Yo solía hacerlo, pero me cansé. ¿Qué es un filtro? Un filtro es no querer admitir que tienes 43 años y que estás más arrugada que las camisas que hace tres años que no planchas porque intentas ahorrar electricidad para poder llegar a fin de mes (y porque te da pereza hacerlo —digámoslo todo, ahora que nos estamos sincerando). Las arrugas no son feas... pero, si no se ven, mejor. ¡No! Aquí te equivocas, la arruga es un sello de conocimiento, de sabiduría, de madurez, de... ¿a quién quieres engañar? Ya nadie te mira por la calle, has dejado de existir para el resto de seres vivos. ¿A quién le puede interesar alguien que tiene arrugas y que además tiene el culo y los pechos caídos? Ya sabes la respuesta: a nadie.

 

Os puede parecer un discurso exagerado y esperpéntico, pero, desgraciadamente, es el pan de cada día. Muchas personas de todas las edades, influidas por la publicidad y las redes sociales (y por toda la historia familiar que arrastran), se han creído ese discurso de los cánones de belleza y viven sometidas a esta dictadura de la perfección y de la eterna juventud. Se nos ha vendido que la belleza es objetiva y joven. Nada más lejos de la realidad, la belleza es totalmente subjetiva y puede encontrarse a cualquier edad. Pero adentrémonos un poco más, pongamos por caso que la mayoría de personas te consideran fea. ¿Y qué? ¿Qué ocurre si eres fea? ¿Tienes que pagar alguna multa? ¿Tienes que trabajar más horas durante el día? ¿No te darán trabajo? Bien, esto puede que te pase, ahora que lo pienso. Entonces vivimos en una sociedad más déspota de lo que pensaba; nuestro físico nos abre o cierra puertas. Contra esto, es difícil luchar; pero contra la mala opinión que tenemos de nosotros mismos, sí que podemos luchar y vivir en paz.

Se nos ha vendido que la belleza es objetiva y joven. Nada más lejos de la realidad, la belleza es totalmente subjetiva y puede encontrarse a cualquier edad

Usar filtros es muy divertido, yo uso constantemente, pero nunca debes olvidar quién eres y cómo eres, y menos avergonzarte. Pensad que las personas que se burlan de los otros (sea por el físico o por lo que sea) solo pueden ser personas que no están bien consigo mismas; ¿por qué, si no, perderían el tiempo riéndose de los demás? Una persona feliz no tiene ninguna necesidad de hacer daño a los demás y mucho menos de perder el tiempo haciéndolo; al contrario, empatizará con todo el mundo. Me he encontrado, en las redes sociales y en la vida real también (porque las redes sociales no son más que un reflejo aumentado de la realidad), personas que, en vez de solucionar sus problemas personales (emocionales y psicológicos) yendo a un buen psicoanalista, lanzan sus complejos y su rabia contra los demás, creyendo estúpidamente que así se sentirán mejor, y lo único que consiguen es hacer daño a los otros y estar peor de lo que estaban.

Una persona feliz no tiene ninguna necesidad de hacer daño a los demás y mucho menos de perder el tiempo haciéndolo

De verdad, no perdáis el tiempo (que la vida es muy corta, mucho) quejándoos porque no sois lo suficientemente perfectos y poniéndoos treinta filtros para intentar gustar a los demás (y ya no hablo solo de los filtros de las aplicaciones, sino también de los filtros que nos ponemos cada día cuando salimos de casa para gustar a la gente y no sentirnos rechazados). Todos somos especiales y únicos, ya quien no le gustes, pues le enseñas dónde está la puerta. Esto no quiere decir que te devuelvas un narcisista sin sentimientos que no tolera ninguna crítica, ¡eh!, que nos conocemos. Eres tú que te tienes que gustar, los demás ya lo harán cuando tú lo hagas y, si no lo hacen, peor para ellos. De hecho, lo más gracioso es que, seguramente, quien crea estos cánones absurdos de belleza no encaja en ellos y se siente atraído por personas que tampoco lo hacen.

No hay nadie que sea la persona más guapa del mundo ni nadie que sea la más fea. Nunca nos pondremos de acuerdo en este tema, porque, como he dicho, es totalmente subjetivo. Por lo tanto, disfrutemos de los grises y de estar vivos y olvidémonos de tantos cánones de belleza sin sentido. Bueno, sí que tienen sentido, sirven para vendernos productos para embellecernos, antidepresivos, ansiolíticos, coches...

Y, por hoy, basta de autoayuda. Y ahora disfrutad del vídeo que os he preparado para tratar el tema de la subjetividad. Veréis como una misma situación puede ser percibida de forma diferente según quien la observa. Espero que os divirtáis viéndolo.