ambigüidad de los dirigentes de Convergència, combinada con un poco de épica, da margen al PP para hacer su papel de policía duro sin necesidad de romper ni un plato de la vajilla. Lo hemos vuelto a ver con los debates de investidura de Rajoy y con la manera como se ha llevado la liquidación del nombre que tenía que dar una piel nueva a Convergència, el Partit Demòcrata Català.

Creo que en los dos casos se ha visto que si el PP y Convergència tienen alguna cosa en común es que, sin la fuerza del independentismo, ya habrían perdido el poder. La situación política de Catalunya les sirve para justificar tantas cosas que los dos partidos han perdido el toque de gracia aquel que hace falta para hacer política y se comportan con la prepotencia gratuita del que arrastra mala conciencia por el hecho de tenerlo todo pagado.

En el caso del nombre que tenía que limpiar el prestigio convergente, desde el primer minuto se avisó de que plagiar el nombre de Demòcrates de Catalunya, el partido de los independentistas de Unió que se enfrentaron a Duran i Lleida y lo derrotaron, era una manera muy mezquina y poco agradecida de regenerarse. Si la justicia se hubiera limitado a dar la razón a Antoni Castellà, tanto las bases como los dirigentes de Convergència habrían quedado bien retratados.

Por suerte se ha podido encontrar un elemento de conflicto para que el show no se detenga. Los españoles han podido identificar la palabra unilateral con ETA porque el texto convergente es ambiguo y está mal redactado. Igual que pasó con el abanico de nombres infectos que se propusieron a las bases del partido, no sé hasta qué punto la incompetencia es natural o es buscada. Lo que veo es que Darwin hará mal su trabajo mientras esta incompetencia tenga tanta utilidad.

Mas haciéndose la víctima es tan ridículo como Rajoy pidiendo a Pedro Sánchez que lo invista para defender la unidad de España, al mismo tiempo que dice que la independencia es imposible aunque la quieran todos los catalanes. El PP y Convergència me empiezan a recordar a Oliver i Hardy, aquella pareja cómica de la televisión en blanco y negro que siempre estaban como gato y perro y que TVE dio a conocer, con su proverbial sutilidad, como el gordo y el flaco.

Quiero decir que las bofetadas hacen ruido pero son de mentira.