“Un chat independentista llama a asesinar a 26 millones de españoles 'fachas y unionistas'. El juez ordena prisión por posibles delitos de terrorismo. Se espera que la Casa del Rey emita en breve un comunicado llamando a la calma”.

Naturalmente, esta de arriba es una noticia inventada, falsa, una fake new. Es falsa porque lo que dice no ha ocurrido. En cambio, sí que ha pasado algo muy parecido.

En concreto, hemos sabido que en un chat se sentenciaba que hay que matar a todos los españoles de izquierdas e independentistas, los cuales, se calculaba, suman un total de 26 millones, "niños incluidos". Esta, y muchas otras barbaridades espeluznantes llenaban una conversación de WhatsApp en la que participaban militares retirados. Eso sí: ni están en la prisión, ni se les acusará de terrorismo. El Rey no los reñirá, ni siquiera un poco.

No sé si les pasará algo. Hasta donde yo sé, era un chat entre amigos y conocidos, y pese a los asquerosos comentarios, no se desprende ni la intención ni ningún plan para atentar.

Dicho esto, me vienen en mente un par de cosas. La primera, que el chat —igual que las cartas dirigidas al Rey y el manifiesto de otros militares contra el gobierno "socialcomunista" de Pedro Sánchez— constituyen un indicio —relativo, claro— de cómo es el ejército español todavía hoy, cuarenta y cinco años después de la muerte de Franco.

Imaginen por un momento qué le habría pasado a Tamara Carrasco si hubiera dicho, aunque fuera en broma, de matar a 26 millones de personas, como en el chat de los militares

La segunda cosa es que si el chat que se ha aireado fuera, como en mi fake new, un chat de independentistas o cedeerres, muchos de los que ahora quitan hierro al incidente o miran hacia otro lado, empezando por los jueces y los fiscales, pasando por la prensa de Madrid y acabando en la tríada PP, Ciudadanos y Vox, exigirían alarmados que se les encerrara en la prisión de por vida y que se aplicara, como mínimo, otro 155.

En parte, también, eso ya ha pasado. Recordemos —por coger el primero de los ataques espurios contra los cedeerres— el caso de Tamara Carrasco. En el centro del caso, también, un mensaje en un grupo de WhatsApp, un mensaje de voz. La independentista explicaba lo que se había dicho en una reunión sobre la posibilidad de una huelga general y de otras acciones de protesta, como rodear la estación de Sants.

El mensaje de Tamara Carrasco era del 25 de marzo del 2018. El 10 de abril varios guardias civiles entraban en su casa en Viladecans y la detenían acusada de terrorismo, sedición y rebelión. A continuación se la llevaron a Madrid para declarar ante la Audiencia Nacional, donde estuvo 48 horas encerrada e incomunicada. Aquella mañana del 10 de abril también fueron a buscar a Adrià Carrasco, que consiguió huir y llegar a Bélgica. Se dictó contra él una orden de detención en España por los delitos de rebelión, sedición y terrorismo por haber participado en los cortes de carretera y levantamiento de peajes de la Semana Santa del 2018.

Este octubre conocíamos la sentencia del caso Tamara Carrasco, que estuvo trece meses sin poder salir de Viladecans. El juzgado de lo penal número 25 de Barcelona la absolvía de desórdenes públicos (el caso, como tantos otros contra independentistas, se fue desinflando como un globo hasta quedar reducido a esta acusación). La sentencia absolutoria es demoledora contra los fiscales y los guardias civiles del caso. Demoledora. A partir de una investigación de pacotilla se extraían unas acusaciones terribles. A ningún fiscal ni a ningún guardia civil, tampoco esta vez, le pasará nada.

En el mensaje de WhatsApp de Tamara no se hablaba, por supuesto, de hacer daño a nadie. Ahora imaginen por un momento qué le habría pasado si hubiera dicho, aunque fuera en broma, aunque fuera una bravata, de matar a 26 millones de personas, como en el chat de los militares.