¿Qué comparten Cristina Pedroche y Alberto Chicote, además de la CH de su apellido y un programa de televisión? Casi nada: ella enseña el culo y él, no, y seguro que abundan quienes creen que afortunadamente él no lo enseñe. Ella cobró 60.000 € en su actuación de fin de año y él, 30.000. Esta diferencia tal vez, digo tal vez, esté relacionada con la primera. Hasta donde me alcanza, ella es una chica y él, no. Creo que esto también está relacionado con las dos diferencias anteriores.

En el tiempo de Ana Rosa Quintana, que además de presentadora es dueña de la productora que realiza su magazín televisivo diario, en el tiempo de Susanna y Mónica, o de Lídia, Helena y Cristina, en el tiempo de Pepa, Àngels, Julia y Gemma, en la época de las campanadas de Ane y Ana, y de toda la retahíla de Anas Blanco que, con menos ropa que ella, pueblan los informativos de televisiones estatales privadas, es innegable que los medios de comunicación tienen, sin duda, una brecha salarial, pero es favorable a las mujeres. Porque en la Administración pública no puede ser de otra manera, y porque los dueños de las empresas privadas saben de sobra que lo de la Pedroche no es una excepción en el terreno del dicho antiguo sobre la soga del barco. Tan viejo como los paseos de Mae o Marilyn por las calles de los estudios de Hollywood, en un alarde de transparencia digno de gobernanzas modernas.

Habrá que comenzar a decir que la mujer está jugando el juego de los roles sexuales con mucho mayor afición que los propios hombres

En el sector pesquero, por cierto, están ahora intentando que alguna mujer se apunte a la ingrata tarea de salir a la mar de noche para cobrar (poco) por pescar (peces), y en otro tiempo algo parecido hicieron, también con poca fortuna, en el de la minería. Es difícil ver mujeres en las obras, en los incendios, con los camiones o recogiendo basura, con la tremenda y heroica excepción de ser mayoría entre las tareas auxiliares del sector de la salud y el trabajo doméstico, en el que ayudan en general a otras mujeres a intentar romper el techo (de las segundas, a las primeras que les den) de cristal. Porque, sin duda, esto de lo de las brechas salariales va por barrios, y los barrios en los que las mujeres ya van por delante de los hombres, incluido el de las top models o las influencers de moda, ¿no serán por casualidad los que ellas han decidido? Excepto en el caso de Botín y Ortega, que les llega por familia, si uno se lanza a bregar por eliminar una brecha, mejor que sea en la cumbre, pelearse como los riders de Delivero (que acaban de ganar otra batalla gracias a que la Seguridad Social quiere cobrar su parte), eso no. Ahí no hay brecha, todo es miseria

O sea que es verdad que la mujer puede hacer lo mismo que el hombre, si no interviene la fuerza, pero la queja tan solo existe si la que no lo consigue es porque no llega a directiva. Y desde luego, ninguna se enfurece por ser remunerada el doble que el hombre que hace lo mismo que ella, aunque en eso haya consistido siempre la famosa brecha. Si hubieran puesto el mismo ingenio que usan para explicar el modo de maquillarse en instruir sobre cómo se construye un barco dentro de una botella, quizás no tendrían el mismo número de seguidores, pero, ¿sería por ser mujer o sencillamente porque los documentales no los ve tanta gente como asegura hacerlo?

Habrá que comenzar a decir que la mujer está jugando el juego de los roles sexuales con mucho mayor afición que los propios hombres. Que la crítica de todo esto la haga Pedroche mientras juega a enseñar su cosificado, empoderado y perfecto cuerpo resulta paradójico. En realidad, la crítica a las Pedroche de turno suele venir de quien tiene complicado enseñar gran cosa por ser, en los cánones de la belleza contemporánea, o demasiado gorda o demasiado fea o demasiado vieja. Entre el resto, legión son las que se empoderan enseñando piel o insinuando pose. Pobre Chicote, tendrá que prostituirse (ya lo hace, pero sin tanta fortuna, en la puja sigue ganando la piel al insulto, aunque todo se andará), tendrá que cometer alguna inconveniencia escandalosa para ser considerado digno del caché de la Pedroche, que, como todo el mundo sabe, tiene un máster por Wichita y ésa es la razón por la que se la valora tanto.