Desde hace ya unos añitos sucede un fenómeno casi paranormal: parece que todos los rayos y las ventoleras de Catalunya ―y incluso de España― se concentran en el tramo comprendido entre Vandellòs y Tarragona. Una curiosa situación meteorológica digna de estudio. Una especie de triángulo de las Bermudas a la catalana. Se trata justamente del único tramo de vía única de todo el corredor mediterráneo, que será muy mediterráneo pero de corredor tiene muy poco. Un tramo de vía única de 40 kilómetros que hace 20 años que estan acabando de construir (o eso dicen). No son problemas técnicos: es desidia y mala fe. Que coste menos tiempo ir de Barcelona o de València a Madrid en el AVE que unir Barcelona y València está hecho a conciencia. A mala conciencia.

Por este tramo de vía única circulan tooodos los trenes, arriba y abajo: talgos, euromeds, regionales, mercancías. Todos. Un embudo que hace dos décadas que dicen que arreglarán pero que nunca acaban de poner en funcionamiento. No construir una infraestructura necesaria y tener, además, en malas condiciones la que ya existe es una decisión política, no técnica. Las instalaciones de esta zona están en precario y entonces a la mínima, las afectaciones son enormes. Como cuando una persona está baja de defensas y todos los virus van a por ella. ¿De verdad el temporal fue tan extraordinario como para tener que cortar la circulación de trenes durante 9 horas? Quizás es que está todo tan cogido con pinzas que sólo hacen falta cuatro gotas o un soplo de viento para desmontarlo. Como el cuento de los tres cerditos: cuando el lobo soplaba la casa hecha de ladrillo, la estructura aguantaba; cuando soplaba la de paja, todo se iba al suelo. Si hubiese habido dos vías, un desdoblamiento imprescindible en pleno siglo XXI, la avería hubiera sido igual de lamentable pero quizás hubiera tenido menos incidencia porque mientras una vía quedaba afectada se hubiera podido ir dando paso alternativo por la otra.

No construir una infraestructura necesaria y tener, además, en malas condiciones la que ya existe es una decisión política, no técnica

También tenéis que saber que en el Ebro estamos instalados en la incidencia continuada. La avería de este fin de semana fue indignante y de dimensiones considerables pero no es tan extraña y, lamentablemente, no nos sorprende. Lo que tendría que ser una excepción es una norma para nosotros. Los retrasos son día sí, día no. Este viacrucis, ahora que estamos en Semana Santa, a nosotros nos dura todo el año, aunque no siempre salga en la prensa. Se ha normalizado el problema. Renfe y Adif son ladrones de nuestro tiempo. Tiempo de vida que perdemos viajando, organizándonos en plataformas ciudadanas para luchar por lo que tendría que estar solucionado desde hace años y por lo que los representantes políticos tendrían que velar y olvidan. Hoy, por ejemplo, el lunes de Pascua, no quieras saber cómo deben ir los trenes del sur hacia el norte: gente de pie, saturación, retrasos... y así cada semana viviendo un servicio nefasto y un constante desprecio a los usuarios.

En los últimos tres años nos han cambiado los horarios de la línea R16 hasta tres veces y siempre a peor, incorporando más minutos a los trayectos para así poder decir que los trenes del Ebro han ganado puntualidad, cuando en realidad lo que ha hecho Renfe y la Generalitat es hacer trampa. Incorporan el retraso al horario, lo oficializan y entonces dicen que ya no tenemos tantas incidencias. ¡Mentira! Por ejemplo, un tren que en el 2016 le costaba 2h y 8 minutos recorrer el trayecto Tortosa-Barcelona, ahora le cuesta 2h y 25 minutos. Antes salía a las 13.45h y llegaba a las 15.53h. Ahora, sale a las 13.33h y llega a las 15.57h. Eso son 16 minutos más. ¿Cómo lo han hecho? Haciéndolo salir antes y haciéndolo llegar más tarde. Y así con los veinte trenes que diariamente hacen el trayecto (10 de ida y 10 de vuelta). En total, ¡la suma de los retrasos disimulados dentro de estos 20 trayectos es de 284 minutos! Cuatro horas que nos roban al día, camuflando retrasos dentro del horario. Aquí, sumad los retrasos que normalmente ya tenemos. Por lo tanto, si este mismo tren llegara hoy con 10 minutos de retraso, querría decir que en total es 26 minutos más que hace tres años (16+10), sumando lo retraso incluido dentro de la trampa y el retraso actual. Pero la estadística os dirá que todo va mejor mientras los usuarios pasamos más tiempo encima del tren. ¡Ah! y contamos Barcelona estación de Francia como inicio y final de trayecto porque si pretendes ir sentado, el tren lo tienes que ir a coger a aquella estación. Si lo coges en Sants, tienes muchos números de ir más de una hora de pie.

El fallo de la catenaria del sábado y domingo ha hecho que ahora se hable por todo de la gravedad de la situación, sin embargo, como decía mi yaya, sólo se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena pero a nosotros nos llueve cada día.