Si algo ha demostrado el Comité Federal del PSOE es que la magnitud del caso Cerdán es mayor de lo que Pedro Sánchez está siendo capaz de abordar. El círculo orgánico, cada vez más estrecho, apuesta por la estrategia de delimitar la crisis a una cuestión de nombres, cargos orgánicos expulsados ya del partido que se corrompieron por el camino. Ese trayecto va desde las primarias hasta la última investidura. Y los implicados son todos puro Peugeot, los hombres del presidente desde que llegó a la secretaría general. La mera declaración de Aitor Esteban, presidente del PNV y portavoz en 2018, delimita de qué estamos hablando. Durante la moción de censura, los nombres "que nos ponen sobre la mesa" son José Luis Ábalos y Santos Cerdán como interlocutores, "los hombres de confianza de Sánchez". La cúpula del partido ha sido la de gobierno, los hacedores de ambas investiduras. 

En los informes de la UCO, la corrupción investigada es de partido y gobierno porque las presuntas mordidas pasan por el ministerio de Transportes y salen de contratos públicos. En el plano político, afecta directamente a Sánchez porque son los cargos que él directamente elige para sus funciones vitales. Ábalos dio el discurso de la moción y, una vez caído, Santos es la pieza clave del 23J. La caída de Paco Salazar es el retrato del quinto pasajero y de la incapacidad de la Moncloa para detectar a un fichaje tóxico. El enlace partido-gobierno en la Jefatura de Gabinete no alertó de las andanzas de Cerdán —con quien llegó a compartir piso— y Sánchez decidió ascenderle para sustituir la ducha Ábalos-Cerdán. Las denuncias internas de comportamientos machistas han salvado seguramente a Sánchez de nuevos audios y vinculaciones con los recién expulsados. La contención de la crisis no ha tenido efecto en la medida en que Sánchez no puede asegurar que no saldrán más implicados. El caso práctico fue el de Paco Salazar durante la misma jornada en la que se pretendía ofrecer soluciones y contener los daños

El presidente es un objetivo a batir por la oposición y por los suyos

Del Comité Federal Sánchez sale más fuerte orgánicamente. En parte porque Emiliano García Page, más allá de ser la voz crítica, no ha sido capaz de articular una alternativa al líder. Los audios filtrados del Comité, la bronca entre Óscar Puente y el presidente manchego refuerza a ambos sin debilitar a Sánchez. Puente contenta a los suyos y viceversa. 

La próxima parada será este miércoles, en la que Sánchez ofrecerá un paquete legislativo contra la corrupción en su comparecencia. Si sale bien y no comete el error de enfrentarse a los socios, estos pueden tener argumentos de cara a los suyos para mantener la legislatura. Será temporal. Porque las embestidas serán fuertes. La "mala mar" que reconoció Sánchez en su discurso ante el Comité Electoral no es otra que la instrucción judicial. Con el PP cada vez más fuerte, los socios saben que el primero que le haga caer adelantará un gobierno del PP en una posible coalición ultra cuya naturaleza es neutralizar al PNV, Junts y ERC. Aunque los de Puigdemont quisieran converger en el programa económico con el PP, VOX sería la pinza permanente. Lo previsible es que Sánchez mantenga los apoyos este verano. Pero eso significa que la agenda queda en manos de la instrucción de la UCO y la estrategia de defensa de Cerdán-Ábalos-Koldo. Los tres entienden que solo podrán pactar si apuntan a Sánchez, con o sin pruebas sólidas. El presidente es un objetivo a batir por la oposición y por los suyos. No es fácil sobrevivir a eso.