¿Por qué Pedro Sánchez se sentará en la mesa de negociación con el Govern de Catalunya? Creo que es importante, desde la parte catalana, hacerse esta pregunta. Es importante ponerse en el lugar del otro, tener empatía. De hecho, se ha dicho y repetido que uno de los muchos errores que ha cometido el independentismo es no haber sabido hacer este ejercicio básico de alteridad. Hay que saber cómo ve ―y siente― el otro para poder tomar decisiones, para poder actuar nosotros más acertadamente, lo cual quiere decir de la forma que más nos acerque a nuestros objetivos.

Volvemos ahora a la pregunta: ¿por qué Pedro Sánchez se sentará en la mesa de negociación con el Govern de Catalunya? La pregunta puede tener respuestas diferentes. Por ejemplo: porque lo pactó con ERC, y el PSOE necesita a ERC para aprobar los presupuestos y como socio a lo largo de la legislatura. Otra posible respuesta es porque el PSOE quiere dar solución ―y no simplemente cronificar― al llamado conflicto catalán. Todavía puede haber más, por ejemplo: porque el PSOE sabe que eso le irá bien para sacar, a través del PSC, buenos resultados electorales en Catalunya.

Las tres respuestas pueden ser ciertas. E incluso también otras que no he escrito. Pero la cuestión es saber cuál es la primera, la fundamental, la que en realidad ha movido al PSOE en la dirección que lo ha hecho. Les revelaré qué pienso. Creo que, a la pregunta formulada, la mejor respuesta, la que contiene más verdad, es la primera. O sea, "porque lo pactó con ERC, y el PSOE necesita a ERC para aprobar los presupuestos y como socio a lo largo de la legislatura".

Sin duda, si esta es la razón principal, eso condiciona profundamente la manera cómo hay que analizar la situación y, claro, también la actitud y las acciones a llevar a cabo. El hecho que la razón decisiva del PSOE para hablar con el Govern de la Generalitat sea una u otra, modifica la naturaleza misma de la mesa de negociación.

Sánchez, ERC y Torra, y sus grupos políticos, saben perfectamente que en estos momentos todo es un puro juego táctico y propagandístico de cara a las anunciadas próximas elecciones en Catalunya

Sólo hay que recordar que las soluciones que tenía Sánchez antes de conocer los resultados de las elecciones generales españolas del 10 de noviembre pasado eran muy parecidos a las del PP, Ciudadanos y Vox. Sánchez dijo y repitió que lo que pasa en Catalunya es una "crisis de convivencia, no de independencia" y que no dudaría a aplicar el 155 si hacía falta. Asimismo, denunció "el uso sectario de TV3", prometió imponer una asignatura sobre valores constitucionales en las escuelas y volver a incluir los referéndums en el Código Penal. En cuanto a los presos, apostó por el cumplimiento íntegro de las condenas a los líderes del procés, y, con respecto a Puigdemont, aseguró que él lo traería a España para juzgarlo.

Igualmente, cargó repetidamente contra el president Quim Torra, a quien tildó de "Le Pen español" al que se tenía que combatir, y se negó a cogerle el teléfono repetidamente, en lo que constituye una falta de respeto institucional gravísima.

Pero después de las elecciones todo cambió. Sánchez necesita a ERC. Y Esquerra, en sintonía con su estrategia pragmática y de hacer crecer el soberanismo y el independentismo entre los electores de izquierdas, reclama una negociación entre gobiernos.

Obligar al PSOE a sentarse a negociar lo ve Esquerra como un triunfo político y, finalmente, electoral. Sólo este enfoque por parte de los republicanos, y la rivalidad y desconfianza con relación a JxCat, puede explicar que se negociara una mesa entre gobiernos dejando al margen al grupo independentista mayoritario y también al president Torra.

El PSOE acabó aceptando, y en febrero Sánchez visitó a Torra. Cuando ve que pasan los días sin convocarse la primera reunión de la mesa ―que ahora tendrá lugar―, ERC se pone nerviosa y Gabriel Rufián, líder de ERC en el Congreso, se conjura con el PSOE para que Sánchez lance públicamente una fecha, todo eso igualmente de espaldas a Torra y JxCat. Esquerra quiere desencallar la mesa, teme que quede en vía muerta.

De nuevo, Sánchez hace lo que ERC le pide. Lanza una fecha sin acordarla con Torra y lo cita para el 24 de febrero en Madrid. A Torra no le va bien, pero tal como había previsto ERC, eso hace que se vea obligado a mover ficha. El president de la Generalitat propone varias fechas y, eso sí, aprovecha para recordar cuáles son las demandas independentistas: autodeterminación, amnistía, fin de la represión, etc. El PSOE no presenta ninguna propuesta, repite que hará falta tiempo y que se tiene que empezar por hacer un "diagnóstico" de lo que ha sucedido desde la propuesta de nuevo Estatut, hasta ahora... También sigue negándose a incorporar al mediador que había aceptado en la cumbre de Pedralbes en diciembre de 1998. ERC considera que el mediador no es imprescindible y, por boca del vicepresident Pere Aragonès, llama a no perderse en "detallitos".

Sánchez, ERC y Torra, y sus grupos políticos, saben perfectamente que en estos momentos todo es un puro juego táctico y propagandístico de cara a las anunciadas próximas elecciones en Catalunya. También que antes de las elecciones, la mesa no producirá ningún resultado palpable. Muchos de ellos también son perfectamente conscientes ―estoy convencido― de que es casi seguro que resultados aceptables para el independentismo tampoco habrá después.

Eso sí: ERC y PSOE calculan ―y desean― que entonces JxCat contará con bastante menos protagonismo.