Las neuronas del filósofo Morin llegan este julio a los 100 años y aunque su corazón "es viejo", como escribe en Twitter, su fuerza interior es ágil y despierta. Hoy es uno de los intelectuales más reconocidos y admirados desde diferentes escuelas y cosmovisiones.

Proveniente de una familia judía sefardí, Morin nace en París en 1921. Fue miembro del Partido Comunista de Francia, pero se desencanta y lo expulsan por disputas ideológicas. Conocido por sus artículos en el diario Le Monde y por su implicación en el Centro Nacional de Investigación Francés, este parisino fundador de la revista Arguments nos viene a decir que los humanos todavía no somos del todo humanos, que no hemos entrado en la lógica de la fraternidad humana. Él entiende el mundo asumiendo las contradicciones y por mucha revolución posible, cree que es necesaria una actitud crítica constante, el único antídoto contra los dogmatismos, vengan del lado que vengan. Defiende una cultura planetaria y una aproximación holística a los hechos y es hipercrítico con la fragmentación y la hiperespecialización imperante. Su primer libro ya insinúa por dónde irá su pensamiento: L’homme et la mort (1951). Edgar Morin ha sido un referente y lo sigue siendo, y seguirlo en Twitter es una delicia diaria. Su humor refinado y su mirada panorámica son una advertencia contra la mediocridad: no anestesiéis nunca la incertidumbre, proclama este filósofo enamorado de Italia, país donde le gusta "amar, conversar, comer, pasear". Morin cree que tenemos que enseñar la complejidad, o sea, restaurar la unidad de la naturaleza humana de manera que cada uno tome conocimiento y conciencia de su identidad compleja y común con los otros seres humanos.

Morin es un intelectual fino que nos recuerda cómo la ciencia progresa, pero la "conciencia retrocede"

Ayer la Unesco en París le dedicó un homenaje y destacó los valores de la cooperación, la democracia y la acogida.

El Papa le ha felicitado y ha destacado su larga vida en acontecimientos y encuentros. Bergoglio admira la labor intelectual del sociólogo y filósofo francés, con quien se encontró en el Vaticano el 27 de junio de 2019. Lo califica de testigo privilegiado pero sobre todo "atento analista que con discernimiento dibuja la esperanza y advierte de los riesgos para la humanidad". Para el Papa, Morin ha aportado varios hallazgos, como la idea de la "ciencia con conciencia" y una "política de la civilización" poniendo la persona humana y no el dinero en el centro del debate. El Papa y Morin coinciden en la doctrina social y también en el Pacto Educativo Global. Morin es un intelectual fino que nos recuerda cómo la ciencia progresa, pero la "conciencia retrocede". Uno de sus pensamientos más destacados considera que la autonomía del espíritu conduce inevitablemente a la desviación. Morin como faro y lupa de engrandecimiento de un mundo que, a pesar de todo, vale la pena vivir. Uno de sus últimos tuits socarrones ahora que ha hecho 100 años es un consejo: "No cumpláis 100 años. Pasad directamente a los 101".