No deja de ser curioso y a la vez triste el puñado de proclamas, quejas y juramentos que la derecha ultraespañolista y la prensa madrileña afín han ido destilando en los días del lío absurdo en torno a las candidaturas al Parlamento Europeo de Carles Puigdemont, Toni Comín y Clara Ponsatí.

Resumiendo mucho: si el fiscal contradice la Junta Electoral Central o el Supremo no ve nada que pueda convertir a los independentistas en inelegibles, no es porque así lo dictan la ley y el sentido común. No. Es que la fiscalía obedece órdenes secretas de un Pedro Sánchez vendido a los independentistas o porque en el Tribunal Supremo se han trastocado. En cuanto a los miembros de la JEC ―cuatro, entre ellos su presidente― que votaron contra el veto, son unos traidores.

No importa, por ejemplo, el papel absolutamente impropio que ha ido tomando la JEC en este ciclo electoral ―papel claramente lesivo para el independentismo― o la forma en que se está desarrollando el juicio a los líderes independentistas. La lógica tuerta que aplica el ultraespañolismo político y mediático viene a decir que, si una ley o una decisión permite a "alguien como Puigdemont" ser candidato, es que la ley o la decisión es perversa, ilegítima, porquería. En cambio, cuando se castiga, como se sigue castigando, a los independentistas a base de interpretaciones y decisiones "patrióticas", es sencillamente porque España "se encuentra entre las mejores democracias del mundo".

Quizá no se dan cuenta de que, situando su celo 'rojigualdo' por encima de la razón, la justicia y la verdad, lo que consiguen es desnudar las carencias democráticas del Estado

Un pequeño pero ilustrativo compendio de esta lógica tuerta nos lo ha ofrecido la pobre Dolors Montserrat, cabeza de lista del PP a las europeas. "Sería humillante para mí que nuestra ley favoreciera a un presunto delincuente fugado que no se ha presentado a la justicia". Nuestra ley. Delincuente. Si a Puigdemont le dan la razón, no es que la tenga ―es malo por naturaleza y va contra la España una, y, por tanto, eso es imposible― sino que la ley tiene alguna deficiencia grave o algo feo les pasa a quienes la interpretan. La de Sant Sadurní d'Anoia no se abstuvo de alertar, todo en las mismas declaraciones a la COPE, que lo que pasa constituye únicamente un "aperitivo" de lo que vendrá a partir de ahora de la mano de Pedro Sánchez.

Quizá no se dan cuenta ni los miembros "patrióticos" de la JEC ni los políticos y periodistas también "patrióticos" de que, situando su celo 'rojigualdo' por encima de la razón, la justicia y la verdad, como hacen día sí día también, lo que consiguen es desnudar las carencias democráticas del Estado, dando la razón a los independentistas cuando aseguran ―como ha hecho Comín a raíz del escándalo del veto de la JEC― que su lucha no es solo por la independencia, sino también a favor de la democracia.

Son, Dolors Montserrat y el resto, incluidos los policías también 'patrióticos' de la 'guerra sucia', torpes y pésimos estrategas. Así es como, en cada maniobra fallida, su sueño de 'reconquista' huele más y más a pescado podrido. Sin su inestimable e involuntaria ayuda, el independentismo nunca hubiera llegado, ni en sueños, tan lejos.

No se les pasa por la mollera que, por muy españolista que uno sea, por muy "patriótico", hay cosas tan bestias que no se pueden hacer si se conserva un mínimo de dignidad y no se quiere hacer el ridículo o, incluso, delinquir. De ahí los cuatro votos particulares que se produjeron en la JEC, por eso se han ido pasando ridículamente la pelota y, por eso, finalmente, Puigdemont, Comín y Ponsatí, serán candidatos.