Desde que conocimos la sentencia que condenaba a nuestros compañeros presos políticos, el país ha vivido jornadas de mucha intensidad. Una amplia mayoría del pueblo de Catalunya rechaza esta condena, y centenares de miles de personas se han movilizado para expresar este rechazo de manera activa; desgraciadamente, sin embargo, un reducido grupo de manifestantes ha protagonizado actuaciones que, en algún momento, acabaron rompiendo el civismo que siempre, incluso en los momentos más duros de esta etapa política, ha sido una constante del pueblo catalán.

En esas jornadas la Policia de la Generalitat – Mossos d'Esquadra garantizó plenamente el derecho de manifestación y la seguridad de más de 2.000 concentraciones por todo el país, entre ellas cinco marchas hacia Barcelona desde varios puntos geográficos que han sido un ejemplo de movilización democrática y pacífica. La misma policía que alguno de esos días también se vio obligada a intervenir para recuperar espacios urbanos de convivencia ante las personas que ejercían la violencia en las calles.

De todo ello, el Departament d'Interior nos hemos querido hacer cargo ejerciendo las competencias que Catalunya tiene en materia de seguridad y emergencias. Unas competencias condicionadas, que querríamos ejercer sin más límites que los que decida nuestro pueblo, pero que nos permiten desarrollar una parte esencial de nuestro autogobierno. Desde mi nombramiento como conseller tengo muy presente como el president Pujol recordaba la importancia del traspaso de estas competencias, afirmando que "querer o no querer tener competencia sobre el orden público, y sobre esta necesidad básica para los ciudadanos que es su seguridad, es un indicador claro de si realmente se quiere tener autogobierno y responsabilidad política, o no". Unas competencias que desde el proyecto político del cual formo parte querríamos tener al mismo nivel que otros estados de nuestro entorno. Pero soy consciente de que, mientras eso no sea efectivo, será necesario que ejerzamos las que tenemos con plena asunción de la responsabilidad y las consecuencias, en una tarea inmensa y agradecida, pero también dura y en algunos momentos con lógicas contradicciones.

Este autogobierno que ha alcanzado nuestra nación, después de muchos años de lucha, está en riesgo. Un riesgo presente desde la LOAPA hasta las políticas de un Aznar convencido, a partir de su mayoría del 2000, que se tenía que reducir la capacidad de gobierno del pueblo catalán hasta hacerla coincidir con la de una reducida diputación provincial. Unas políticas que tuvieron su punto culminante en las últimas legislaturas con la asfixia y la intervención económica de la Generalitat, hasta llegar a la aplicación del artículo 155. Pero una vez más, como ha hecho desde el 12 de septiembre de 1714, el pueblo de Catalunya se ha movilizado para defender la nación. Las generaciones jóvenes quieren un autogobierno pleno y real, más allá de un modelo autonómico constantemente laminado e incompleto. La reivindicación de un estado propio ha dejado de ser minoritaria y se ha instalado entre una parte muy importante de nuestro pueblo. Un estado independiente e interdependiente, como el que puedan tener Austria o Dinamarca. Una reivindicación defendida por la mayoría de los representantes de la soberanía popular presentes en el Parlament de Catalunya y que tendrá el futuro que el propio pueblo quiera. Porque en una democracia sólo el pueblo decide.

Durante las últimas décadas, el catalanismo político ha sabido construir cuatro ejes básicos de este autogobierno: lengua, enseñanza, medios de comunicación y seguridad. A estos ejes podríamos añadir otros vinculados con el bienestar de una sociedad avanzada como la nuestra. Pero desde el punto de vista nacional, estos cuatro ejes básicos determinan en gran parte el refuerzo del autogobierno trabajado por las generaciones que nos han precedido en esta misión.

Desde el Departament d'Interior se ha trabajado y trabajamos para garantizar y defender nuestro modelo de seguridad. Un modelo en el que bomberos y protección civil tienen un papel relevante, pero en el cual la consolidación de una policía propia, democrática, avanzada, moderna y catalana, con la capacidad de autocrítica necesaria para hacerla mejorar permanentemente, ha tenido una función especialmente importante. Recordemos, si no, la negativa de todos los gobiernos españoles hasta 1994 al despliegue de los Mossos como policía integral de Catalunya. Un modelo que sólo se pudo construir cuando las fuerzas de obediencia catalana fueron determinantes en el equilibrio parlamentario de la época. Una hostilidad muy presente en todos los que reclaman hoy la aplicación automática de la ley de seguridad nacional para privar a Catalunya de su modelo de seguridad.

Contra esta voluntad de limitar nuestro autogobierno en el ámbito de la seguridad me encontrarán siempre enfrente, haciendo todo lo que esté a mi alcance para evitarlo. Nos encontrarán a todos los profesionales del Departament d'Interior que trabajan en el proyecto de construcción de un modelo de seguridad propio para nuestro país. Estamos comprometidos con este objetivo político. Y lo hemos demostrado en todas y cada una de las decisiones que hemos tomado desde nuestra llegada al departamento. Aunque algunas de estas decisiones no hayan sido fáciles de tomar.

Defenderemos el modelo de una Policia de Catalunya forjado con los años, con el trabajo de todos los que nos precedieron y mejorando día a día, para garantizar un mejor futuro. Un modelo propio de la Policia de la Generalitat – Mossos d'Esquadra que vela por la seguridad y los derechos de todos los catalanes y catalanas. Un modelo propio fundamentado en la proximidad, la mediación y la autoevaluación permanente. Un modelo propio garantizado por el buen trabajo de un colectivo de más de 17.000 profesionales de la seguridad pública de Catalunya.

Sólo garantizando adecuadamente la continuidad de este eje básico de nuestro autogobierno prestaremos el servicio que el país nos reclama. Mientras tanto, que cada uno defienda sus ideas y objetivos desde donde sea en cada momento. Con el mismo compromiso y el mismo amor a Catalunya y a su gente. Pero consolidando cada competencia alcanzada. Cada avance hecho hacia la plena libertad como pueblo.

 

Miquel Buch i Moya, conseller de Interior