Cuesta imaginar que los actuales dirigentes de Comuns, encabezados por una diletante populista sin demasiados escrúpulos, sean los herederos del viejo PSUC o, ni siquiera, de la antigua Iniciativa. De entrada, por una simple cuestión de grosor lector y nivel intelectual. Los líderes comunistas de aquellos primeros años de la democracia venían de un largo recorrido de análisis profundo de la realidad, y a menudo lideraron el debate público, introduciendo algunos de los relatos que han conformado la vida política posterior. No eran simples activistas de pancarta y consigna, sino gestores de ideas que elevaban la categoría de la confrontación política. Eso no quiere decir, lógicamente, que sus planteamientos fueran más válidos que los de los otros, sino que el listón de la exigencia intelectual era alto. De López Raimundo a Gutiérrez Díaz, culminando con Rafel Ribó, los líderes del PSUC fueron, al mismo tiempo, líderes de país y, más allá de los votos y los resultados, marcaron muchas de las ideas-fuerza que años después serían centrales. En este sentido, no sorprende que un hombre de la categoría intelectual y moral de un Josep Benet llegara a ser candidato al Senado por el PSUC en 1980.

Después de la transmutación en Iniciativa por Catalunya, todavía se mantuvo el prestigio intelectual durante los años de Ribó, y es cierto que el último periodo de la formación, con Xavier Domènech, volvió a tener cierta altura, después de la mediocre etapa de Joan Saura. Pero a partir del fenómeno Comuns y de la llegada del colauismo, la caída de nivel ha ido paralela a un aumento de la demagogia, amparados en una retórica de pancarta que se acerca al populismo. Para decirlo en comparativa odiosa, entre Ribó y Colau hay un abismo enorme, tanto de grosor intelectual, como de compromiso nacional, pero también de categoría ética. Es una bajada al barro de la mediocridad que se suma a una militancia en el arribismo que explica muchas de las decisiones erráticas que han tomado a lo largo de su corta vida.

Con la excusa del eje derecha/izquierda, lo que han hecho ha sido ayudar a los intereses españoles en su proceso minucioso de destrucción de la nación catalana. Cosa la cual pagarán a las urnas porque, una vez hecho el trabajo sucio a favor de España, ya no son muy necesarios.

Y el último ejemplo es el más paradigmático. Nuevamente, y van tres, Colau se ha saltado todas las normas no escritas de la ética para conseguir el poder. La primera sobradamente conocida, cuando aprovechó sin escrúpulos la campaña de las alcantarillas contra Xavier Trias, para embadurnar a su oponente y conseguir la alcaldía. Ya entonces, Colau y los comuns fueron los cómplices necesarios del régimen en su estrategia represiva. Se llamaban nueva política, pero formaron de la política más vieja. La segunda fue cuando aceptó el complot que habían urdido Collboni, Iceta y Valls (con el Upper Diagonal al frente) para impedir la alcaldía de Ernest Maragall, y nuevamente actuaron como una pata más del régimen represivo. Y ahora, otra vez, se han vendido la decencia con el fin de mantener los sueldos, los privilegios y el poder de las decenas de personas colocadas en el erario público. Es aquello que se dice venderse por un plato de lentejas, aunque sean lentejas que superan los 100.000 euros anuales... La maniobra de los Comuns contra Trias, aceptando el complot PP-PSOE, les ha garantizado el poder, tanto como los ha invalidado para la oposición política. Se han convertido en una agencia de colocación, capaz de hacer todo tipo de contorsiones políticas para garantizar el sueldo.

Y mientras todo eso pasa, han dejado de ser un partido con capacidad de influencia intelectual para pasar a ser un repetidor de consignas sudaderas. Nada que ver con los herederos que pasaron del comunismo al gramscismo, y siempre fueron rigurosos y coherentes con sus ideales. Aquellos de antes eran ideólogos. Estos son pancartistas con ínfulas.

Para remachar el clavo, la cuestión nacional. También aquí la diferencia con la herencia ideológica es abismal, rompiendo con la lógica de defensa nacional que siempre había impregnado en el PSUC. Solo faltaba Yolanda Díaz —este experimento de Pedro Sánchez para cargarse Podemos—, negándose a defender el referéndum para consolidar la imagen de muleta del régimen contra los derechos catalanes. Cosa que no puede ser ninguna sorpresa porque toda la actuación de Colau en Barcelona ha sido una supeditación perversa a la lógica española, diluyendo la capitalidad catalana a la nada. Con la excusa del eje derecha/izquierda, lo que han hecho ha sido ayudar a los intereses españoles en su proceso minucioso de destrucción de la nación catalana. Cosa la cual pagarán a las urnas porque, una vez hecho el trabajo sucio a favor de España, ya no son muy necesarios.

Acabo con una oportuna frase de Gramsci: "El viejo mundo se muere. El nueve tarda en llegar. Y en el claroscuro aparecen los monstruos". O los diletantes, que son una subespecie.