Primero han atacado al Barça, ahora atacan TV3. Ver a según quién exclamándose por un gag sobre la Virgen del Rocío por motivos morales es tan aberrante como ver al Real Madrid denunciando al Barça porque se siente perjudicado por los arbitrajes. De risa si no fuera tan grave. Quien está en quiebra moral es el Estado español donde ir contra los catalanes tiene bula: el insulto, el expolio, la mentira, la injusticia, la represión. Todo esto tiene aval mediático, político y consecuencias judiciales. Se trata de un intento serio de destrucción total del catalanismo: expolio fiscal, carencia de infraestructuras, represión política y, al parecer, ahora toca intentar arruinar la reputación de algunos elementos simbólicos del país: el Barça y TV3. Teníamos la independencia al alcance y parece que lo sabían mejor ellos que nosotros. "Cueste lo que cueste" dijo Rubalcaba. El precio que han pagado ha sido su propio Estado de derecho, ya que en España mandan los jueces y no las instituciones democráticas. A todos les parece bien, la unidad de España es lo primero. Y, como hemos dicho que lo volveremos a hacer, se lo han vuelto a tomar en serio. De nuevo, parece más que nosotros. Caña contra Catalunya que, además, no se defiende.
De hecho, no es que Catalunya no se defienda, sino que siempre hay cómplices dispuestos a hacer hincapié en la desgracia propia por vete a saber qué miserable beneficio particular que aspira a obtener —olvidando que Roma no paga traidores—. Nos falta mentalidad de Estado para entender que esto es una guerra y que los bandos están decididos. Y nos guste más o menos quien nos haya tocado de compañero de viaje, de esta solo podremos salvar los muebles si estamos juntos y con mentalidad de combate: Mala leche y buen humor. Puede ser una buena receta, —¡que somos catalanes y tampoco estamos para según qué!—. Al estilo Joan Laporta, que mientras aguanta golpes de todas partes con el aplomo de un gigante, transmite la autoestima de los que salen a ganar. O, por otra parte, al estilo de Toni Soler, reaccionando a todas las críticas recibidas de todas partes durante la Semana Santa que, sin dejar de hacer humor, ha subrayado con contundencia verdades muy incómodas de lo que ocurre en España. A los culés y a los cristianos pueden sabernos mal determinadas situaciones. Pero ante las dos campañas perpetradas por los sectores más franquistas del Estado hay que saber separar el grano de la paja. Y no hacerse el finolis que la ofensiva es dura. Por tanto, no entraré en matices: hay que defenderse. Hay que defender TV3 de quienes quieren cerrarla y aprovechan cualquier pretexto para organizar una campaña, del mismo modo que hay que defender al Barça de quienes quieren desestabilizarlo para acabar controlándolo. Como defender la escuela en catalán, siempre amenazada por algunos; y la lengua, inmersa en una ola de desprestigio social que pagaremos caro; y cualquier otro signo de identidad de Catalunya como nación. Porque los quieren arrasar.
Pero como va para largo, parece oportuno no amargarse la vida y combinar esta actitud de resistencia con un punto de buen humor, como hizo el otro día Toni Soler. Porque ser consciente de la gravedad no significa estar enfadado siempre. Ni engancharse en una pelea constante que te impide avanzar en el trabajo que tienes comprometido: tratar de construir una sociedad cohesionada y próspera; ser líder de audiencia; ganar la liga; sumar gente a la causa del catalán, etc. Y en el caso de la política: ganar. No hay mejor respuesta al anticatalanismo electoral, que dicen que les da votos, que una nueva gran victoria del independentismo, que también necesita recuperar algo de mala leche y sobre todo de buen humor.