Si le parece, antes de responder la pregunta del título, planteemos algunas otras e intentemos responderlas.

¿Son franquistas los tortosinos? Bien, si hacemos caso de las cifras en porcentaje, nos olvidamos de cualquier matiz y vamos a la respuesta fácil y rápida, sí, porque un 68,36% de los habitantes de la ciudad votaron el sábado a favor de dejar en su sitio el monumento franquista que hay en el río y “reinterpretarlo”.

Pero ahora mirémonos las cifras de otra manera. Un 68.36% de los votantes son exactamente 5.755 personas, pero de un censo total de 28.466. ¿Es una cifra significativa? Sí. ¿Mayoritaria? No. Ni mucho menos.

Siguiente pregunta: ¿son franquistas estos 5.755 tortosinos que votaron a favor de dejar en su sitio aquella cosa que, para mi gusto, y desde el punto de vista estético y conceptual, es horrorosa? Quizás encontremos una posible respuesta observando y comparando las cifras de la consulta del 9N en la ciudad. Entonces votaron 10.589 personas y ahora lo han hecho 8.497. Eso quiere decir que el 9N movilizó a 2.092 personas más que la consulta sobre el monumento. El Sí-Sí obtuvo 8.896 votos, el Sí-No 833, el Sí-En Blanco 75, el No 432, hubieron 73 votos en blanco y el concepto "Otros" obtuvo 280 votos. Por lo tanto, si vamos al argumento al por mayor, 9.804 tortosinos quieren que Catalunya sea un Estado y 5.755 son franquistas. Pero eso, ¿es realmente así?

Como ahora mismo me es complicado preguntar uno por uno a los 5.755 tortosinos (y tortosinas) en cuestión si son franquistas o no, recojo un sentimiento expresado por varias personas poco sospechosas: allí las cosas se ven de otra manera. Allí el “monumento” no es visto como lo que cierta opinión pública (y publicada) de fuera de Tortosa ha expresado en los medios de “Barcelona”. Allí, para algunas generaciones, “la cosa” es vista como aquello que siempre ha estado en medio del río y no tiene ninguna connotación franquista. Y eso, para mucha gente de la comarca y, sobre todo de fuera, es un escándalo y una vergüenza, sí, pero es. Y, en todo caso, nos tendríamos que preguntar por qué es así. ¿Por qué hay este sentimiento? ¿Qué lo provoca? Y añádale aquella reacción del: “y ahora, los de la capital, que siempre nos tienen olvidados, ¿nos tienen que venir a decir cómo tenemos que hacer las cosas?".

Vamos pues a la pregunta del inicio: ¿Ferran Bel es un franquista?

El alcalde de Tortosa tenía desde hacía tiempo un muerto en el armario en forma de monumento. La ciudad, donde ha gobernado PSC, Iniciativa y Esquerra, convivía con él sin problema y ninguno de estos partidos ha retirado el monumento. Pero últimamente había presiones de fuera. Muchas. Una opción era ir a saco y que una máquina lanzara el trasto río abajo. Perfecto, eso resolvía la parte externa, pero generaba un conflicto ciudadano interno de pésima solución para un tema que, para la mayoría de tortosinos, ahora mismo no es ningún tema. ¿Solución? Intentar reconducir la situación y encontrar un equilibrio. Y Ferran Bel decidió hacer de alcalde. Más allá de sus convicciones personales. ¿Quizás con una solución no muy buena? Quizás. ¿Quizás con un discurso que fuera no se ha entendido? Seguramente. Pero el discurso era para la gente que votaba y la consulta era para los tortosinos. ¿Había otras soluciones? ¡Y tanto! Pero el pleno de Tortosa decidió que fuera esta. Porque, como dijo no hace mucho Ada Colau, cuando gobiernas las cosas se ven muy diferentes. Pues mire, sí.

Y yo, que no soy de Tortosa, no tengo nada que decir sobre la gestión del conflicto. ¿Eso implica ser cómplice del mantenimiento de un monumento franquista? No, eso quiere decir que creo que un ayuntamiento democrático tiene derecho (y la autoridad democrática) para decidir la mejor manera de solucionar las cosas para no generar conflictos. Y que, si el tiempo demuestra que no lo ha hecho correctamente, le pediremos responsabilidades.

Cosas buenas que tiene la democracia, ¿no cree?