La sangre está muy asociada a las religiones desde la antigüedad. La sangre es fundamental en el cristianismo y ha dado nombre a congregaciones, escuelas, cofradías... En el catolicismo los cardenales lucen el rojo precisamente para recordar que estarían dispuestos a verter sangre si hiciera falta para defender al Papa. La sangre nos une a todos. Dentro del mundo de las religiones, sólo los testigos de Jehová no aceptan ni la donación ni la transfusión. Podemos dar sangre personas de diferentes condiciones y procedencias. El arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol, ha dedicado la carta dominical de hoy a hablar de donar sangre, y me parece maravilloso por dos motivos. Uno, porque es fantástico cuando los obispos escriben de temas terrenales que interesan a las personas de todo tipo. Segundo, porque es importante una voz autorizada y positiva por parte de las religiones a favor de la donación de sangre. El arzobispo de Tarragona habla de "gestas que merecen nuestra atención y aplauso" y considera donar sangre como otro tipo de gesta, más "discreta", pero que está a nuestro alcance para salvar vidas ajenas.

El obispo define las donaciones de sangre como una "especie de vasos comunicantes de la solidaridad con que se rescatan de una muerte inevitable personas enfermas o accidentadas". El 13 de mayo de 1981, Juan Pablo II sobrevivió gracias a esta "bendecida práctica". Aquel día, Ali Agca disparó contra Juan Pablo II. Era el día de Fátima. El Papa perdió mucha sangre, recibió transfusiones en abundancia y se lo pudo operar.

Donar sangre es voluntario y gratuito, predica el obispo. Destaca que "todos podemos salvar vidas" con "gestos mudos de solidaridad" y que se trata de una "exigencia de caridad si estamos en condiciones físicas para hacerlo". Finalmente, muestra su gratitud "a los bancos de sangre, a los que los gestionan y a los millares de donantes que acuden a su llamada, muchos de ellos anualmente".

Donar sangre es un acto de altruismo que podría interiorizarse mucho más en el seno de las religiones. Preocuparse por los otros también implica dar, dar tiempo, dar recursos, dar sangre. Uno de los motivos que tiene el obispo para afirmar que los cristianos tienen que ser donantes es que "hemos recibido la vida gratuitamente y así mismo tenemos que ayudar a dar vida a los que la necesitan". "Todos podemos salvar vidas. No serán gestos heroicos de los que salen en los noticiarios. Pensemos cómo nos sentiríamos cada uno de nosotros si el día que necesitáramos una transfusión no pudiera realizarse por falta de sangre", dice el obispo.

En Catalunya puede donarse sangre en 16 hospitales y en 4.000 unidades móviles. Se pueden hacer donaciones en grupo (familia, amigos, compañeros de trabajo). De hecho, si se hace una propuesta al banco de sangre para ir en grupo organizan una jornada especial. Puede dar sangre cualquier persona sana entre 18 y 70 años que pese más de 50 kilos. Sería fabuloso que, dentro de los planes que están trazando tantas asociaciones y entidades para preparar el curso, incluyeran una donación de sangre en grupo.

No todo el mundo lo puede hacer, ni siempre. Si hoy nos hemos hecho un tatuaje, habrá que esperar cuatro meses. También si se ha viajado a zonas con riesgo de malaria o de otras enfermedades que se puedan transmitir con una transfusión. Yo soy donante, y aunque no es uno de los mejores ratos que paso cada cuatro meses, entiendo que es un acto altruista que podemos hacer, y que también forma parte de aquella sociedad inclusiva, generosa y solidaria que muchos queremos. Los miembros de las religiones que proclaman la importancia del altruismo y alaban la donación tendrían que ser los primeros donantes. Ya espero con pasión las fotos de muchos líderes religiosos donando sangre muy pronto. Les enviaré este artículo ahora mismo.