Los ideólogos de las pre-pre-pre-campañas electorales son unas bellísimas personas empeñadas en alegrarnos la vida.

Un lunes lluvioso y gris, de todo menos primaveral, de repente se ha llenado de luz, sol y color gracias al ciudadano que, en un momento posiblemente de indigestión aguda de fabada, va y perpetra esta maravilla:

IN-SU-PE-RA-BLE!!!

Usted no me ve, pero saborear este momento ha provocado en mí que ahora mismo me esté haciendo encima las ganas de votar. Vaya, que estaríamos ante una gastroenteritis electoral sin evitación posible. En la puerta del colegio estoy ya con la papeleta. 

Pero, como acostumbra a pasar, siempre hay un momento que supera el momento anterior. Y, cómo ya habrá adivinado, me refiero a este vídeo de Mariano Rajoy:  

 

 

La novedad, en relación a otras propuestas, es que lo grabaron en una pizzería de costa, de estas que sólo abre los tres meses de verano. Son las que le ponen piña y anchoas a las pizzas, crema de leche a la carbonara y nata en vez de mascarpone al tiramisú. Y ahora, usted se preguntará: “¿cómo lo sabe que lo grabaron en una pizzería como la que describe”?. ¡Hombre!, por la música de fondo. ¿La ha escuchado? Música de ambiente de pizzería de temporada. O de supermercado con el xopped con la cara de Mickey Mousse de oferta. O de ascensor de edificio triste. O de tanatorio hipster.

Y es que el silencio está sobrevalorado. Sobre todo cuando propones un mensaje político. A todo tenemos que ponerle música. A Rajoy le han estampado un pianito medio new age, concepto que hace años duerme en la buhardilla del olvido al lado de JASP y “Democracia i Llibertat”. Podrían haber optado por un violín, pero habría quedado demasiado épico y poco estimulante. El violín es perfecto para hacer llorar porque hace vibrar la fibra. Hacer gritar a una cuerda, despierta la lágrima. En cambio, el pianito de puesta de sol en un hotel de pulsera con todo incluido, el pianito de la familia de etnia gitana que toca por la calle mientras la cabra baila encima de una escalera, deben creer que motiva. Bien, a la cabra, seguro. 

En cambio, el silencio, no. El silencio molesta. No fuera caso que sin interferencias, chocáramos con la realidad. 

Entre el Juego de Tronos d'IU y los mensajes pre-pre-pre-electorales del PP, un día que era gris y lluvioso ha acabado como el del debut de “Mariano el del piano & the WIUers”. ¡Glorioso!