"A mí háblame de matemáticas y filosofía, y mi hermana ya tocará el piano". La niña que decía estas cosas era Gaetana Agnesi (1718-1799), y fue la primera profesora de matemáticas en la universidad de Bolonia. O sea, la primera profesora de matemáticas a este nivel, ya que Bolonia es la madre de las universidades.

Esta niña prodigio tenía como interlocutores en la conversación a pensadores como Descartas y Leibniz. Ya desde muy pequeña tenía los rasgos de superdotada, pero su inteligencia y voluntad no le quitan ningún mérito: las supo poner al servicio de la academia, y también supo elegir. En un momento de su vida abandonó la universidad y se dedicó a los pobres. Murió en la miseria. De hecho, en sus biografías aparece como matemática, teóloga, escritora y filántropa. Agnesi, que nació ahora hace 300 años (16 de mayo de 1718), tenía 21 hermanos y mucho dinero. Su padre, casado tres veces, era un profesor de una acomodada familia milanesa y fue también profesor en la universidad. En casa su padre organizaba tertulias matemáticas y filosóficas. Ella participaba, pero intervenía poco —detestaba la vida social, las fiestas, el descontrol; mientras tanto, su hermana se dedicaba a tocar el teclado para amenizar la velada. Ella prefería la conversación, pero también sabía tocar el clavicémbalo.

María Gaetana era políglota: italiano, francés, griego, latín, hebreo, castellano, alemán... Los primeros problemas matemáticos de geometría analítica los empezó a resolver a los 14 años. Ahora querría volver atrás y plantarme en el principal salón de su casa para oírla recitar el discurso de una hora que había compuesto en latín cuando tenía nueve años sobre el derecho de las mujeres a recibir educación. Para llorar. La leyenda le acompaña y dice que en sueños resolvía problemas matemáticos que escribía al despertarse. Es autora de las Propositiones philosophicae.

Querría volver atrás y plantarme en el salón de su casa para oírla recitar el discurso de una hora que había compuesto en latín cuando tenía nueve años sobre el derecho de las mujeres a recibir educación

Que era un alma privilegiada lo demuestra que podía hablar de lógica, hidromecánica, elasticidad, ontología, gravitación universal, química, zoología, espiritualidad, mineralogía... Su deseo era entrar en un convento, pero su padre la paró.

El profesor de matemáticas que la formó fue un erudito benedictino, Ramiro Rampinelli. Agnesi vio que sería útil escribir un libro de matemáticas para sus hermanos, y de aquí surge el volumen Instituciones analíticas, sobre el cálculo diferencial e integral. Este manual, que incluye análisis infinitesimal, se convirtió en un manual europeo de matemáticas. Y lo hizo, volvamos a decirlo, María Gaetana Agnesi. Esta mujer recibió dos cartas del papa Benedicto XIV. Una, felicitándola por el libro, con una medalla de oro incluida. La segunda, en 1750, para designarla para la cátedra de Matemática, Filosofía natural y Física en la Universidad de Bolonia. Ella, sin embargo, solo la aceptó de forma honoraria. No le gustaban los focos. Estos días he estado en este ateneo universitario, la madre de las universidades, y he recordado a la primera mujer que recibió una cátedra en la universidad. Era la profesora de Física Laura María Caterina Bassi. Son demasiado pocos nombres, y no se estudian ni se conocen.

Un cráter de Venus se llama María Agnesi, y el asteroide 16765 también se llama así. Yo ya estoy cavilando qué tengo a mano y puedo bautizar con este nombre. La familia Coppola, para celebrar sus 300 años, ha producido un brandi en su honor. Larga vida al legado de María Agnesi, que tuvo al lado a grandes mentores, como el jesuita y matemático Vincenzo Ricatti o el jesuita y geómetra Giovanni Saccheri. Y hay que dar gracias a estos hombres de Iglesia, que no dudaron en instruir a una mujer, hace 300 años, y que no despreciaron su talento ni su capacidad y elogiaron su precisión y claridad.