6 de julio: Va Felipe y lanza su diktado: hace falta que gobierne el PP y el resto, empezando por el PSOE, tiene que contribuir a ello. ¿Por qué? No queda explicitado con todas las letras, pero todo el mundo lo tiene claro. Es lo que hay. Eso tiene problemas. Pero ninguno va a la cuenta de González, aburrido como está en Gas Natural. Ayudar a gobernar al único partido de gobierno imputado criminalmente en toda Europa supone un desgaste para quien le dé apoyo, aquí el PSOE, que perderá el liderazgo de la oposición a manos de Podemos. Y si pasa a la oposición, tiene miedo de ser visto como el culpable de las terceras elecciones. Todo ello, para no intentar un gobierno de izquierdas. Claro que si el pacto de febrero con Ciutadans era un pacto de progreso... Todo sería diferente si se tuviese un discurso propio, ni atemorizado ni vicario. Pero eso es harina de otro costal.

7 de julio: Todavía no ha dimitido Fernández Díaz, ni parece que tenga que hacerlo en los próximos años. ¿Por qué? Pues porque la política de demonización y dinamitación del propio concepto de Catalunya continúa. Ahora ha sido el TC que ha tumbado más leyes del Parlament, da igual cuál sea el contenido. Se tumban y ya está. La política no es sobre o con Catalunya, sino contra Catalunya, como en los viejos buenos tiempos. Otra prueba: por lo que trasciende de las conversaciones para formar gobierno con Rajoy, Catalunya, que será la piedra de toque, no sale; cuanto menos, no consta que salga. Es lo que tiene no hacer política con y sobre Catalunya por parte de los autodenominados constitucionalistas.

8 de julio: Sale la condena por delito fiscal a Messi. Aunque más tarde tendrá una consecuencia tan desvergonzada como inesperada, es una sentencia, entiendo que, aunque jurídicamente posible, desmesurada y moralista: se aplica una teoría, la de la ignorancia deliberada, expresión en sí misma antinómica, de corte espiritualista norteamericano. Se recurre a esta teoría psicologista cuando no hay nada más que pelar para llevar a cabo una condena. Este extraño vínculo psicológico con los hechos es una pura inferencia sin base cierta. Es una teoría que la mayoría de los penalistas rechazan y no todos los tribunales siguen. A ver los recursos cómo van.

9 de julio: Empieza el congreso de refundación de CDC. Lo que parecía una cuestión formal, de marketing, como es el nombre del nuevo partido, ha desatado un huracán. La vieja guardia, no necesariamente vieja en edad, de Convergència, se ha ido al garete. El nuevo nombre, Partit Demòcrata Català, se lleva por el camino del medio el diseño de lo que las bases entendían como el diseño de los magos del lampedusianismo nostrat: que cambie todo para que no cambie nada. Es un tema generacional, pero no sólo. La declaración de Marta Pascal, figura emergentísima de cuño liberal, que dijo que ella no había votado a Jordi Pujol –obviamente, por edad no podía hacerlo– no es una frase ni sobrera ni gratuita: es una contundente declaración de principios. Exconvergentes, neocatdems, avisados quedan.

10 de julio: Recortada la estancia en España del Master of Universe #1, Barack Obama, por los luctuosos y nada aclarados en sus causas hechos de Dallas, se nos ha ofrecido un pobre espectáculo, con cola de políticos en el antes besamanos, ahora photocall. Hemos asistido a un descafeinado remake de Bienvenido Mr. Marshall, Mr. Marshall que Pepe Isbert y compañía vieron pasar como un rayo en su imaginario Villar del Río. En la época de la virtualidad, la visita de Obama no ha ni llegado a ser un hashtag. Nada tienen a relatar a sus nietos los que dispusieron de 3 minutos de nada, y sin nada, con él.

11 de julio: Empieza la desvergüenza del Barça con Messi. Al margen de lo bien o lo mal que esté su condena por tres delitos fiscales, lo presentan como una víctima bajo el lema "Todos somos Messi". La pura realidad es que no. La pura realidad es, entre otras cosas, que el Barça también es delincuente fiscal, como veremos el martes.

Utilizar los símbolos de Mani pulite (las dos palmas de la mano abiertas hacia afuera), símbolo de la limpieza política y ética que mostró al fiscal transalpino Antonio di Pietro, es una usurpación en toda regla. Estas manos, bañadas en pintura blanca, las mostraron los estudiantes madrileños a raíz del asesinato de Francisco Tomás y Valiente o José Luis Borau, en la Gala de los Goya de 1998. Ahora las manos, de azulgrana, son una afrenta ignominiosa a los ciudadanos y ciudadanas comunes y honrados que quieren vivir en paz, fuera de la violencia y el delito. Y el fraude fiscal es un delito. Y de una cara descomunal ampararlo. Si el Barça, mejor dicho, su directiva, cree que hay que darle cobijo a Messi –también mientras nos muestra sus vacaciones de ensueño– puede encontrar otros medios y no avergonzar a una masa social honrada y cumplidora con sus deberes, el de no cometer delitos, fiscales tampoco, también.

12 de julio: Más Barça. Hoy sabemos que ha pactado declararse culpable como persona jurídica –es decir, lo pagaremos todos los socios– de dos delitos fiscales en relación con el fichaje de Neymar, sancionados con sendas multas que superan los 5.500.000 de euros, más el ingreso de los impuestos no devengados: más de 9.180.000 €, intereses y costas. Préviamente el Barça había consignado más de 13.550.000 €. Cifras, como se puede ver, de lo más habitual.

Se habla de persecución al Barça, incluso de ensañamiento. Quizás. Pero ha colaborado con devoción estulta el propio club con una planificación contractual y fiscal de pena y ahora lo tendremos que pagar todos los socios. Los directivos han salido adelante. Todo gracias a una modernidad penal: la responsabilidad penal de las personas jurídicas. Permite, como aquí tenemos la muestra, castigar a la sociedad, repercutiendo la sanción sobre la sociedad, es decir, los socios y otros terceros, y pudiendo salirse por la tangente los directivos y asesores causantes de este socavón deportivo, jurídico y reputacional.